El mundo de la farándula siempre ha tenido fama de ser poco decente. En especial, el gremio de los actores. El franquismo luchó duramente contra los desmanes de Hollywood, sobre todo con la obsesión de ciertas estrellas (Marilyn Monroe, Ava Gardner, Rita Hayworth, Anita Ekberg, las chicas Bond, etc.) de enseñar escote. Los locales más distinguidos de Madrid, como el ya centenario hotel Ritz, también se contagiaron de esta ola de castidad y, por ejemplo, no permitían que toreros o actores internacionales se alojaran en sus habitaciones por miedo a que protagonizaran algún escándalo.
En una ocasión, James Steward entró en la recepción del Ritz, ubicado en el número 5 de la plaza de la Lealtad, para pedir una habitación. A pesar de que representaba la clase de hombre que toda suegra deseaba tener como yerno, el recepcionista, que lo reconoció al instante, contestó que tenían terminantemente prohibido alojar a actores. Impasible, repasando el nudo de su corbata, Steward sentenció: "No solicito una habitación como James Steward actor, sino como James Steward General del Ejército de los Estados Unidos". Por supuesto, tuvo que enseñar sus credenciales, que demostraban su participación durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que, finalmente, el recepcionista del Ritz le entregó una llave.
Una anécdota apócrifa. Victor Mature a quien supuestamente se le negó la entrada en le Ritz adujo: "No me pueden negar la entrada por ser actor, tengo docenas de críticas que lo niegan". La historia se cuenta en wikipedia refiriéndose a un restaurante innominado
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