Han transcurrido ya varias horas desde la tarde del 2 de mayo y sigo horrorizada con el desfile de trajes goyescos. No existe prenda más anti-erótica que ese pijama colorinesco y flojucho. Mi amiga Josephine sostiene que el problema proviene de la chaquetilla, que queda demasiado suelta. A mí me preocupa todo el conjunto, desde el sombrero de medio queso hasta las medias que, para más dolor, en el caso de Alberto Aguilar y Morenito de Aranda (que llevaba una calzona más fea que un frigorífico por detrás), fueron negras. Negras como las más profundas duquelas que taladran el alma. Y la vista.
Aunque los diseñadores Victorio y Lucchino, autores del pijama de Antonio Ferrera, aseguraron que su terno iba a ser rompedor, yo lo encontré francamente familiar. Esa chaquetilla gris-celeste la llevo viendo desde mi más tierna infancia, cuando en el colegio nos martirizaban con leer "El Principito", la sobrevalorada -y peligrosísima- obra de Antoine de Saint-Exúpery.
“Tiene que haber una revolución en los vestidos de torear,
así que espero que después de este vestido, nos encarguen muchos más.
Respetando lo esencial, yo cambiaría casi todo el diseño del vestido para
dotarlo de una gran categoría y elegancia. Ahora mismo, se siguen haciendo los
mismos vestidos que hace un siglo y no se ha cambiado en nada. Lo antiguo no
vale en estos momentos en los que estamos reinventando el mundo” (declaraciones de José Víctor Rodríguez, "Victorio").
Unos inventan el toro-artista y otros, los vestidos de torear... ¡Dios nos libre! Sobre todo que algún ser extra terrenal nos proteja de esas zapatillas de raso celeste que le embutieron al pobre Ferrera. Menos mal que el extremeño, incluso de Victorio y Lucchino, es un tío de cabo a rabo y acabó manchando de sangre la chaquetilla "principesca". Aún no he olvidado aquella tarde de Pamplona, en la que un Victorino casi le arranca la oreja... Eso sí que era un "look" para un torero cuajado como él.
Lo de Luis Carlos Aranda me parece algo sobrenatural: no sólo derrocha torería sino que, además, le sienta bien el sombrero de medio queso. Un caso único.
Gracias a Juan Pelegrín y a su incansable objetivo
Salvando el "front row" de pijamas, la goyesca del 2 de mayo en Madrid tiene el encanto del desfile de carruajes justo antes de comenzar la corrida, un momento amenizado por la banda de música, que cierra el cortejo tocando "Los Nardos". Los de Taurodelta ya podrían invitarnos a un bailecito en el ruedo de Las Ventas más a menudo. La gente sube después al tendido con otra cara. ¿Dónde guardan Matilla y Choperita la hoja de sugerencias? Además, seguro que Casas, responsable máximo del Arte y la Cultura, estaría encantado con la idea.
Ainsi on lit "Le Petit Prince" au collège en Espagne... A mes élèves, je faisais étudier "La Vida de Lazarillo de Tormes". Echange de bons procédés... Salut!
ResponderEliminarJ.Coursier