En la mañana del 1 de enero de 1931 pasean por las calles sevillanas del barrio de Triana los toreros Curro Puya y su pariente Joaquín Rodríguez Cagancho, después de una noche de villancicos flamencos. Los dos proceden de familias gitanas de herreros, arrullados por cantes de fragua y nanas por seguiriyas.
El abuelo de Joaquín, con el mismo apodo, fue un cantaor de mucha clase. Los dos toreros andan despacio por la calle Pagés del Corro [...] Hablan de los vestidos de torear encargados para la temporada que comienza. Cagancho gusta el nazareno, del oscuro tabaco y del negro y oro.
- Joaquín, ya sabes que a ese terno le llaman el catafalco; trae mala suerte.
- No soy supersticioso, Curro. El nazareno me hace pensar en el Cristo del Gran Poder, le rezo mucho y me ayuda en los ruedos. El otro, que tú llamas catafalco, me da solemnidad; por algo me llaman El Faraón.
- Mira, primo, a mí me consideran supersticioso por apodarme Gitanillo de Triana. Me traen suerte los colores claros. Voy a estrenar el gris perla y plata, que es muy seguro contra el mal fario.
- Yo no me fiaría, Curro. A ese color le llaman los revisteros Miércoles de Ceniza. Te puede ocurrir una esaborisión (*).
- Deja en paz a los malos mengues. He toreado mucho con Vicente Barrera que es de Valencia y no cree en esas tonterías. Alterno con Marcial Lalanda, madrileño, al que le ha tocado ver la muerte de Granero y Varelito en el ruedo. ¡Y no creo que sea gafe! Torearé el 31 de mayo en Madrid con él y no siento la jindama. Por si acaso, ese día llevaré el vestido nuevo, ceniza y plata. Los toreros castellanos no creen en esas tonterías. Voy a dar la alternativa en Barcelona a Domingo Ortega, un muchacho de un pueblo de Toledo. Va a ser un fenómeno. Lo ha dicho Belmonte.
- Eso no puede ser, Curro. De Despeñaperros para arriba se trabaja. Ortega será como dice Belmonte, pero un trabajador. Tú y yo somos artistas. Se nos nota la sangre de reyes en la palma de la mano. Sólo se torea de Despeñaperros para abajo. Lo demás es trabajar.
(Fragmento del libro "República y toros" de Fernando Claramunt López)
(*) Escribía Joaquín Vidal en una crónica del 12 de fabrero de 2001 en Valdemorillo: "La
corrida constituyó una esaborisión, que dirían en la tierra de María Santísima;
un regalo envenenado, que prefieren expresar ejecutivos; una putada, hablando
en plata".
No hay comentarios:
Publicar un comentario