miércoles, 30 de abril de 2014

Aquí te espero, amor, por las veredas

Nos despedimos de abril, mes en que la espiga comienza a relucir...
 

I
 
Aquí tienes, amor, tu antiguo huerto,
con su doblada hilera de granados,
que abril dejó de verde coronados
y junio con sus flores ha cubierto.
 
Y donde en flor segura y fruto incierto
se muestran los olivos blanqueados,
y van al amarillo los sembrados,
y al calor las gayombas se han abierto.
 
Aquí te espero, amor, por las veredas
que no vienen ni van a parte alguna
sino a aquel corazón en donde habitan,
 
y donde aun sin venir siempre te quedas,
y haces mi soledad tan oportuna,
que la paz y el silencio la visitan.
 
 
II
 
En este olivarillo de la loma
que apenas tiene sombra, apena flores
que ilustren su pobreza con colores
o alegren su silencio con aroma,
 
y que devuelven en fruto cuanto toma
de la tierra, y nos da con sus sudores
aceite, que en dorados resplandores
la dura oscuridad reduce y doma;
 
en este olivarillo, mi consuelo
me vino, sin saber cómo ni cuándo,
mientras iba por él entretenido;
 
no sé si es de la tierra o si es del cielo;
sólo sé que lo siento aquí alentando,
y el corazón lo tiene por latido.
 
José Antonio Muñoz Rojas
(Abril del alma, 1942-1943)

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