En 1908, el Ayuntamiento de Santander empieza a construir un "palacio de verano" para los Reyes, los apuestos Alfonso XIII y su esposa, la escocesa Victoria Eugenia de Battenberg, madrina de bautizo del actual Felipe VI. Todos los santanderinos participan económicamente en el proyecto -que cuesta un millón de pesetas- mediante una suscripción popular. Los arquitectos elegidos son los cántabros Javier González Riancho y Gonzalo Bringas Vega, que culminan un elegantísimo edificio que mezcla estilos inglés y francés, con la incorporación de detalles de la arquitectura montañesa. El Palacio Real de la Magdalena se levanta en la península del mismo nombre, en la entrada de la bahía de Santander y frente a la isla de Mouro.
El 4 de agosto de 1913, Sus Majestades llegan a Cantabria para tomar posesión de su nueva residencia palaciega. Durante 18 años consecutivos, hasta 1930, los Reyes veranean en Santander. Sin duda, La Magdalena es de su gusto. Además, en sus alrededores, Alfonso XIII encuentra un lugar ideal para practicar sus deportes favoritos: las regatas de vela, el polo, el tenis y la caza... además de asistir a las corridas de toros en el coso de Cuatro Caminos. La prensa de la época describe a diario el "veraneo regio", detallando la vida de la Familia Real frente a las playas de El Sardinero -famosa internacionalmente por sus saludables "baños de ola"- y en la caseta "La Caracola".
Gracias a la presencia de los reyes, El Sardinero -antigua zona de pescadores- y las calles colindantes sufren una enorme transformación con la construcción de villas, casonas, alamedas y amplios paseos para los nuevos veraneantes burgueses. El Hotel Real, el Gran Casino y el Hipódromo de Bellavista se convierten en el corazón de la cultura santanderina durante la Belle Époque.
La reina confiesa que el Palacio de la Magdalena, decorado sencillamente a la inglesa, sin damascos ni terciopelos, es su residencia favorita -"su casuca"- y, probablemente, el único lugar en España donde se siente feliz. La escocesa no simpatiza con el carácter y las costumbres ibéricas, empezando por las corridas de toros, que preside obligada.
Una curiosidad taurina para terminar. El arquitecto que diseñó Cuatro Caminos, Alfredo de la Escalera, hizo pintar los hierros de las 93 ganaderías existentes en 1890, año de la inauguración. Pero, como la plaza tenía 94 arcos, mandó dibujar un hierro inventado en la zona del tendido 6: un cámbaro. A aquella ganadería improvisada con forma de cangrejo le puso el nombre de su pueblo, Argoño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario