lunes, 22 de octubre de 2012

Lo anti-erótico

La otra noche, el periodista Paco Robles, tras hablar sobre menudencias cofrades, preguntaba a sus tertulianos en TeleSevilla qué era lo anti-erótico. Unos contestaron: "aquello que no es pornografía"; otros, "calcetines tobilleros que hacen marca"; y los más rancios, "una camiseta de tirantes blanca caladita". Se les pasó por alto una prenda muy de moda a la que los modenos llaman "short". ¿Qué es un "short"? La mejor definición se la escuché a un amigo que la describió como ropa interior femenina elaborada con tela vaquera.


Lo más "in" de los "shorts", consiste en que de frente asome
el forro del bolsillo y de espaldas, una generosa porción de carne.

Probablemente, lo más anti-erótico del mundo -más, incluso, que la camiseta de tirantes caladita- sea la vulgaridad, es decir, enseñar soezmente en vez de insinuar con elegancia. Pero en estos tiempos del reinado de la televisión y el constante bombardeo publicitario, todo se enseña, todo tiene que verse hasta el último detalle porque ya nada se imagina. Así es la dictadura de la imagen.


«Cuando me ve mi novio
con esa blusilla
de encaje bordá,
yo no sé lo que se figura
que me dice que me quiere más».

¿Qué maravillas imaginaría el muchacho de la copla "Corona de perlas" cuando contemplaba a su novia estrenando una sugerente blusa de encaje -sin necesidad de llevarla desabrochada hasta el ombligo- con olor a azucenas, carne y placer?


Pepe Pinto, que era un visionario, se olió la modernidad de los "shorts" y le leyó la cartilla a su María Manuela cuando aún estaba a tiempo.


«María Manuela, ¿me escuchas?
Yo de vestíos no entiendo,
pero... ¿te gusta de veras
ese que te estás poniendo?
Tan fino, tan transparente,
tan escaso y tan ceñío,
que a lo mejor por la calle
te vas a morir de frío.

Te sienta que eres un cromo,
pero cámbiate de ropa,
si es un instante, lo justo
mientras me tomo esta copa.
Ponte el de cuello cerrao
que te está de maravilla
y que te llega dos cuartas
por bajo de la rodilla.

[…] Se acabó enseñar las piernas,
y los brazos, y el escote,
y el rostro no te lo pintes
ni aunque te salga bigote;
que te hizo Dios tan hermosa
como una rosa temprana
y se va a enfadar contigo
por enmendarle la plana.

[…] No quiero que me pregunten
"Esa gachona, ¿quién es?,
¿una secretaria de esas
que beben champán francés?"
Ni tú eres mujer moderna
ni quiero que lo aparentes
que yo te prefiero antigua
y oliendo a mujer decente.

Que con el triguito limpio
toito er mundo te compare,
que por defuera y por dentro
te parezcas a mi mare.
¿Te cambiaste ya el vestío?
Pues andando p'al teatro,
ya verás tú con qué envidia
nos contemplan más de cuatro:
"¡Vaya un marío con suerte
y una mujer bien plantá,
es una vara de nardos
con la carita lavá!"».

Al final de la noche, los rancios de Paco Robles llegaron a la conclusión que no había nada más erótico que un polo napolitano de sabor fresa-nata o vainilla-chocolate envuelto en un papel de plástico transparente.

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