lunes, 25 de febrero de 2013

Celeste y plata

“Y antes que un tal poeta, mi deseo primero hubiera sido ser un buen banderillero”
(Manuel Machado)


Agustín Serrano
Fotografía: Juan Pelegrín

Si tú supieras, chaval,
lo buen torero que fui,
ni me trataras tan mal
ni me gritaras así.

Tú me miras de soslayo
con actitud altanera,
más que si fueras El Gallo
o Lagartijo o El Guerra.

Guárdate tus reprimendas
y no te engrían tus pelas,
que de toros no chanelas
lo que chanela mi menda.

Yo también comí del toro
en mi juventud lejana,
enfundado en terno grana
con guarniciones de oro.

Pero un pitaco certero
me partió la femoral.
Después... ya na’ fue igual,
ni ilusiones ni dinero.

Aquel recuerdo me mata
por triste y esaborío,
pero yo tengo mi casta,
mi enjundia y mi señorío,
y soy torero de entrega,
ya sin muletas ni estoques,
pero sí con palitroques
y con capotes de brega.

Es verdad: perdí mi pasta
y mi cartel de tronío,
pero aún me quedan bríos
pa salirle a cualquier barbas,
y colocarle en lo alto
-escucha tú, que tanto hablas-
por los terrenos de adentro,
un par soberbio en las tablas.

Dios quiera que nunca sepas,
chavalillo presumido,
lo que es un pitón hundido
en tu carne hasta la cepa.

¿Qué estoy llorando? ¡Ya sé!
¿Y por qué voy a negarlo?

Pero ¡hombre!, escucha muy bien
lo que yo te estoy hablando:
No es que te vuelva la espalda
por chalao ni majareta.

¡Es que quiero que te enteres,
que entoavía peino coleta!
Y lloro porque me acuerdo
que pude ser y no fui
un primate del toreo,
sol de mi raza cañí...

Y porque sólo me queda
una espá que ya no mata,
un pitillo, dos monedas...
¡Y un terno celeste y plata!

(FEDERICO GARIBAY ANAYA)

Curro Robles
Fotografía: Juan Pelegrín


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