Tres toreros así no merecían semejante moruchada. La corrida de Palha con la que se ha dejado caer Joao Folque en Las Ventas ha sido indecente: mal presentada, cada bicho de su padre y de su madre, rajada, correosa, con poca fuerza, peligrosa y a cual más intoreable. Preocupa lo que está criando el portugués en "Heredade de Adema". Dicen que este mismo año lidió una gran corrida en Azpeitia. Recemos, pues, para que lo de este domingo haya sido un accidente: los ganaderos que han seleccionado un animal con el único objetivo de sembrar el terror, siempre han terminado mal. Una cosa es la casta y la bravura, y otra muy distinta los toros que van con la cara alta buscando el bulto constantemente. Esto es lo que se ha visto en el remate de la Feria de Otoño.
Fernando Robleño, Javier Castaño y Alberto Aguilar le han plantado cara a la bueyada con un pundonor y valor ejemplares. Conscientes de lo que se jugaban en Madrid, han salido a jugársela a carta cabal. A Robleño casi le echa mano el cuarto, un toro -el más peligroso de la corrida- al que terminó macheteando casi en tablas. No tuvo esa suerte Javier Castaño, que sí resultó volteado al entrar a matar al indecente jabonero que hizo segundo. Tras descabellarlo, tuvo que pasar a la enfermería. Haciendo gala una vez más de su vergüenza torera, y a pesar de los evidentes gestos de dolor, salió a estoquear al quinto, otra prenda con dos leños que asustaban al miedo. En cuanto a Alberto Aguilar, también tremendamente valiente, estuvo muy por encima de su lote, sobre todo toreando al natural al sexto.
Esperamos que la empresa de Madrid tome nota y la próxima temporada vuelva a brindarle una oportunidad a estos tres diestros a los que siempre les toca bailar con la más fea. Las reservas de valor, antes o después, también se agotan: bien lo saben Robleño y Castaño, dos veteranos que han resurgido de sus propias cenizas después de ser vapuleados por toros y empresarios. No estaría de más que toreros de su categoría recibieran mejor trato para que no terminen estrellándose con una moruchada indecorosa. ¿Cómo es posible que la empresa Taurodelta haya comprado semejante corrida? ¿A qué se dedican sus veedores cuando recorren las fincas buscando, teóricamente, ejemplares para la primera plaza del mundo?
Lo más gratificante de la tarde han sido los dos pares de banderillas que David Adalid le ha clavado al quinto, al que le dio todas las ventajas. Torerísimo el subalterno que saludó una atronadora ovación con la plaza puesta en pie. En las cuadrillas también destacaron Francisco Javier Rodríguez -bajo las órdenes de Castaño- y Rafael González, en las filas de Aguilar.
Fotografías: Juan Pelegrín
Y mientras estos toreros se jugaban la vida en Madrid, Cayetano anunciaba su retirada "temporal" de los ruedos (dice que quiere dedicarse "a otros proyectos que le ilusionen"). Desde luego, Armani no echa bichos como los de Palha. Siempre ha habido clases. E injusticias.
Por ejemplo, ¿Los doblones de Robleño no fue toreo del bueno?
ResponderEliminar(lo digo por lo de "intoreable")
Partiendo de la base que un bovino de raza morucha es un animal de carne que no embestiría a una trozo de tela en la vida, ejemplo perfecto de máxima mansedumbre, la verdad que lo de moruchada no lo veo por ningún lado.
ResponderEliminarPodemos hablar de toros desfondados en el último tercio, descaste, alguno noble y pastueño, aviesos, pegajosos, otros con la cara a media altura. ¿Pero moruchos?
Saludos