domingo, 31 de marzo de 2013

Ya no hay caramelos en tu canastilla


La otra tarde, a esa hora en la que todo es calma, entré en la iglesia de Santa Ana, la catedral de Triana. Era un lunes de marzo, y los chiquillos, aún vestidos con el uniforme escolar, jugaban a la pelota en la calle Vázquez de Leca. Desde la iglesia vacía, se escuchaba la voz de los niños y el botar del balón. El olor a barrio se mezclaba con del incienso y los cirios ardiendo. También se oía el piar desenfrenado de los gorriones, que buscaban sitio en las ramas del inmenso árbol de la plazuela de Santa Ana. Un matrimonio entró en la iglesia con una percha entre las manos. De ella colgaba lo que parecía el camisón de un bebé. Fueron directos a un lateral del altar y, allí, sin mediar palabra, bajaron la figura de un Niño Jesús al que comenzaron a vestir con esmero. La mujer se encargaba de cuadrar las mangas mientras el hombre le anudaba el cierre a la espalda. Eran como dos críos con su muñeco.


En el Altozano, otros niños se arremolinaban alrededor de Rafael y su coche de fantasía donde, como cada año, había instalado una estampa de Semana Santa en miniatura. En un lateral, bajo el escudo del Betis, podía leerse, incluso, un homenaje a Marifé de Triana, recientemente fallecida: "La más grande la copla vivió aquí. Los sevillanos, todos los españoles y el mundo entero te recordamos. Que Dios te tenga en la gloria". Y precisamente hoy, en este Domingo de Resurrección y Gloria, se me agolpan todos estos recuerdos.


Calle de las Sierpes,
donde están las sillas,
donde está mi infancia
recién fallecida,
jugando ¡la pobre!
a las cuatro esquinas,
de cuerpo presente,
con mi historia encima.
Calle de las Sierpes,
por Cerrajería.

Nazarenos negros
de la pena mía
(toca sus cornetas
la caballería),
soldados romanos
de plata y en filas,
húsares usados
igual que mi vida
gastada en el limpio
aire de Sevilla.

Vuelve lo perdido,
con las cofradías.
Mi alma no puede
con su Cruz de Guía.
Llevo en la garganta
saetas partidas,
y en la sangre el triste
tambor de los días.

Calle de las Sierpes,
por Cerrajería.

Nazareno negro
de la pena mía,
ya no hay caramelos
en tu canastilla,
ni gotas de cera
en mis manos frías.
Nazareno negro,
suéltate la hebilla
para que yo vuelva
a mis niñerías.

(Una vida menos
por Cerrajería).

RAFAEL MONTESINOS (1948)

¿Y si nos vamos al cine este Domingo de Resurrección? 

sábado, 30 de marzo de 2013

De cuajo va a caer la Catedral


"En la apacible noche resuenan cien trompetas
y la hueste morada
de los encapuchados irrumpe ya en la Plaza".

Las locas campanas atruenan el viento...
Después de la muerte de Cristo, el Sábado Santo llegó.
...Ya vienen andando hacia el Templo
las viejas piadosas y pardas...
Ya el Altar su velo morado rompió...

El órgano, el cura, el bajo, el sochantre...
gritan a porfia y ahuecan la voz.
...Suenan estentóreos Hosannas, Hosannas,
Gloria, Gloria, Pascua de Resurrección...

Las locas campanas atruenan el aire.
Después de la muerte de Cristo, el Sábado Santo llegó;
las rampas que escalan la torre briosa y esbelta
subamos a prisa... Ya zumba el Repique Mayor.


Las cuerdas se entrecruzan...: la torre es un bajel.
Suspendidos de ellas los campaneros suben
a besar las campanas en confuso tropel...

... Al paroxismo llega la barahúnda infernal...
Parece que de cuajo va a caer la Catedral...

Y... en el navío de piedra por locos tripulado
y a la campana gorda con fervor abrazado,
... se lanzó el campanero mayor hacia el abismo...
en un vértigo extraño de cruel misticismo...
Aaaaaaaeeé, aaaeeeé
¿...Volteó...?
Ya está aquí...
Nada fue...
De una muerte horrorosa le ha salvado su Fe...

FERNANDO VILLALÓN
Patio de los Naranjos, Sábado de Gloria


viernes, 29 de marzo de 2013

Un pasodoble torero entre dos Esperanzas


Con las claritas del día, arrancó a llover en Sevilla aguando La Madrugá. La Esperanza de Triana, que divisó los primeros nubarrones cuando el paso de palio entraba en la calle Sierpes, se refugió en la Catedral, donde permanece todavía, esperando a que el cielo dé una tregua. Antes, a su paso por La Campana, procesionó al compás de la rítmica marcha "Macarena". Esta obra, compuesta por el onubense Abel Moreno Gómez en 1988, tiene sus raíces en la copla y el pasodoble torero.
 
(atención a la música a partir del minuto 1:30)
 
Algunos acordes de la marcha "Macarena" comparten asombroso parecido con una copla-bolero de Bernardo Bautista Monterde y Antonio Ortiz Calero inspirada en la Virgen de La Macarena, una imagen muy torera, que fue vestida de luto en 1920 cuando Joselito cayó muerto en la plaza de Talavera de la Reina.

 
"De noche cuando me acuesto
le rezo a la Virgen de La Macarena
y allí solito en mi cuarto
a la virgencita le cuento mis penas.
 
Y de corazón le pido
que la hembra que yo quiera
mientras en el mundo viva
no me sea traicionera".
 
 
Esta composición, nacida en 1944, cuya partitura también fue adaptada para ser tocada como un pasodoble, posee numerosas versiones instrumentales, desde Pérez Prado hasta Paco de Lucía. Actualmente es un clásico en muchas plazas de Sudamérica, sobre todo en México, donde provoca fervor entre el público.
 

 
Este Jueves Santo, la Esperanza de La Macarena le ha prestado su pasodoble torero a otra Esperanza, la de Triana, antes de que el agua obligara a suspender el paseíllo por las calles de Sevilla. La trianera, con el eco de estos sones aún entre su palio, espera a que la devuelvan en volandas a su plaza de la calle Pureza.
 
 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Fotografías con olor a incienso

 

Jueves Santo… Es el día en que reciben todas las vírgenes de la ciudad.

Con la mantilla negra y los ojos que matan, las hembras repiquetean sus tacones sobre las lápidas de las aceras, se consternan al comprobar que no se derrumba ni una casa, que no resucita ningún Lázaro, y, cual si salieran de un toril, irrumpen en los atrios, donde los hombres les banderillean un par de miraduras, a riesgo de dejarse coger el corazón.
Oliverio Girondo (1923)
 
¡Campanas!
¡Repiqueteo de campanas!
¡Campanas con café con leche!
¡Campanas que nos imponen una cadencia al
abrocharnos los botines!
¡Campanas que acompasan el paso de la gente que pasa en las aceras!
¡Campanas!
¡Repiqueteo de campanas!
 
Oliverio Girondo (1923)
 
 
 
 
 
Las cuatro primeras fotografías son de Rafael Sanz Lobato.
De la cinco a la once, llevan la firma de Cristina García Rodero.
Las cinco últimas son de Martín Santos Yubero.

martes, 26 de marzo de 2013

Callejuela de la O


No es "María de la O" ni "Callejuela sin salida" y, sin embargo, suena tan bien como aquéllas. Se llama "Callejuela de la O" y es la marcha procesional más bella que jamás se ha compuesto. Tiene tanta gracia, emoción y temple que parece un pasodoble torero, sobre todo en la parte del solo de trompeta. Los más puristas argumentan que no es una marcha, sino una "rumbita cofrade". No en vano, la melodía está inspirada en una canción que compuso el grupo Albahaca, al que pertenece Paco Lola, autor también de "Caridad del Guadalquivir" o "La Macarena". En el siguiente vídeo, puede escucharse la rumba original que, con perdón de los puristas, también tiene su salero. No seamos saboríos y estrechos.


Recemos para que los ecos de "Callejuela de la O" crucen el Guadalquivir y lleguen hasta La Maestranza para que inspiren a la banda que dirije José Manuel Tristán, ése que últimamente se dedica a cortar la música cuando torea El Fundi.

lunes, 25 de marzo de 2013

El Imperio Romano de Sevilla


¿Quién hará la recluta
de los armados de la Macarena?
Yo tuve una disputa
y no vale la pena
contar lo que pasó; pero es el caso
que callando los hechos, al fracaso
de nuestra historia ayudo.
¡No quiero que el cronista por mí se quede mudo!

¿Por qué son tan enanos
estos seudo-romanos?,
le pregunté a un hermano
que venía encapuchado y cirio en mano.
—No sé, no sé, me dijo,
mas no creo que lo sepa aquí ninguno,
galante, me predijo.
Y fui uno por uno
interrogando a la fila nazarena
sin que ni uno tan sólo
lograra darme una respuesta buena.


¿Y el suave contoneo
que usan en el paseo ... ?
Los soldados de Augusto,
según la Historia el verlos daba susto...
Luego el gentil meneo
de aquestos macarenos, no es copiado,
que nunca fue condición de aquel soldado
semejante pasito,
y menos debe serlo de un armado mocito
que se precie de tal.
Francamente, ese paso me parece muy mal...

Y he aquí la discusión
que sostuve en plena procesión.
Porque yo le decía
al que conmigo a voces discutía:
—Siempre tuve entendido
que un mozo se engalana y va lucido
llevando a Eva fija en su pensamiento.
Y si tal esperpento
un miércoles cualquiera
marcando el paso a la ventana fuera
de su novia, la risa
sería la premisa
de un rompimiento pronto...
No por armado... pero sí por tonto...

(FERNANDO VILLALÓN)


Los armados son hombres disfrazados de soldados romanos que acompañan a los pasos durante las procesiones de Semana Santa. En este poema, Fernando Villalón juega pícaramente con el sentido erótico de "armado".


"Los Armaos, con paso marcial al son del mejor redoble de tambor, son la Guardia de Honor del Señor de La Sentencia y anuncian con la vistosidad de su indumentaria, formando un inmenso mar de blancas plumas, la presentida llegada de su Madre. Mucho se ha hablado de la historia, mezclada con la leyenda y tantas veces manipulada hasta alejarla de la una y de la otra, de esta singular tropa romana de nuestros días, tan lejana de dichos y anécdotas que nada tienen que ver con su realidad actual, porque nuestros Armaos de hoy, son un abigarrado grupo de Hermanos macarenos con una heterogénea presencia de las más diversas profesiones y con una larga y curiosísima lista de espera para poder entrar a formar parte de la misma, que sorprendería por la diversidad, procedencia y edad de los que a ello aspiran". (Fernando María Cano-Romero Méndez, pregón de Semana Santa 2011).



[…] Tú, tus milagros callas (como el cristiano viejo sus virtudes),
ni reinas ni avasallas
con las esclavitudes,
de rica nueva en cursis actitudes.

Tu manto de matrona
el pueblo lo bordó con su cariño,
artistas tu corona;
de perlas y de armiño,
y de hilos de oro tu corpiño.

[…] Del Tato y del Gordito,
de Cúchares, Domínguez y Espartero.
De Ygnacio y Joselito
el capote torero
asomó por tu manto pinturero.

Tu cura dice misa
y se sienta a charlar con el barbero
en mangas de camisa.
Echa alpiste al jilguero
y se come tranquilo su puchero.

FERNANDO VILLALÓN
Oda a la Virgen de La Macarena


domingo, 24 de marzo de 2013

Crónica del Domingo de Ramos en Las Ventas: torres de arena


Tras el baile de torres en los corrales –cuatro Torrestrellas remendados con dos Torrealtas-, los habituales de Las Ventas, una vez más, nos temimos lo peor, y como en una copla de León y Quiroga, nos preparamos para cantar “e igual que de arena, nuestras torres de afición vinieron al suelo”. Pero, por una vez, cambió el aire de nuestra maltrecha veleta, y la corrida que inauguró la temporada madrileña resultó interesante. Que la peor sea ésta.

Tres toros –segundo, tercero y cuarto-, cada uno de su padre y de su madre, nos entretuvieron y, como dicen ahora los revisteros modernos, dieron juego. Empecemos, pues, despachando lo bueno. El segundo de la tarde, un Torrestrella ojo de perdiz muy en Núñez, noble y con movilidad, tuvo la fortuna de caerle en suerte a Eduardo Gallo, ese gallo de Salamanca que, desde hace un año, ha vuelto a cacarear y a plantar pelea. Tras llevarlo al caballo garbosamente por galleos, se fue el charro hasta los terrenos del 7 y allí ligó unas series por la diestra que hicieron aplaudir al Rosco. “Qué bien vestido va Gallo. Éste viene con ganas”, sentenció con su habitual temple. Y no le faltaba razón, porque Gallo está en torero y eso se nota hasta a la hora de cambiar la muleta de mano. Cuando tenía una oreja cortada a ley –no como ésas que últimamente se regalan en Las Ventas- pinchó en lo alto. Luego, nuevo intento con la tizona y varios fallos con el descabello. Adiós oreja y fuerte ovación como único consuelo.


Con el Gallo salmantino, los aficionados empezamos a edificar castillitos en el aire. En éstas, salió el tercer toro, un Torrestrella con un cortijo en el pitón izquierdo, y a su vez, conformen abrían la puerta de toriles, desenchiqueraron un chaparrón de atarse los machos. Antonio Nazaré dibujó algunos naturales muy bellos ante este Torrestrella, que, para contarlo todo, era una raspa impresentable. Bajo la lluvia y entre paraguas, quedamos en los tendidos los aficionados más sufridores junto a algunos incondicionales del sevillano, quienes, al terminar la faena, pidieron la oreja. La presidencia, con buen criterio, no la concedió y todo quedó en una merecida vuelta al ruedo.

Finalmente, el tercer toro con opciones de la corrida fue el cuarto, un Torrealta que lidió Diego Urdiales. El riojano, que se merece todo el respeto por su trayectoria y pundonor, no tuvo su mejor tarde. Algo amontonado, no le dio al toro el tiempo ni espacio que pedía para que la faena tomara vuelo.


Los otros tres toros de la corrida –primero, quinto y sexto- ni valieron ni tuvieron interés. Mansos en mayor o menor grado, sin humillar y agarrados al piso, nos hicieron pasar frío. El lote lidiado este domingo fue, por cierto, el más dispar de hechuras que hemos visto en mucho tiempo. ¿Será posible que la empresa de Madrid no encuentre seis toros dignos y de la misma divisa en el mes de marzo para descorchar la temporada? Esta fiel y bendita plaza de Las Ventas del Espíritu Santo registró un cuarto de entrada. Y a pesar del frío y de la lluvia, la torre de la afición, un año más, sigue en pie.

sábado, 23 de marzo de 2013

Bocadillos para cada orilla

La crisis ha llegado hasta el interior de los bocadillos

"Balcón de artistas; labró
tus encajes el orfebre
trianero, con la fiebre
del beso que te fundió.
 
Betis: sobre ti saltó
Sevilla. Triana: alfil
-que huarda el otro pretil
de la sierpe- tú, pecado
que en el regazo frutado
engendró el puente gentil".
 
(Fernando Villalón)


Hay ciudades rotas por un río y ni los puentes son capaces de unir ambas mitades. El Danubio, por ejemplo, a su paso por la capital de Hungría, fractura irremediablemente a Buda y a Pest. El Sena también impide el idilio total entre las dos riberas de París. En Madrid, superaron la ruptura gracias al marchitamiento del Manzanares. El verde Guadalquivir divide a Sevilla en dos orillas: la correcta y la incorrecta. Según dónde se haya nacido, la fortuna cae de un lado o de otro. Para los trianeros, la orilla correcta es la que tiene vistas hacia La Giralda. Para los macarenos, la que permite contemplar la torre de Santa Ana. Esta desunión se refleja hasta en los más mínimos detalles, incluso, en la elaboración de los bocadillos.
 
Sevilla desde la orilla correcta, según los trianeros

"Paréntesis de pan, de fiambre lleno...
Contenedor a veces de tortilla,
que asoma, delicada y amarilla,
de los crujientes panes en el seno.

De niño te quería de Nocilla,
emplasto avellanado, dulce cieno...
Ya mozo, te encontré mucho más bueno
relleno de sabrosa paletilla.

Contigo, bocadillo, compañero...
no habrá de darme el hambre malos ratos,
aún yendo siempre corto de dinero.

Contigo los consuelos son baratos,
y muchas veces casi te prefiero...
por no fregar yo solo tantos platos".
(Monsieur de Sans-Foy) 

En las calles aledañas a la Plaza Nueva y la Catedral, causan furor los montaditos de pringá y los "piripis". Los oriundos de esta orilla aseguran que la receta del "piripi" es sencillamente deliciosa: pan de baguette crujiente y calentito; queso y baicon, que aportan el sabor principal; lomo de cerdo, que lo dota de consistencia; rodajas de tomate natural para darle un punto de frescura y, finalmente, un toque de mayonesa con un sutil aroma a ajo.
 
El legendario "piripi"

En Triana sostienen que uno es aquello que come. ¿Y ellos que son? Capillitas por encima de todas las cosas, por eso sirven bocadillos cofrades. La Estrella lleva baicon, carne mechada y jamón serrano; la Esperanza, tortilla, queso y jamón de york; el Cachorro, cochinito, bacon y jamón serrano; La O, carne mechada, queso y jamón de york; y las Tres Caídas, carne mechada, queso y lomo adobado. En Triana, realizan estación de penitencia incluso jamando montaditos.



Bocatas cofrades en la Mari

jueves, 21 de marzo de 2013

La Semana Santa de un argentino

Hablamos hoy sobre la Semana Santa de un argentino..., pero no del Papa Francisco, sino del poeta Oliverio Girondo. En 1923 se dedicó a recorrer España en burro, carreta y diligencia: Madrid, Toledo, Valencia, Sevilla, Granada... incluso el culo del mundo: Algeciras. El texto que reproduzco a continuación se titula "Vísperas".

Pingüinos nazarenos (Oliverio Girondo)
 
"Desde el amanecer, se cambia la ropa sucia de los altares y de los santos, que huele a rancia bendición, mientras los plumeros inciensan una nube de polvo tan espesa, que las arañas apenas hallan tiempo de levantar sus redes de equilibrista, para ir a ajustarlas en los barrotes de la cama del sacristán.

Con todas las características del criminal nato lombrosiano, los apóstoles se evaden de sus nichos, ante las vírgenes atónitas, que rompen a llorar... porque no viene el peluquero a ondularles las crenchas.

Enjutos, enflaquecidos de insomnio y de impaciencia, los nazarenos pruébanse el capirote cada cinco minutos, o llegan, acompañados de un amigo, a presentarle la virgen, como si fuera su querida.

Ya no queda por alquilar ni una cornisa desde la que se vea pasar la procesión.

Minuto tras minuto va cayendo sobre la ciudad una manga de ingleses con una psicología y una elegancia de langosta.

A vista de ojo, los hoteleros engordan ante la perspectiva de doblar la tarifa.

Llega un cuerpo del ejército de Marruecos, expresamente para sacar los candelabros y la custodia del tesoro.

Frente a todos los espejos de la ciudad, las mujeres ensayan su mirada “Smith Wesson”; pues, como las vírgenes, sólo salen de casa esta semana, y si no cazan nada, seguirán siéndolo...".

Francis Segura, pregonero de la Semana Santa de Sevilla 2013, en mitad del éxtasis:
"Effetá para Sevilla, Effetá Semana Santa Effetá porque comenten las voces propias y extrañas,
que es Fe tal la que tenemos, que es Fe tal la sevillana,
que arrebató al sarraceno la espiga de la Giralda"
(leer aquí el texto completo).

Noventa años después de la publicación de este texto sobrio y distante de Girondo, en 2013, las vísperas "semanasanteras" las preside la exaltación aguda de un capillita místico (Francis Segura) dentro de un abarrotado teatro de La Maestranza.



Quizás, el punto medio de las "vísperas sevillanas" habría que buscarlo en el camino que separa la marcha "Amarguras" de Manuel Font de Anta y el "Naranjo en flor" -cuajado de azahar- de Homero Expósito... Seguro que al tanguero Papa Francisco le agradaría la idea.


miércoles, 20 de marzo de 2013

Tiempo de torrijas

Mi hermana, en asuntos de comer, no se anda con bromas. Hace poco, se propuso catar las torrijas de todas las confiterías de Sevilla en un fin de semana. No es la primera vez que emprende proezas de esta naturaleza. Si existiera un Libro Guinness Rancio, ocuparía una o dos páginas. Como es muy perfeccionista, acabó elaborando dos rankings: uno de torrijas enmeladas y otro de torrijas con azúcar y canela. Ella sabe perfectamente que no se deben mezclar churras con merinas. El tour torrijero tuvo su guasa. Finalmente, en la primera categoría, ganó el Horno de San Buenaventura (Avenida de la Constitución); y en la segunda, la pastelería Los Angelitos (Calle Santa María La Blanca).


Medalla de Oro en la categoría de Torrijas con miel

Medalla de Oro en la categoría de Torrijas con azúcar y canela

Otras participantes

Diploma a la torrija más empalagosa

La otra tarde, ya en Madrid, fui a tomar café a casa de una amiga (una de las Damnificadas por las Comedias Románticas). Sacó unas torrijas realmente ricas: poco dulces, sin miel y muy migadas en leche. Las había comprado en La Oriental (Calle Ferraz). Otro lugar muy recomendable para surtirse de torrijas es la pastelería Fedra (Calle de Villamanín). Las prepara Antonio José que, para más señas, es un excelente aficionado a los toros. Le conté ambos descubrimientos a mi hermana y ya está planificando un inminente viaje a Madrid.


"La luz —el azahar de Dios— se vino de pronto por las tapias, gateando, y se quedó en la rosa, terminando de pintar los detalles del divino esplendor de la flor, y con qué tino. Una luz que se vino tan callando que nadie adivinó cómo ni cuándo escribió la mañana en femenino. Se fue dorando luego, al mediodía, cuando en sus transparencias ya tenía los últimos milagros del pincel. Y se metió después —¿por qué rendijas?— entre cuadrados panes de torrijas. Y, espesa al derramarse, se hizo miel.


Porque venías por la calle en días como éstos; venías desde tu pueblo, humana abeja reina sin más alas que aquella blusa negra de aquel luto que envejecía contigo a cada paso. Venías con dos cacharros de hojalata que en el camino andado serían alados panales. Venías con tu luto y con tu pena para endulzar el pan de la cuaresma. Yo te recuerdo la voz siempre entre suspiros, como si el suspiro fuera el largo monosílabo con el que tu sangre pronunciaba la pena de nunca supe qué ausencia, si tu marido, si un hijo. Pero eras un dulce luto cuando abrías los cacharros y ofrecías lo mejor que habían libado las abejas. Y como regalo guardado en las faldriqueras de tu carga, algún trozo de panal y un bote de melaza.


La casa toda era una víspera de peroles y lebrillos. El aceite esperaba en las damajuanas o en la tinaja vidriada, y de la panadería había llegado la voz de que ya estaban haciendo pan para torrijas, aquellas barras a las que llamaban teleras. Huevos frescos de las gallinas del corral, tenedores que esperaban en los platos hondos para batir la clara a punto de nieve, con la misma impaciencia con la que esperaban los bieldos en la orilla de la era la hora de la marea y de la parva. Llegabas tú como salida —renacida— de un dulce cuento de cuaresma.


Venías cansada de la clivosa cuesta que te separaba del pueblo, que si duro era subir andando aquella cuesta, más duro, penoso, debía de ser subirla cargada con dos cántaras llenas de miel. Pero venías siempre hermosa de mercancía, deseada en las cocinas de este tiempo donde ya habían tenido su turno espárragos y tagarninas, y espinacas, y ese nunca exacto milagro del majado en el mortero —aceite caliente, pimiento molido, comino, ajos y pan fritos, una gota de vinagre— que tanto ha saboreado a la herencia cocinera de nuestra tierra. Llegabas tú, mujer, melera cuaresmal, como primer personaje de una pasión que iba de la hornilla al paladar. La luz ya lo había terminado casi todo. Faltabas tú, encerrada luz de miel, y le ponías al día ese toque de Dios tan necesario".

ANTONIO GARCÍA-BARBEITO
"Luz de miel"


Feliz entrada de la primavera gracias a los consejos de Mafalda