domingo, 30 de septiembre de 2012

Los malos augurios de "Carnes Prieto"

En Las Ventas, "concurso" y "desierto" son dos palabras que deberían ir cosidas como "chocolate" y "churros", "sábado" y "domingo" o "chotis" y verbena". Desierto quedó el concurso de las novilladas de promoción del mes de julio e igualmente desierto ha resultado este domingo la novillada concurso de ganaderías de encastes minoritarios (¡el festejo más marginal del mundo mundial!). Sobra decir que en ambos casos, "desierto" equivale a "ruina", pero no se trata ahora de ahondar el dedo en la llaga: los aficionados marginales-minoritarios-trogloditas también tenemos sentimientos.


Después de la debacle por el Barcial que jamás se lidió, el invento de la novillada concurso pintaba negro zaíno y sin lucero vega-villar que nos salvara; sin embargo, los sufridores-minoritarios peregrinamos hasta Las Ventas para vivir en nuestras carnes las tribulaciones del festejo. Los dos primeros novillos, ovacionados en el arrastre y que no salieron del todo mal, fueron un espejismo que nos insufló falsas esperanzas. Se trataba de los utreros de Partido de Resina -el más escurrido- y Jaral de la Mira, que sustituía al maldito de Barcial. Ambos se arrancaron tres veces al caballo, sin emplearse en exceso, pero con alegre galope. Luego, en la muleta, el de Partido de Resina fue noble, facilón, algo soso y con la cara a media altura (para cortarle una oreja sin apreturas). El de Jaral, tuvo algo más de clase, aunque fue a menos. Llegó el desastre con el tercero, un novillo guapo de Alonso Moreno de la Cova que se arrastraba derrengado de los cuartos traseros y que se devolvió por inválido. Salió en su lugar un sobrero de Casasola, esto, es, Producciones Domecq, que no pintaba nada entre tanto encaste minoritario y marginal. Fue un zambombo, manso, escobillado y protestón que no sirvió ni para filetes.

El camión de "Carnes Prieto" enfilando el Patio de Arrastre.
Una premonición

Llegó el turno del cuarto novillo, de Cubero-Buendía, que manseó en el caballo -recibió una primera vara criminal-, pero que no embistió mal en la muleta, humillado y con cierta chispa. La faena fue, no obstante, desastrosa y al animal lo arrastraron al desolladero sin torear. El quinto llevaba el hierro de Aurelio Hernando, un jabonero que acometió con emoción en el capote antes de lastimarse la mano derecha en el caballo y de ser escoltado por los bueyes de Florito de nuevo a los corrales. Salió un sobrero, también jabonero de Aurelio Hernando, que produjo cierto efecto de "déjà vu". Al picador no lo quiso ver ni en pintura y en la muleta desarrolló genio y trató de defenderse hasta que lo apuntillaron. El sexto y último novillo era un Coquilla de Sánchez Arjona, más serio que la mar (¿cómo es posible que un supuesto Coquilla pese casi cien kilos más que un Partido de Resina?) que, para no desentonar, cantó la gallina en el caballo y con la pañosa se puso bronco y peligroso. Hasta aquí el capítulo ganadero.

Después de caer el tercero, el personal de la plaza repasando el tapón
de champán para acabar con la mala suerte

Los novilleros -Miguel Hernández "Miguelín", Raúl Rivera y Alberto Escobar-, con sus correspondientes cuadrillas -a excepción de Rafa González-, colaboraron para que el espectáculo fuera aún más ruinoso. Sin presenciar una novillada como la de este domingo, ya dijo el optimista de Murphy que todo es susceptible de empeorar.

Sobre el público, un único apunte: Las Ventas se parece cada día más a la ONU. El mestizaje cultural, como lo llaman ahora los modernos, es apabullante. ¡Eso sí que es variedad de encastes!

Mexicana con mantón de Manila "low cost", vaqueros y a lo loco

La procesión asiática (siempre huyen al tercero)

Amor japonés... pero sin soltar el iPhone

Un nativo con puro, chaqueta de coderas y pulserita de capote.
Prototipo del neo-pijo-taurino

Un andaluz: no sin su "Guita". Rebujito forever

Un clásico: siete chatos de vino (uno por novillo y el de regalo)

La (imprescindible) autoridad

«No había conocido a su padre, pero solían hablarle de él en una forma un poco mitológica y siempre, llegado cierto momento, había sabido sustituirlo. Por eso Jacques jamás lo olvidó, como si, no habiendo experimentado realmente la ausencia de un padre a quien no había conocido, hubiera reconocido inconscientemente, primero de pequeño, después a lo largo de toda su vida, el único gesto paternal, a la vez meditado y decisivo, que hubo en su vida de niño. Pues el señor Bernard, su maestro de la última clase de primaria, había puesto todo su peso de hombre, en un momento dado, para modificar el destino de ese niño que dependía de él, y en efecto, lo había modificado [...] Los alumnos a la vez temían y adoraban al señor Bernard».
(Albert Camus, fragmento de "El primer hombre")
 
 
En pocos días, prácticamente en el mismo fin de semana, he leído tres noticias relacionadas con el vandalismo callejero. La madrugada del 22 de septiembre, una docena de salvajes destrozaron varios coches, quemaron contenedores y arrojaron botellas de vidrio en el concierto MTV Beach que se celebró en Madrid, en las explanadas del Manzanares. Los altercados se saldaron con 60 heridos, veinte de ellos policías. A los detenidos se les acusó de atentar contra la autoridad. Horas después y a pocos kilómetros, otro acto de vandalismo fue el causante de que se suspendiera el partido de fútbol entre El Rayo Vallecano y el Real Madrid. Según el presidente del Rayo, unas personas cortaron los cables de la luz del estadio de Vallecas. Esa misma noche, en Nîmes, unos gamberros rociaron con pintura roja la estatua del diestro Nimeño II que preside, desde hace años, la entrada al anfiteatro romano.
 
 
Estas situaciones sólo se producen en las sociedades en las que los individuos que habitan en ella le han perdido el miedo a la autoridad, desde la más elemental (la familia y la escuela) a la instutucional (el Estado y las fuerzas de seguridad). Entre ambos extremos, hasta al acomodador de cine se le ha perdido el respeto. Escribía Carlos Colón hace algunos años:
 
 
«Al cerrar el último cine de una pequeña ciudad castellana el periódico local entrevistó al acomodador,  el proyeccionista y la taquillera [...] “Los chavales solían acudir al cine en tropel y tomar el gallinero. Allí hacían de las suyas, y más de una vez tuve que llamar a la policía. ‘¡Arevalillo! ¡Que estas bragas no son mías!’, se escuchaba en medio de la proyección y las risotadas de la pandilla del gracioso. Todas las sesiones se saldaban con varios expulsados”, contaba el acomodador. “En este cine se han montado muy gordas”, añadía la taquillera. “Llegó un momento en que el empresario decidió cerrar el gallinero porque la situación era insostenible –puntualizaba el proyeccionista–. Y lo hizo a petición mía porque, al estar la cabina en el mismo gallinero, yo era el principal perjudicado. Se subían al techo de la cabina, que era de cañizo, y cualquier día lo iban a hundir. Eran burrísimos”.

En Sevilla, ni aún en los peores cines de barrio solían llegar a tanto las cosas. Pero Castilla es Castilla y los mozos son los mozos. Además los acomodadores y porteros vestían de uniforme, y en aquellos días (y no sólo en España) un uniforme imponía lo suyo, aunque fuera el campero con sombrero de ala ancha de los guardas de parques y jardines o el de los acomodadores que los viejos sevillanos llamaban groom (anglicismo aplicado a los empleados uniformados, tomado de los servidores de la Caballería Real inglesa). Lo recordaba el otro día, al sufrir las groserías de unos gamberros en la impersonal sala de un impersonal complejo de multisalas incrustado en un impersonal centro comercial, sin portero uniformado que nos salvara. Gamberros ha habido siempre. La novedad es que ahora se saben impunes».
 
 
Curiosamente, hace también pocos días, el Gobierno anunció la enésima reforma educativa de la democracia. El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, ha garantizado que uno de los principales objetivos de la ley consistirá en aumentar la autoridad del profesor, aunque no ha explicado cómo. Desde mayo del 68, esta necesidad -el restablecimiento de una jeraraquía moral- se ha vuelto mucho más apremiante que la Educación para la Ciudadanía, pues la falta de autoridad nos conduce a una irremediable quiebra ética que hace imposible la convivencia más básica. En los últimos años, lo único que se ha definido con precisión ha sido el decálogo para formar a un delincuente.
 
 
En opinión de Vargas Llosa, «es evidente que Mayo del 68 no acabó con la "autoridad", que ya venía sufriendo hacía tiempo un proceso de debilitamiento generalizado en todos los órdenes, desde el político hasta el cultural, sobre todo en el campo de la educación. Pero la revolución de los niños bien, la flor y nata de las clases burguesas y privilegiadas de Francia, quienes fueron los protagonistas de aquel divertido carnaval que proclamó como uno de los lemas del movimiento "Prohibido prohibir", extendió al concepto de autoridad su partida de defunción. Y dio legitimidad y glamour a la idea de que toda autoridad es sospechosa, perniciosa y deleznable y que el ideal libertario más noble es desconocerla, negarla y destruirla».
 
 
Si seguimos fomentando el libertinaje -que nada tiene que ver con la libertad-, pronto iremos al fútbol, a los toros, al cine y a los conciertos con el seguro de vida en la mano.

viernes, 28 de septiembre de 2012

La verdadera historia de un Barcial de ida y vuelta


Se dice, se rumorea, se comenta... Es hora de escribir en negro sobre blanco -en berrendo, como los vega-villares-, la verdadera historia del novillo de Barcial que viajó hasta Las Ventas para ser lidiado este domingo y que, con las mismas, el pasado viernes, regresó a su finca en Salamanca.

Antes de contar este trayecto de ida y vuelta, convendría recordar que, a principios de año, la empresa Taurodelta les pidió a los ganaderos que reservaran una novillada completa para sortearla en el "ciclo de encastes minoritarios", que los buenos aficionados han rebautizado como "ciclo de encastes interesantes". Aquella oferta que le hubiera venido como agua de mayo a una vacada acosada por los controles sanitarios y la endogamia del sistema, se retiró de la noche a la mañana: los novillos de Barcial tampoco pisarían el albero de Las Ventas en 2012. Ante esta nueva adversidad, los ganaderos, abrumados por la idea de alimentar durante otro invierno unos animales que difícilmente venderían como toros, repartieron su bonita camada en varios festejos de rejones celebrados en pueblos zamoranos y salmantinos. Y salieron buenos... ¡superiores! Una tarde, incluso, sacaron a hombros a Jesús Cobaleda junto a los caballistas. Pero en agosto volvieron a soplar los aires caprichosos de Madrid: Taurodelta volvió a ponerse en contacto con los dueños de Barcial para pedirles un utrero que sería lidiado en la novillada concurso de finales de septiembre. Quedaba poco para elegir: la camada, aunque barata, ya se había vendido. En los cercados apenas pastaban dos novillos de buena reata: uno que rozaba los 600 kilos y otro los 450.

La mañana del viernes embarcaron al Barcial grandón, hondo y serio. Cuando llegó a Las Ventas para pasar el primer reconocimiento, los veterinarios le comunicaron al ganadero que ni se molestara en desembarcarlo: por ley, no podían aprobar un novillo que superase los 540 kilos. Y como las adversidades siempre llegan a pares, si el animal bajaba del camión y era rechazado, tendrían que apuntillarlo en la misma plaza al no contar con la Carta Verde, que impide que los toros regresen a sus fincas de origen. Los dueños de Barcial, que son sufridores habituales de este tipo de inconvenientes sanitarios, contaban con un salvoconducto conocido como “Zona de Concentración”, recogido en el BOE. Todo fue, sin embargo, inútil y el equipo veterinario no dio su brazo a torcer: si el novillo bajaba del camión, corría el riesgo de no regresar a Salamanca. Y tras chocar por enésima vez contra el muro de la administración, el utrero berrendo compró su billete de vuelta a la dehesa charra.

De fracaso en fracaso hasta la ruina total, malviven estos ganaderos luchadores y amantes de los toros bravos. No hay que desesperar: visto lo visto, todo puede empeorar. Para algunos, la tostada siempre cae del lado de la mantequilla... por eso hay que perseverar y poner la otra mejilla. ¿Así pretende la empresa de Taurodelta ayudar a los encastes que están al borde de la desaparición? Entre semana, en Las Ventas, celebran edificantes conferencias que luego derriban en cada reconocimiento. La teoría contra la práctica.

Aquí termina la historia real del Barcial viajero que no conoció los corrales de Las Ventas y que, a esta hora, estará mojándose entre preciosas encinas. ¿Habrá influido en su destino que justo antes que él, lidiado en primer lugar, el domingo saldrá al ruedo un novillo terciado -para algunos impresentable- de Partido de Resina? ¿Tendrían miedo los veterinarios de Madrid que el gran y poderoso Vega-Villar hiciese sombra al pequeño utrero que abrirá plaza? Esto ya son suposiciones... aunque, bien pensado, en el equipo veterinario de Las Ventas, ¿no trabaja Javier Morales, hermano del propietario de Partido de Resina? Quién sabe. Pero si una nueva vacada del encaste Vega-Villar viaja al matadero como sucedió con la de Sánchez Cobaleda, y esta vez sin billete de vuelta, que no vengan los llantos. Más hechos y menos palabras.

 

jueves, 27 de septiembre de 2012

El tiempo de melones, cortos los sermones (la fruta 2.0)


La fruta del siglo XXI no sabe a nada, sin embargo, tiene un aspecto magnífico: en eso consiste la alimentación 2.0, en comer con los ojos. Da gloria ver las mandarinas, los melocotones, las cerezas..., tan brillantes, coloridos, tersos y perfectos. Eso sí: cuando los metes en la boca tienes la sensación de estar masticando cartón, más o menos jugoso, más o menos crujiente, pero cartón. La fruta ahora es tan moderna que, incluso, venden una aplicación para saber a través del móvil si un melón está en su punto: el Melón Meter. Dar golpecitos en los extremos del melón o calcular cuál pesa más es de antiguos: ¡si quiere catar buenos melones, cómprese un iPhone!

«Dar con buen melón y buena mujer, acierto es.
El casamiento y el melón, por ventura son.
Cigarro puro, melón y mujer; más vale acertar que escoger.
El toro y el melón, como salen, son»

Desgraciadamente, los de iPhone no saben distinguir un melón de una sandía.
De momento, no tengo constancia de que hayan inventado
una aplicación para "catar" mujeres. Seguiré investigando.

«La biodiversidad agrícola se ha visto mermada en el último siglo de manera alarmante y los cultivos son cada vez más homogéneos. La riqueza que antaño atesoraba la tierra, se está perdiendo a pasos agigantados. "Si mantenemos las catedrales ¿Por qué no se defienden las semillas? No es un planteamiento catastrofista, es realismo", censura Jaime García, ingeniero de montes que coordina a 40 agricultores de la Serranía de Ronda (Málaga) en un proyecto para recuperar las variedades locales».

Bueno, bonito y barato


Pero la verdadera revolución es el proyecto «Melonomics» de Villaconejos (cuenta la leyenda que fue un soldado conejero quien, tras regresar a casa desde tierras africanas, trajo las primeras semillas de melón a la Península envueltas en un pañuelo). Sea como fuere, el melón es la única fruta 2.0 que ha ganado con el paso de los años. Ahora venden unos melones estupendos todo el año. El resto de fruta, lo dicho: puro cartón. A cambio, pasear por los mercados se ha convertido en una delicia para los ojos, tanto como visitar un museo.

Mercado de San Miguel en Madrid
y la "Señora Fruta" en la Plaza Mayor

Las lenguas de vecindonas


Con el final de las vacaciones de verano, cientos de municipios españoles vuelven a quedar vacíos y fantasmagóricos. En ellos, apenas permanecen una docena de nativos que atrancan bien puertas y ventanas ante la llegada del otoño. No hay niños por las calles, el único bar cierra, también la tienda, y sólo de cuando en cuando pasa una furgoneta de reparto de pan. Ya nadie quiere vivir en los pueblos. En Italia, en cambio, la crisis ha provocado el regreso con la "mamma": un éxodo masivo a la casa familiar de toda la vida, a orillas de la olla y el brasero. Cuando el hambre aprieta, las luces de la ciudad no deslumbran tanto. En España nos resistimos más, aunque poco a poco también vamos sucumbiendo. “El número de llamadas que recibimos de gente buscando una oportunidad porque ya no tienen empleo en la ciudad crece de manera abrumadora", aseguran desde una organización llamada "Abraza la Tierra" (¡manda güevos el nombre!). Probablemente, sólo hay una cosa que separa a los españoles del guiso de la "mamma" ibérica: las lenguas de vecindonas.

"Yo no escucho lo que dicen las lenguas de vecindonas,
porque de sobra yo sé por quién está su persona.

Cinco luceros azules alumbran cinco farolas,
desde su casa a mi casa,
desde su boca a mi boca.

Cinco añitos que le quiero,
cinco añitos que me adora.
La mala gente ¡qué sabe!
qué sabe de nuestras cosas.

Si yo sé que me quiere como le quiero
pa' qué darle tres cuartos al pregonero..."


El invierno en los pueblos resulta largo y no hay muchas diversiones... ¡si al menos soltaran un novillo regordío por las calles de vez en cuando! Todo es igual día tras día: la misma calle, los mismos balcones, las mismas piedras, el mismo perro. Por eso no hay que quitarle ojo a la casa del vecino, incluso a los detalles más prosaicos: ¿qué hará? ¿con quién estará? ¿quién ha llamado a la puerta? ¿quién es ése que se ha instalado con don Fulano? Hasta la ropa colgada en el tendedero puede animar una tediosa mañana de jueves.

"A las claritas del día,
a las claritas del día,
tu ropa a los cuatro vientos,
meciendose con la mía.
Sevilla de comentarios,
desde Triana a San Gil,
poniendonos a diario,
como hoja de perejil".


A veces se ven unas cosas tremendas. ¿Será posible que la niña de doña Inés esté saliendo con un hombre que ya peina canas? ¡Y lo pasea por la Calle Real!

"Cuando nos vieron del brazo,
bajar platicando la Calle Real,
pa' las comadres del pueblo
fue la letanía de nunca acabar:
Que si puede ser su pare...
Que es mucho lo que ha corrío...
Que un hombre así, de sus años,
no es bueno para marío..."


La envidia de las cotorronas en los pueblos viene de antiguo y se menciona hasta en las novelas. Fíjense en este fragmento de "La Colmena" de Camilo José Cela:

- Déjeme que me presente: soy la señora de Gutiérrez, doña María Ranero de Gutiérrez; tome usted mi tarjeta, ahí va la dirección. Mi esposo y yo vivimos en Tomelloso, en la provincia de Ciudad Real, donde tenemos la hacienda, unas finquitas de las que vivimos.
- Ya, ya.
- Sí. Pero ahora ya nos hemos hartado de pueblo, ahora queremos liquidar todo aquello y venirnos a vivir a Madrid. Aquello, desde la guerra, se puso muy mal, siempre hay envidias, malos quereres, ya sabe usted.

Los malos quereres son el impuesto a pagar por meter la nariz en el rico puchero en la casa del pueblo. Por ello, cuesta trabajo hacer la maleta y dejar atrás la gran ciudad anónima... maldita sea la gente.


"Ya podéis hablar de mí
Porque a ningún hombre quiero
Ahora sí podéis decir,
que me sobra el mundo entero...
La gente, tiene la gente,
maldita la condición
de quién no habla frente a frente
y murmura sin razón".

"Calle Mayor" (Juan Antonio Bardem, 1956)

martes, 25 de septiembre de 2012

Lengua de la Nueva Tauromaquia (LNT)

Estos días, la prensa continúa resacosa tras la catarsis tomasista-nimeña, que purificó el espíritu de tantas criaturas que viajaron cientos de kilómetros para tutearse con el Dios del toreo y arrancarle los alamares en el umbral del anfiteatro romano. La mañana, como comprenderán, dio para llenar varios pantanos de épica incluso en tiempos de sequía. Tal y como aseguró Simón Casas, empresario/productor artístico de Las Arenas de Nîmes, «José Tomás ya ha muerto en la plaza: en realidad, es Manolete resucitado». En la catarsis nimeña -fruto, como todas las catarsis, de la compasión y el miedo, eleos y phobos- no faltó de nada: tuvo una resurrección... y un indulto.

Simón, ese empresario que, si no existiera, habría que inventarlo

Ya ha regresado "Ingrato", el toro de Parladé salvado por el Dios JT -a semejanza de los emperadores cuando le concedían la vida a los gladiadores elevando el pulgar-, a su finca en "Lo Álvaro", paraíso en la tierra donde tiene a sus pezuñas un harén de 25 vacas. Gracias a la bondad de JT y sus picadores, el animalito sólo recibió dos puyazos breves, limpios y al relance y, una semana después de la catarsis, se encuentra fuerte y sano. Su ganadero, Juan Pedro Domecq Morenés, hijo del creador del "toro artista" y la "toreabilidad", aseguraba en una entrevista para "La Razón" que «no ha tenido ni fiebre, que es la mejor señal». Continúa Juan Pedro: «No pude ir a Nimes, pero por los vídeos que he visto fue un toro muy importante, con una bravura exquisita [...] Todo un cóctel de caracteres aglutinado en un genio y para otro genio».

El exquisito "Ingrato"

No me negarán que las palabras del ganadero son asimismo geniales: la "bravura exquisita" me ha llegado al alma. También me gusta cuando los toros salen "manejables", "toreables", "comerciales" o "enrazaditos" (¿no es más bonita la palabra "casta" en vez de "raza", que suena a perro?). Recuerdo otra frase maravillosa de Álvaro Núñez Benjumea, propietario de la ganadería de Núñez del Cuvillo: «La bravura nace de la mente del ganadero». Olvidó decir que también de su boca. Habría que registrar todas estas perversiones lingüísticas en un diccionario sobre la neolengua del toro de lidia que, a buen seguro, se convertiría en todo un best-seller.

Ejemplo de toro manejable

Pero, bien mirado, ¿cómo no van a salir toros de bravura exquisita si son "instrumentos musicales"? A la pregunta de si consideraba ético que los toreros eligieran para sus gestas "astados mansitos", Simón Casas, el productor de arte, respondió hace pocos días: «Mire, yo estoy a favor de que escojan el tipo de toro. Como los músicos, son libres para elegir su 'instrumento', ya sea un chelo o una trompeta. El peligro no viene de la envergadura del animal ni de su peso. Lo pone la manera de torear, el estilo... ¡Lo importante es la interpretación!».

Cuestión de estilo

Precisamente, esta semana se quejaba Alfonso Ussía también en "La Razón" de los neousos lingüísticos de la modernidad en los medios de comunicación: «En los informativos de las radios y las cadenas de televisión, han crecido como enanos los trituradores del lenguaje. O por analfabetos, o por cursis o por obediencia y seguimiento de consignas nubladas». En el toro, sin duda, nos hemos vuelto unos cursis: exhalamos almíbar. Franco, a nuestro lado, con su España como destino en lo Universal, por el Imperio hacia Dios y la conspiración judeo-masónica, era una sobria fachada románica. ¡Los ganaderos son los verdaderos prodigios del barroquismo lingüístico!

Para prendas delicadas y exquisitas

¿Qué análisis haría Víctor Klemperer de las musarañas verbales de los nuevos criadores de toros exquisitos, verdadera coctelería de caracteres? Probablemente las llamaría LNT ("Lengua de la Nueva Tauromaquia" o "Lengua de las Nuevas Tonterías"). La polisemia de las siglas, otra cuestión muy de moda, ya se sabe, es peligrosa y, a menudo, no entiende de exquisiteces.

Falta de comunicación con el barman


En 1946, John Ford, un genio que dirigía películas, rodó "My darling Clementine", que en España se tituló de forma rimbombante "Pasión de los Fuertes". Estaba protagonizada por Henry Fonda, que encarnaba al legendario Wyatt Earp. "A Ford le gustaba su forma de caminar -escribió Winston Miller refiriéndose a Fonda-. Hubiera sido capaz de mirarle recorrer una calle entera. Su forma de andar era única".  

En estos tiempos en los que todo el mundo acude al psicólogo/psicoanalista/psicopedagogo y que desde nuestra más tierna infancia nos enseñan a expresar nuestros sentimientos a través de una incontenible verborrea bajo riesgo de quedar traumatizados de por vida, recuerdo un memorable diálogo entre Fonda (Earp) y el barman del Saloon de Tombstone.

 - Barman: ¿Un whisky, sheriff?
- Fonda: ¿Tiene inconveniente en que le haga una pregunta personal?
- Barman: No sheriff. Pregunte lo que quiera.
- Fonda: Mac, ¿Ha estado usted enamorado alguna vez?
- Barman: No, sheriff. Yo siempre he sido camarero.


Antes, nadie acudía al psicólogo. Los creyentes se desahogaban con el cura y los ateos con el camarero. Creo que eran tiempos más cuerdos (y silenciosos). Actualmente, la vida se resume en un gran problema de "falta de comunicación": con la pareja, con los amigos, con los hijos, con la familia, con uno mismo... El hombre moderno habla una barbaridad, casi más que las mujeres. Es insoportable. Desde pequeños, en los colegios (yo pertenecí a la funesta LOGSE), nos están metiendo en la cabeza que debemos ser "empáticos" y no reprimir nuestros sentimientos. Me imagino que la cosa ahora estará aún peor. Estos son los nuevos mandamientos del "macho" del siglo XXI:


- La charla femenina cohesiona el mundo (Louann Brizendine, neuropsiquiatra estadounidense. Para Brizendine, educar a un niño era más difícil que educar a una niña).
- Las conversaciones no abordadas son las que generan sufrimiento (Cristina Naughton, psicóloga argentina).
- Que las mujeres dejen de reprimir su talento y los hombres dejen de castrar su vida emocional (Mineke Schipper, antropóloga holandesa. Nació en Holanda, pero descubrió la antropología en el Congo. Investigó refranes machistas en todas las culturas).
- El hombre del siglo XXI es mujer (Pilar Rahola, un aparato).

Así luego pasa lo que pasa

La "inteligencia emocional" también está muy de moda -incluso hay "tests" en Internet para averiguar si eres emocionalmente inteligente-, pero sigo sin saber qué significa. No en vano, con intención de modernizarme, fui a la sección de auto-ayuda de una librería a ver si me enteraba. Salí igual que entré. Hojeé un libro sobre la materia que, según decía en la portada, era un best-seller mundial (por Daniel Goleman). No pasé del índice. Estos eran algunos capítulos:

- ¿Para qué sirven las emociones?
- Anatomía de un secuestro emocional
- Cuando el listo es tonto
- Conócete a ti mismo
- Esclavos de la pasión
- Las raíces de la empatía (sospechaba que la empatía iba a salir por alguna parte)
- Ejecutivos con corazón
- El crisol familiar
- Trauma y reeducación emocional
- El temperamento no es el destino
- El coste del analfabetismo emocional
- La escolarización de las emociones



Tuve que cambiar de libro. Cogí el de la estantería vecina: "Estoy casada pero me siento sola. Como reencontrarse y recuperar la pareja", de Alejandra Stamateas. Lo abrí al azar por el capítulo 10. Empecé a leer:

"Muchas mujeres se preocupan al no percibir ninguna señal de comunicación por parte de sus parejas: ni palabras, ni expresiones faciales significativas, ni ningún contacto visual. A alguien le podría parecer que son dos extraños bajo un mismo techo. Sin embargo, él parece poder comunicarse con todo el mundo, con todos es un hombre encantador; «¡A ti sí que te tocó la lotería, nena!», te dicen. Pero da la sensación de que este hombre tan elogiado ha decidido no hablar ni con su esposa ni con sus hijos. La falta de comunicación es uno de los principales problemas de las parejas de hoy, junto con la falta de proyectos en común, de sueños y de ideas. Y es generalmente la mujer la que comienza a advertir esta carencia [...] Cuando no podemos decir aquello que nos molesta, que nos hiere, nuestro cuerpo será el receptor de todas esas emociones negativas que escondemos y terminará enfermando. Nuestro cuerpo comenzará a dar el mensaje que nuestra boca es incapaz de transmitir. EL SILENCIO NO ES SALUD. Si no hablas, tu cuerpo se volverá más vulnerable a ciertos tipos de síntomas y enfermedades: asma, varices, diabetes, osteoporosis o artritis, dolores permanentes de cabeza, etc.".

Confirmado: en el siglo XXI, el silencio es perjudicial para la salud. Pero, ¿por qué ninguno de estos afamados autores habla sobre la falta de comunicación con el barman? Me parece un asunto crucial. En China, incluso, existen bares donde permiten pegar al camarero para descargar tensiones.
Quino

"Mi psicoanalista me advirtió que no saliera contigo, pero eras tan guapa que cambié de psicoanalista" (Woody Allen).

Cuando salí de la sección de auto-ayuda, no podía sacarme de la cabeza aquella copla-marcha con letra de Rafael de León: "Silencio, cariño mío" (sí, lo sé, soy una antigua para los restos).

"Un torito de locura
va corriendo por mis venas,
el torito de Miura
de un querer que me envenena.
Yo no sé si darle muerte,
Virgen morena del Baratillo,
o quedarme con mi suerte
y que me claven siete cuchillos...
Y sin juez ni tribunales
a morir, yo me sentencio,
con mis duquitas mortales,
en una cruz de silencio".

¡Ay, una cruz de silencio! Qué maravilla... Quién la pillara.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Naufragios... por exceso y por defecto

Amaneció el domingo veraniego y a la hora del reconocimiento tornó a otoñal. Un mal presagio. Dos novillos de Sánchez Fabrés no superaron el fielato veterinario y regresaron en un camión a Salamanca. A cambio, entraron dos novillos de Sobral, antigua ganadería de Ángel Bohórquez y de procedencia Marqués de Domecq-Cebada Gago. Completaba la corrida (o el gazpacho) otros tres novillos de Hoyo de la Gitana (sangre Santa Coloma, vía Graciliano).


Quién le iba a decir al ganadero Juan Sánchez Fabrés -quien hasta hace poco se desesperaba al ver cómo rechazaban sus Coquillas por pequeños- que este domingo en Las Ventas le echarían para atrás un novillo... ¡¡por 8 kilos de más!! El viernes, al desembarcar, pesó 548 kilos y desde entonces no hubo negociación posible con los veterinarios: el utrero no se aprobaba. Esta mañana, una nueva desgracia: otro de los animales cogeaba. Finalmente, sólo podía lidiar uno, en sexto lugar. Un novillo cárdeno bragado meano, de nombre "Torrero" y 485 kilos era el irrisorio premio por llevar una de las mejores novilladas a Las Ventas el año pasado. Hay ganaderos que, a veces por defecto (cuando la vacada tiraba más a Coquilla: terciadita, móvil y con mucho nervio) o por exceso (cuando metió sangre Buendía), contemplan desde su callejuela sin salida cómo todo un encaste se aproxima a la desaparición por culpa de la insensatez de veedores, veterinarios, empresarios (¿así pretenden los de Taurodelta ayudar a las "ganaderías minoritarias"?), periodistas y aficionados. Sea como fuere, forzado por las circunstancias, en lo de Sánchez-Fabrés, poco queda de Coquilla. Y mientras el reconocimiento terminaba y daba paso al sorteo (con las cuadrillas deseando que les tocaran las dos bolitas de Sobral), el cielo iba coloreándose de cárdeno oscuro.

Excesos y defectos

Antes de que sonaran clarines y timbales ya habían caído las primeras gotas del otoño. Abrió cartel el primero de Hoyo de la Gitana, geniudo y peligroso, pero con la virtud de la humillación. El catalán Jesús Fernández le bajó mucho la mano y, tragando los parones a mitad del embroque, firmó una faena más meritoria que lucida. El segundo también era un graciliano de Hoyo de la Gitana. Éste con buen fondo, pero falto de fuelle. Mario Alcalde ejecutó un trasteo de claroscuros, con algunos momentos de buen gusto, al mismo tiempo que arreciaba el viento, el cielo se ennegrecía y, de nuevo, comenzaba a llover. En las manoletinas finales, por culpa de la mala colocación, el novillo lo arrolló en una voltereta interminable, encunándolo en el aire. Salió Alcalde con dos cornadas que no le impidieron estoquear al animal antes de entrar definitivamente a la enfermería. Su cuadrilla dio en su nombre una vuelta al ruedo después de que el público pidiera mayoritariamente la oreja.

Dos hermanos contemplan, arrebujados bajo la manta,  el nefasto tercio de varas

El tercero, también de Hoyo de la Gitana, vio como le sacaban el pañuelo verde por estar cojo de una mano. Se decidió entonces correr turno y desenchiquerar a "Torrero", la única carta de Sánchez Fabrés, y que tenía prisas por salir al albero oliéndose el diluvio que se aproximaba. Fue este "Torrero" un novillo fijo, pronto, encastado y tobillero, que rebañaba y cabeceaba mucho. Nada fácil. Jamás se le toreó, ni se le bajó la mano, ni se le perdieron pasos. Tampoco se le picó bien y recibió dos horrendos puyazos traseros. Tras una docena de series, "Torrero" continuaba en el centro de la plaza con la mirada atenta y aún ganas de embestir. Finalmente, Jesús Duque lo despachó de un bajonazo infame, epílogo del trato que ha recibido la ganadería de Sánchez Fabrés en Las Ventas esta temporada. El animalito murió de pie y sin abrir la boca. Hubo aficionados a los que no les gustó "Torrero". Personalmente, me quedo con ganas de ver más novillos de esta ganadería. Dicen que para el año que viene guardan una corrida de toros...; veremos si a este paso habrá "un año que viene".


La tarde se iba poniendo borde

Los tres últimos novillos fueron de Sobral, con dos buenos: cuarto y quinto. Ya jarreaba con ganas y los tendidos estaban prácticamente vacíos. Con lluvia y sin la mirada santa colomeña, el festejo se diluía irremediablemente. Mario Alcalde no volvió a salir de la enfermería y Jesús Fernández tuvo que matar otros dos novillos. Quizás nunca llegue a figura, pero este domingo ha tragado quina y se la ha jugado con franqueza, también con el estoque. Su compañero, Jesús Duque -que brindó el quinto a su apoderado, Alipio Pérez-Tabernero- cometió el error de alargar en exceso sus faenas sin realizar nada destacable. Su paso por Las Ventas ha sido incoloro, inoloro e insípido, como estas primeras aguas del otoño.

Estocada de Jesús Fernández

Finalmente, la novillada osciló entre los 464 y los 509 kilos. Entretanto, en La Maestranza, dos figuras del momento, Manzanares y Talavante, estoqueaban una corrida de Juan Pedro Domecq-Núñez del Cuvillo que estuvo entre los 509 y los 535 kilos. Cuando un supuesto novillo de Coquilla da en la báscula 548 kilos y las figuras matan animales de quinientos y poco en plazas de primera categoría -es decir, cuando hemos perdido todo sentido de la medida- estamos abocados al naufragio.

"Toro" lidiado por Manzanares este domingo en La Maestranza

"Novillo" lidiado por Jesús Fernández este domingo en Las Ventas

"Fue algo inaudito: como hablar con Dios y que te conteste"


Como cada domingo, repaso la prensa mientras desayuno. Al coger el ABC de Sevilla, casi me atraganto con la magdalena de la centenaria Tahona Magallanes. Don Antonio Burgos me cita en su recuadro titulado "Camisetas de protesta" (leer aquí el artículo completo). Sólo se me ocurre aquello que dijo un allegado del torero colombiano César Rincón cuando abrió por cuarta vez la Puerta Grande de Las Ventas en la misma temporada: "Fue algo inaudito: como ir a hablar con Dios y que te conteste".

Gracias, don Antonio.

Moon River

"Desayuno con diamantes" (Blake Edwards, 1961) es una película ramplona con una música tan maravillosa que resiste y mejora con el paso de los años. No en vano, Henry Mancini se llevo los "óscars" a la mejor banda sonora y a la mejor canción por "Moon River", cuya letra, de Johny Merced, fue escrita expresamente para Audrey Hepburn, que no tenía nociones de canto -su voz de grillo era inversamente proporcional a su encanto-. No en vano, la escena de Holly cantando en el alfeizar de la ventana casi fue eliminada, aunque en el último momento, y gracias al empeño de la actriz, se mantuvo. Curiosamente, se convirtió en un éxito y hasta la fecha ha sido versionada por múltiples cantantes como Frank Sinatra, Andy Williams o Louis Armstrong.


Lo mejor que se ha escrito sobre "Moon river" lleva la firma del inigualable José Luis Alvite en un artículo titulado "Hidra de luz":

"Puede que lo mío por Henry Mancini sea algo más que devoción y que si me gustan sus partituras y sus arreglos sea tal vez porque me producen un placer sencillo, casi elemental, que me permite percibir cierta sofisticación en las circunstancias menos propicias. Sin ser un músico capaz de sustraerte de la realidad, en cambio es uno de los mejores para hacértela más llevadera, hasta el punto de que no hay un martini que no mejore su sabor si en el momento de probarlo suena la melodía que nos recuerda la secuencia de «Charada» en la que el «bateau mouche» se desliza por el Sena como un témpano de flúor, como una hidra de luz. Cualquier conversación resulta más interesante si suena de fondo una de esas melodías de Mancini en las que a mí me parece que, a pesar del frío de la calle y de la lluvia en la ventana, siempre hace buen tiempo. Con el trasfondo de su piano parafraseando lo más agradable de la vida cotidiana, he conseguido a veces parecerle a mis parejas más inteligente de lo que soy. Puede que la suya sea eso que los intelectuales desprecian por considerarla «música de ascensor», pero a mí eso me trae sin cuidado. Yo no administro las emociones en función de su densidad académica, ni me planteo siquiera que Mancini pueda haber compuesto algunas de sus mejores partituras transcribiendo en un pentagrama el ruido de la cubertería del casino de Montecarlo al extenderla sin criterio sobre el teclado del piano.

Me basta con haberme dado cuenta de que si la Audrey Hepburn de «Desayuno con diamantes» resulta hermosa mientras canta «Moon river» en la escena del alfeizar de su ventana es porque su rostro es hermoso aunque se haya maquillado con el agua del lavabo y también porque con la partitura de Henry Mancini cualquier mujer resulta diez años más joven y cinco quilos más delgada. Algo tendrá esa canción, en apariencia tan sencilla, para que haya perdurado como una de las memorables del cine. Aunque estas cosas son siempre opinables, resulta evidente que sin la melodía de Mancini a su favor, ni la belleza de Audrey nos parecería de verdad indiscutible, ni «Desayuno con diamantes» habría superado con tanta dignidad los inevitables estragos del tiempo. Hubo y hay actrices más hermosas que ella, y también las hay que resultan profesionales más brillantes, con la diferencia de que así como uno puede recordar la belleza casi dogmática del rostro de Ava Gardner, gracias al delicioso Henry Mancini podremos estar de acuerdo en que la de Audrey Hepburn es una cara que recordaremos no sólo por sus facciones limpias, por sus gestos tan aseados, casi farmacéuticos, sino, y sobre todo, porque aunque cometiésemos el pecado de olvidar su nombre, podríamos tararear su rostro".


"Moon River, wider than a mile,
I'm crossing you in style some day.
Oh, dream maker, you heart breaker,
wherever you're going I'm going your way.
Two drifters off to see the world.
There's such a lot of world to see.
We're after the same rainbow's end
waiting 'round the bend,
my huckleberry friend,
Moon River and me".


"Me casaría con usted si tuviera dinero, por eso es una suerte que ninguno de los dos seamos ricos", decía una pragmática Hepburn al incauto George Peppard. En la película, ni ella era prostituta de lujo (el personaje se convirtió en una chica alocada que pedía 50 dólares para ir al tocador), ni él un gigoló. Así se resolvió la versión light de la novela de Capote para no contravenir la moral puritana de la época. Peppard era como esos buenos toreros que nunca entraban en los carteles y eran maltratados sistemáticamente por los empresarios. Actuaba bien, tenía clase y, después de Paul Newman, era el hombre más guapo de Hollywood. Sólo protagonizó dos pelis de éxito -"Desayuno con diamantes" y "Con él llegó el escándalo", además de la serie "El equipo A"- y murió, siendo prácticamente un desconocido, a los 65 años de un cáncer de pulmón. Un café con Peppard sí que era un desayuno con diamantes ante un escaparate de ojos azules.