lunes, 14 de marzo de 2016

La cultura no se hereda, se conquista #13MValencia

"La conquista del poder cultural es previa a la del poder político"
(Antonio Gramsci)


La cultura ne s'hérite pas, elle se conquiert. La cultura no se hereda, se conquista. Esta cita de André Malraux se pronunció por primera vez en 1959 con motivo de un discurso sobre la belleza y la riqueza de la civilización griega. Malraux creía que las obras de arte debían "ser accesibles" para el mayor número de personas, porque un arte, para sobrevivir, necesitaba ser inteligible y universal. Diez años más tarde, en otra conferencia, Malraux completó su teoría: la cultura no es un conjunto de conocimientos sino, en primer lugar, un ejercicio de voluntad y "una herencia particular de la nobleza del mundo". Ce qui doit nous unir, c'est l'objet de cette conquête. Lo que debe unirnos, es el objeto de esta conquista.

Sin saberlo, una tarde del mes de marzo, el mundo del toro ha puesto en práctica la filosofía de Malraux: se ha unido y se ha echado a la calle, concretamente a las de Valencia, para reconquistar su cultura, herida por la sociedad y la política. Por supuesto, el pobre Malraux (1901-1976) no tenía idea de hastags ni tuits, ni que, en el siglo XXI, la "conquista cultural" se libraría en los platós de televisión, en las redes sociales y en unos ayuntamientos de pandereta, a menudo por gente que no sabe hacer la "o" con un canuto.

No obstante, para tener éxito a medio plazo, toda conquista -cultural, de territorio o amorosa- debe ir precedida -o seguida- de una estrategia. Porque, manifestarse a lo loco, como rabieta popular, es legítimo pero, a la larga, sirve de poco. Por ello, el 13 de marzo de 2016 debe marcar el despertar del mundo del toro, una fecha en la que todos -toreros, ganaderos, aficionados, etc.- tomamos conciencia de que debemos "conquistar" nuestra cultura, que no somos invisibles ni mártires. "De los resistentes es la última palabra", escribió Camus.


Por ello, con #13MValencia comienza una batalla, de defensa, promoción, enseñanza y comunicación, a veces de malabarismo, para defender de una puñetera vez nuestra cultura, la del toro -tanto en la calle como en la plaza-, nuestra identidad, nuestra forma de vida, nuestra afición y, en algunos casos, nuestra profesión. Porque, a veces, hay que estar en misa y repicando, o corremos el riesgo de que la marea del buenismo nos lleve por delante, y entonces poco habrá que conquistar.

1 comentario:

  1. Artículo muy equilibrado e interesante.Sobre todo la segunda parte.La que pone el dedo en la llaga sobre todos esos tipos de exaltaciones,sean patrióticas,religiosas , deportivas....o taurinas.
    El día después.
    Porque sabemos de sobra que las llamadas democracias utilizan a la perfección la técnica de dejarte que berrees lo que quieras hasta quedar exhausto,para luego los ,digamos, "demócratas propietarios",seguir haciendo lo que les sale de los calzones.
    Mi fé en este tipo de cosas es perfectamente descritptible,pero por lo menos es fé.
    Desde mi retiro taurino seguiré observando si se empieza a producir esa revolución post manifestación desde dentro , que es la imprescindible.
    Y podemos constatar que la autoridad ejerce,sanciona defiende y cumple la Ley ( con lo cual no harían falta manifestaciones).Que los ganaderos producen y venden toros. Que los toreros aprenden a torear y sobre todo a lidiar para dar espectáculo completo y si ya saben lo demuestran. Que la democracia llega a los tendidos de donde no se debió de ir nunca y se puede opinar,aplaudir,exigir y protestar libremente.Que la economía de la Fiesta se adapta a los tiempos y la gestión e instalaciones se ponen al día y sobre todo, que esta pandilla de rebaña perolas que pastorea el negocio , se van al infierno y la Fiesta de los toros y los aficionados vuelven a las primeras Plazas de donde los echaron hace tiempo. Que ha vuelto la Fiesta más democrática y más hermosa que imaginarse pueda.Amén

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