Tras abrir la Puerta Grande en catorce ocasiones, el 24 de mayo de 1979, Santiago Martín "El Viti" decidió despedirse de Las Ventas con una corrida de Torrestrella. Paquirri y Palomo Linares completaban el cartel. El Viti no podía decir adiós a Madrid de cualquier manera, por eso, antes de aquel San Isidro, quiso ver en el campo los toros que Álvaro Domecq tenía reseñados. Al llegar a los Alburejos, distinguió dos lotes de muy distinto trapío: los ejemplares más serios estaban destinados para ser lidiados en Arles; los más pequeños, en Madrid. Inmediatamente, exigió al ganadero que llamase a los empresarios para intercambiar el destino de ambas corridas. "Si la más grande no va a Las Ventas, no toreo". Cuando hoy le preguntan por qué tomó aquella decisión, responde sin dudar: "¡Esas cosas siempre las han hecho los antiguos! Dicen que Madrid da y quita. A mí Madrid no me ha quitado nada. A quien tiene algo que dar, Madrid nunca le quita".
"No hay corridas de toreros, sino de toros. Si sale el toro con emoción, siempre habrá toreros dispuestos a ponerse delante. Pocas veces se ha ponderado al toro, el único ser al que le debemos todo". El Viti sigue hablando despaciosamente, como toreaba. Para su regreso a Las Ventas, en esta mañana de febrero invitado por la Peña de José y Juan, ha elegido chaqueta azul marino, camisa celeste y corbata de color amaranto. Tiene buen aspecto y la piel del rostro curtida de pasar horas bajo el sol de Salamanca. Apenas mueve la mano derecha. Sólo gesticula con la izquierda. Su mano. "No todo el mundo acierta con la profesión que elige. Yo sí porque decidí ponerme delante del toro. Sin embargo, no he acabado de saber torear. Lo digo sin modestia. Ésta es una profesión inacabable gracias al toro".
Entre el público, le escuchan, atentos, varios alumnos de la Escuela Taurina de Madrid. "Yo fui más amigo de personas que podían ser mis padres o abuelos que con gente de mi propia edad. Solía arrimarme a los viejos a ver si se me pegaba algo. He sido poco preguntador y sí un gran copista. Creo que he copiado a todo el mundo, incluso a becerristas, pero haciéndolo a mi manera. El toreo es una continuidad. Creo que todos hemos aprendido de todos. Ningún toro ni ninguna faena son iguales".
"Al conversar con mis compañeros, ¡qué pocas veces los toreros ven un buen toro! Al contrario, siempre ven las pegas. Casi nadie dice que podría haber estado mejor...", habla un hombre que, en 1965, exigió torear Miuras en Las Ventas. Quizás, por eso, y por otras proezas, ha puesto hasta la bandera la sala Antonio Bienvenida con aficionados de todas las edades. "En los toros, yo he sido público y aún sigo siendo público". Lo corroboro: la pasada feria de Salamanca lo vi en La Glorieta, donde Antonio Ferrera le brindó un espectacular tercio de banderillas durante la corrida del Puerto de San Lorenzo.
"No nací para torero: nací con afición por los toros. Antes, nos hacíamos toreros. Todavía no he acabado de llegar donde quería. Insisto: esto es un aprendizaje continuo".
Santiago Marti'n "El Viti" , durante los 1960s, cuando vino a Mexico El Vitigudino , instantiamente era mi favorito de todos, vaya! Paco Camino y Manuel Beni'tez tambien llegaron a la D.F. en lugar de accudir la presentacio'n del Cordobe's en El Toreo Cuatro Caminos escoji' la corrida en La Mexico con El Viti, valio' la pena, estuvo enorme El Viti!
ResponderEliminarJeff de Valencia, CA.