domingo, 9 de febrero de 2014

Breve crónica de lo acaecido en Valdemorillo durante una tarde de viento, lluvia y alerta amarilla


¿Habrá alegría mayor que un toro de Santa Coloma, con ese galope casi festivo y esos ojos negros como carbones encendidos? Casi hacen olvidar el inverno. En eso último, también ayuda la calefacción que ha instalado, o quizás encendido, Tomás Entero en la plaza de Valdemorillo. Salvo cuando alguien abre la puerta para fumar -¡¡esa puertaaaaaa!!-, el ruedo parece una gran mesa camilla con paño de color albero donde se arriman los aficionados para pasar la tarde mientras fuera llueve y ventea.
 
 
Muy entretenida la corrida de Ana Romero, nada que ver con los pasteles de Algarra del día anterior, que parecían criados en Viena Capellanes. Me gustó especialmente el primer toro, de nombre Clarito, el más encastado del conjunto. Cuando tenía media estocada en lo alto, un energúmeno descamisado saltó al ruedo para protestar por algo. La Guardia Civil y las cuadrillas, sumamente eficaces y lo echaron de patadas a la calle. Muy noble el segundo, Cortado, que ante un torero de clase, habría dado fiesta para rato. Interesante también el quinto, Flameado II. El más desabrido, el cuarto, Almonteño. Todos bien presentados y algunos realmente guapos.
 
 
Sobre los toreros, una tarde más hay que ponerse en pie ante la cuadrilla de Javier Castaño. Marco Galán, David Adalid y Fernando Sánchez estuvieron soberbios, exhibiendo un engranaje mucho más perfecto que el reloj de la plaza de Valdemorillo, que lleva dos días marcando, impertérrito, las tres y veinte. De la terna, quien mejor ha salvado la papeleta fue Paulita que, aunque se aturulla con la colocación y las distancias, ha toreado muy templado, especialmente con el capote. Salió a hombros. También recuerdo un natural muy bueno de Castaño a Clarito y un par al violín de Manuel Escribano de los que ponen los pelos de punta. Del resto no hablo, porque esta temporada he decidido comentar sólo lo bueno. A lo Van Gaal, pero a la inversa: siempre positivo, nunca negativo. Y hablando de cosas buenas, una rosquilla casera que me dio a probar un vecino de tendido.
 
Fotografías de Javier Arroyo
 

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