Leo en el suplemento de moda de El País (¡sí, lo reconozco: me gustan las publicaciones de moda!) un artículo titulado: «Por qué lo llaman "cookie" cuando quieren decir galleta». Trata sobre la proliferación de términos anglosajones en este pastiche que algunos llaman spanglish, aunque el término adecuado sería, sin ambages, terrorismo lingüístico. Resulta gracioso porque esta supuesta modernidad lleva siglos empleándose en Gibraltar a través del entrañable llanito. Por ejemplo: la expresión "tienes una llamada" se traduce como "hay un call pa´ti". Más casos prácticos: "plomero" (del inglés "plumber") significa fontanero; "queki" (de "cake"), pastel; "antorcha" (de "torch"), linterna; "lanche" (de "lunch"), almuerzo; o "dar una apología" (de "apology"), disculparse. Así de easy, que los gibraltareños lo tienen tó inventao. Pero volvamos al artículo del país:
«Uno de los sectores donde más se usan términos anglosajones es en el de la alimentación. Ya no comemos patatas fritas, sino chips; ni horneamos magdalenas, sino cupcakes o muffins; o preferimos snacks de nugget a aperitivos de pollo frito. Pero ¿por qué da la sensación de que el mismo alimento sabe mejor en inglés que en español? “Para los nuevos consumidores una galleta Fontaneda es la que compraban sus abuelos. Sin embargo, una cookie es una galleta moderna, que está mucho más de acuerdo con su estilo de vida, con su lenguaje... Llamar cookie a una galleta es una seña de identidad igual que llevar un determinado corte de pelo o un estilo de indumentaria”, opina Luis Sánchez Villa, profesor de Marketing de Esic».
Estos modernos, sin embargo, no tienen lo que hay que tener para rebautizar a los churros. ¡A los calentitos de toda la vida, vaya! Escribe Antonio Burgos: «En cada puerta de Sevilla había una capillita con una devoción mariana, una cartelera de toros y un puesto de calentitos». A ver quién es el guapo, con sus señas de identidad por montera, que llama a este desayuno del pueblo "hotys" o "churrings".
Charo, la churrera del Puerto de Santa María:
"Los churros son mi felicidad, cuando me muera seguiré
haciendo churros para todos los muertos que estén allí"
"Los churros son mi felicidad, cuando me muera seguiré
haciendo churros para todos los muertos que estén allí"
«¿Habrá algo más mediterráneo que el rabo del Minotauro de Creta, que es el único que le falta por cortar a Jesulín de Ubrique esta temporada? No sé si será dieta mediterránea, pero estas mañanas de agosto me encanta desayunar café con calentitos, como les llamamos los sevillanos a los churros; que churros les llamamos a otras cosas, la política económica del gobierno y así» (leer más).
«Juana ha dicho que de churros, nada, que eso es de Despeñaperros para arriba. Que aquí abajo, según las comarcas, son calientes, calentitos, jeringos, tejeringos, tallos, porras. Aquí un churro es una cosa muy malamente hecha, nunca un calentito o un jeringo. Aquí churro es un churrete en el habla» (leer más).
«En la Casa de Soria, está el mayor defensor del habla sevillana que he visto. Estaba la otra tarde, con mi bandeja de calentitos por delante, en la barra, cuando llegó una señora de las que allí paran a merendar con las amigas y dijo la palabra maldita, la voz invasora: churro. La señora pidió:
-Media de churros.
Pero el meritísimo defensor del habla andaluza, de la propiedad de sus voces y de los calientes sevillanos, al ordenar la comanda a la cocina a través del torno, hizo la perfecta traducción simultánea:
-Que sea media más de calentitos» (leer más).
-Media de churros.
Pero el meritísimo defensor del habla andaluza, de la propiedad de sus voces y de los calientes sevillanos, al ordenar la comanda a la cocina a través del torno, hizo la perfecta traducción simultánea:
-Que sea media más de calentitos» (leer más).
«Igual que los chinos ponen en Sevilla sus tiendas de chinos, Pedro Trapote ha plantado su calentería y chocolatería de San Ginés en Shangai, en un centro comercial del histórico distrito de Hongkou, al lado del estadio de fútbol del Shangai Shenhua de la Superliga china, donde juega el actual equipo de Drogba y Anelka bajo las órdenes del argentino Sergio Batista. Y como a este Trapote no hay quien lo pare, tras Shangai piensa abrir más calenterías madrileñas en Pekín, Cantón, Suzhou, Hangzhou, Shenzhen, Wuhan y Chengdu» (leer más).
«Escena cuarta. Noche. Máximo Estrella y Don Latino de Híspalis tambalean asidos del brazo por una calle enarenada y solitaria. Faroles rotos, cerradas todas, ventanas y puertas. En la llama de los faroles un igual temblor verde y macilento. La luna sobre el alero de las casas, partiendo la calle por medio. De tarde en tarde, el asfalto sonoro. Un trote épico. Soldados Romanos. Sombras de Guardias: Se extingue el eco de la patrulla. La Buñolería Modernista entreabre su puerta, y una banda de luz parte la acera. Max y Don Latino, borrachos lunáticos, filósofos peripatéticos, bajo la línea luminosa de los faroles, caminan y tambalean».
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