Enhorabuena a los publicistas del Litoral, negocio gijonés que se hizo famoso en los años 50 por vender fabada enlatada. En 1995, la compañía -que ahora pertenece al grupo suizo Nestlé- lideró su sector gracias a una campaña publicitaria protagonizada por unas abuelas entrañables... de las de toda la vida. Desde entonces, han hecho anuncios realmente ingeniosos, como el del montañero al que encuentran congelado en mitad del campo asturiano, el de la boda familiar en el pueblo o el del mochilero que quiere conocer los secretos de la fabada tradicional.
En estos días de frío y lluvia, el metro de Madrid está empapelado con una nueva campaña del Litoral. Reparé en ella tras subir las escaleras mecánicas de Guzmán El Bueno.
Mi alimentación es un desastre, sólo tengo un cazo y subsisto gracias a Kellogg´s y los productos de Cogelados La Sirena, pero estos anuncios merecen que compre una lata del Litoral. La publicidad actual es una competición por ver qué marca saca al caballero/señora más desnudo/desnuda. Incluso en los anuncios de perfumes, cereales o yogures, todos aparecen medio en pelotas y enseñando chicha.
La publicidad es un reflejo social bastante fiable. Al fin y al cabo, los anuncios enseñan aquello que los potenciales compradores quieren ver. ¿Y qué vende ahora? La zafiedad. Las abuelas del Litoral constituyen una excepción entre tanto personal exhibiendo sus atributos. Los anuncios de los 30, 40, 50 y comienzos de los 60, en cambio, eran auténticas obras de arte... los había, incluso, subiditos de tono, sobre todo cuando había que promocionar hojas de afeitar.
Después del plato de fabes, puede venir bien una "Digestina"
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