Joseph-Hillo, Joseph-Hillo,
el de la peineta grana,
que a marquesas enamoras
y en los cosos toros matas.
(Fernando Villalón)
El matador de toros sevillano José Delgado Guerra, llamado Pepe-Hillo (1754-1801), además de ser uno de los diestros principales de su época, por su fragilidad y gracia, también fue uno de los personajes más populares de su sociedad, muy admirado tanto por el pueblo llano como por la más alta aristocracia. Publicó en 1796 el primer tratado sobre el toreo, titulado La Tauromaquia o Arte de Torear, obra de referencia en la bibliografía taurina histórica. Sin embargo, pasó a la leyenda tras morir entre las astas del toro Barbudo, un negro zaíno procedente de la ganadería salmantina de don José Gabriel Rodríguez Sanjuán, de Peñaranda de Bracamonte. Tal día como hoy, un 13 de mayo, pero de hace 213 años, Pepe-Hillo era enterrado en la iglesia madrileña de San Ginés.
La cogida mortal de Pepe-Hillo en Madrid fue presenciada por la reina María Luisa, según se desprende de una carta que le envió a Manuel Godoy, y tal acontecimiento resultó tan impactante en todos los ámbitos, que el propio Goya, probablemente testigo presencial, le dedicó algunos grabados en su serie de La Tauromaquia. Menos conocido es el óleo titulado El toro que mató a Pepe-Hillo, también del pintor de Fuendetodos.
¡Huir!
Pero quedarse para ver,
para morirse sin morir.
¡Oh luz de enfermería!
Ruedo tuerto de la alegría.
Aspavientos de la agonía.
Cuando todo se cae
y en adefesio España se desvae
y una escoba se aleja.
Volar.
El demonio, senos de vieja.
Y el torero,
Pedro Romero.
Y el desangrado en amarillo,
Pepe-Hillo.
Y el anverso
de la duquesa con reverso.
(Rafael Alberti)
El suceso de la cogida mortal de Pepe-Hillo fue difundido por el pueblo mediante pliegos de cordel en este romance compuesto por un tal Pimentel:
O Desgraciado Mancebo!
O desgracia tan proterva!
O! Quién le dixera a él
de que en esa tarde mesma
había de ser fragmento,
ó víctima de una fiera
de un Toro, que Castellano
es de Castilla la Vieja,
la divisa era morada,
y del toro su amo era
Peñaranda Bracamonte,
y el color la carta expresa,
que era de color muy negro,
como lo explican sus letras;
y á el tiempo de ir a matarlo,
tanto se arrestó, que á fuerza
de meterle bien la espada
(como acostumbraba) queda
la espada á el toro metida,
y el toro con gran fiereza
lo ha agarrado de tal suerte,
que por un bacio le entra
el cuerno, y por el pescuezo
de Hillo lo saca, el qual queda
por el tiempo de dos Credos
colgado de su cabeza,
y después lo despidió
cadáver; o qué tristeza.
Como decimos, Pepe-Hillo fue un personaje tan popular que, de los pliegos de cordel, saltó a la gran pantalla en 1929. Posteriormente, en 1943, se rodó La maja del capote, dirigida por Fernando Delgado, donde se narraban los escarceos amorosos entre el diestro sevillano y la maja Mari Blanca, interpretada por la inconfundible Estrellita Castro.
Actualmente, el nombre de Pepe-Hillo sigue en los labios de los sevillanos gracias a una popular taberna sita en El Arenal.
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