"Un viejo camarero jubilado del Ritz de Barcelona conservaba el tarjetón del menú de cuando hospedaron allí a Himmler, el 23 de octubre de 1940, y me dijo que uno de los bocaditos que probó y aprobó el Reichsfürer y antiguo criador de pollos fueron precisamente los buñuelos de bacalao. Bueno, por lo menos algún recuerdo positivo se llevó el buen hombre de nuestra tierra, porque lo demás fueron contrariedades: creía que los monjes de Montserrat le iban a revelar el paradero del Grial y le dijeron que allí no había tal cosa y que, si la hubiera, en seguida se la iban a enseñar a él; traía unas escopetas en el maletero pensando que podría cazar antílopes y otra fauna africana y, diluvió de tal manera en los días de su estancia, que hasta se deslució en el quinto toro lacorrida de Las Ventas a la que lo invitó su anfitrión, Serrano Súñer. En fin, un desastre sólo redimido por los buñuelos de bacalao.
Este plato es típico de Semana Santa, cuando comer carne se considera pecado. En Viernes Santo, en la larga Madrugá, cuando la gazuza contiende con la devoción, los bares de Sevilla se ponen a reventar de penitentes vestidos de túnica cofrade, el capirote debajo del brazo, que degluten cantidades notables de tapas; se observará cómo guardan la Cuaresma en que se abstienen de comer carne: ¡ahí triunfan por igual el bacalao y la fe!".
(Juan Eslava Galán, autor de "Cocina sin tonterías").
A propósito de los buñuelos de bacalao, aquí pueden leer cómo se lo pasó Himmler en Las Ventas. Además, les recomiendo encarecidamente un artículo de don Antonio Burgos sobre los Soldaditos de Pavía.
Y si me permiten un último consejo para sus próximas paradas semana-santeras, el mejor acompañamiento para la ración de buñuelos de bacalao es, sin lugar a dudas, la "Crema del Penitente", la primera bebida con sabor cofrade con un "ligero" toque a incienso.
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