viernes, 6 de junio de 2014

Mano maestra del Puerto de San Lorenzo. Los caminos de Taurodelta son inescrutables


Las divisas charras no estaban teniendo buena suerte este San Isidro. Excepto un sobrero del Vellosino lidiado por Juan del Álamo a principios de la feria, Valdefresno y El Pilar pincharon, de Montalvo se esperaba más y sólo quedaba la carta del Puerto de San Lorenzo para salvar la mano. A priori, el cartel de este jueves -con Padilla, El Cid y Daniel Luque- resultaba altamente disuasorio. Parecía una de esas pruebas de fe que, de vez en cuando, organiza la empresa de Madrid para medir la resistencia de los aficionados, atorados tras un mes de toros. Pero he aquí que los caminos de Taurodelta son inescrutables y, lo que olía a descalabro, se convirtió en la mejor corrida de la feria, desde el punto de vista ganadero.
 
 
Lo del Puerto de San Lorenzo quizá no ha llegado a escalera de color, pero se ha quedado en póquer. Corrida muy bien presentada con un toro excelente, Cartuchero (3º), que optará, sin duda, a uno de los mejores del ciclo. Sobre el tapete también despuntaron, y con nota alta, Langosto II (5º, picado de forma criminal), Pitito (4º) y Mariposino (6º). Tuvo mucha calidad Langosto I (2º) pero le faltó fuerza, mientras que Bilanero (1º) fue devuelto por inválido, saliendo en su lugar un ejemplar soso del mismo hierro. El comienzo del festejo, con la aparición de los bueyes de Florito, afianzaba los peores augurios, no obstante, la tarde se fue calentando como una cautivante partida de cartas. Y es que la corrida del Puerto también ha apretado en el caballo, comportamiento no siempre usual en el encaste Atanasio-Lisardo. Enhorabuena, por tanto, a los ganaderos, Lorenzo y José Juan Fraile, así como al mayoral de la casa, el también picador Ney Zambrano. Así se viene a Madrid, con un as en la manga cuando nadie lo espera.
 
 
Daniel Luque, en su mejor versión, supo aprovechar las magníficas cartas que le deparó la suerte: Cartuchero y Mariposino. El sevillano, inspirado, hizo gala de cabeza fría y pies atornillados en el albero. Entendió bien a su lote, especialmente al sexto, se ajustó a ratos, templó a veces, exhibió desenvoltura con el capote y mató decorosamente, cortando oreja  y oreja. Digna Puerta Grande, de las que, hablando en román paladino, calientan sin llegar a quemar. Las embestidas y el galope de Cartuchero pedían una jugada maestra que no se ejecutó.
 
Fotos de Juan Pelegrín
 
Sobre Padilla y El Cid, eludo cualquier comentario. Prefiero poner cara de póquer.
 

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