Nota: Pensaba escribir algo sobre la novillada que ha abierto la Feria de Otoño, o Feria Tropical, a tenor de la climatología. Renuncio. La corrida de los hermanos Lozano, noble y tontona hasta el almíbar, ha salido más sosa que el agua de la fregona. La presentación ha sido indigna: cada animal de su padre y de su madre (después de ver semejante escalera, me sorprende todavía más el rigor extremo con los encastes "en vías de extinción"). En cuanto a los "espadas" -Gómez del Pilar, Luis Gerpe y Gonzalo Caballero-, si los tres que han hecho el paseíllo son, supuestamente, los mejores del escalafón novilleril, habrá que ir echándole el ojo a los becerristas. Me voy, pues, por los cerros de Úbeda y les hablo de otros asuntos.
Así está el nivel, Maribel...
Ya dije en su día que las Escuelas Taurinas no traían nada bueno.
Ya dije en su día que las Escuelas Taurinas no traían nada bueno.
Los toros no están de moda y, sin embargo, aparecen en las revistas de moda. Como diría desde Málaga mi amigo Juan Ortega, resulta muy "parajódico". A mi kiosquero tampoco le entra en la cabeza que le compre revistas de toros y moda. Dice que soy una clienta con gustos incompatibles y, seguramente, no le falta razón.
Tras el petardo venteño-otoñal, llego a casa, abro las cabeceras de esta semana y leo que Ralph Lauren ha cerrado la pasarela de Nueva York con un desfile inspirado en España y en el mundo toro. Ojeo las fotos y, efectivamente, las modelos visten chaquetillas con bordados en oro, taleguillas, sombreros cordobeses, pañuelos rojos pamplonicas y hombreras prominentes. «Siempre me inspiro en lugares lejanos y exóticos. Puedo no haber viajado allí, pero en mi imaginación es real», explica el diseñador en la misma revista. Fantástico. Imaginación al poder. Pero, la fiesta de los toros -con su tercio de varas, sudor, sangre y moscas- sigue pasada de moda, ¿verdad, señor Lauren?
Creo que empiezo a comprenderlo: es moda taurina... pero sin toro. Como una paella... sin arroz. ¿Taurinismo urbano-chic, quizás? Porque, huelga decirlo: en estos reportajes no se habla, ni por asomo, de lo que sucede en la plaza. Eso no es glamouroso. Matar al toro en el ruedo, ¡qué barbaridad! ¡Y pensar que esos vestidos tan bonitos acabarán manchados de sangre! Hace poco también vi en la portada de un suplemento de moda a la actriz Sarah Jessica Parker -emblema de la mujer neoyorkina del siglo XXI- vistiendo una impoluta chaquetilla blanca y oro.
Incluso el año pasado, en Milán, Moschino se puso la pasarela por montera.
El revuelto toros-moda moda-toros (pero sin toro ni sangre) ha cuajado tan bien que toreros como José María Manzanares pasan más tiempo en los estudios de fotografía de las grandes revistas que en el ruedo. Cayetano Rivera ha ido más allá y se ha lanzado a hacer el paseíllo para Armani. Argumentan que así acercan el mundo del toro a la sociedad... Yo no lo veo tan claro.
Sospecho que a estas revistas les importa un pepino si Manzanares o Cayetano son o no son buenos profesionales. De lo que no estoy tan segura es de los sentimientos de ellos, de los tauro-modelos. Recuerdo cuando Marilyn Monroe decía: «Algunas personas me han tratado mal. Si yo digo que quiero crecer como actriz, ellos miran mi figura. Si yo digo que quiero mejorar en mi carrera, ellos se ríen. De alguna manera ellos no toman en serio mi trabajo». ¿Son los tauro-modelos los nuevos objetos sexuales del siglo XXI? Si lo son, parece que prefieren este camino al del toro. Antiguamente, antes de salir al ruedo, los toreros solían decir: «Esta tarde, o Puerta Grande o enfermería». Ahora podrían añadir una tercera vía: «...o revista de moda». ¿Se imaginan a Juan Belmonte o a Paco Camino en un desfile? En cualquier caso, tal y como está el mercado, mejor servir tanto para un roto como para un descosido.
Después de este repaso al mundo de la tauro-moda, espero que mi kiosquero deje de pensar que mis gustos son incompatibles. A fin de cuentas, últimamente, tanto en las revistas de moda como en las taurinas, aparecen las mismas caras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario