miércoles, 10 de julio de 2013

Polvo y dureza en el campo


"Pasó el reinado del jaramago. Pasó la trama en los olivos. Reinan los nardos, el sembrado es rastrojo. Comienzan a perderse las codornices. El zureo de las tórtolas es menos fresco. Las zarzamoras deslíen su florecilla malva en el vallado y la matalahúga pierde a diario plata de su cabeza. El viento es seco y duro. Las aceitunas engordan. Los caminos son polvorientos. Apenas si a la luz primera o la brisa última del atardecer, los hacen transitables. Polvo y dureza en el campo. Reina lo duro: el olivo, la paja reseca. El verde se defiende mal. Al centro del día el campo se queda mudo. Tal vez la chicharra. Que no se sienta un arroyo que el campo entero se volcará de sed. Tanta tiene. Hay que dejar que el sol se desfogue y buscar la sombra, la recachita, la penumbra en las bodegas húmedas, las cuadras silenciosas. Hasta la luz de la luna parece tibia como el agua de la alberca o las piedras que el sol calentó todo el día. Pero la era sigue su rueda al trote cansino de las yeguas. Crujen los trillos, salta la gravilla, dormitan los gañanes. Al primer anuncio de brisa, ya están aventando. El biergo y el viento se hacen cada uno lo suyo y el grano cae. Luego henchirá los trojes, se repartirá, tornará a caer en el surco, será briznilla, caña juncal, hoja ancha. Será espiga y pasto de era.
 
Con un filo de luna en el cuello volvemos. Los maíces tienen un peculiar rumor con el viento: suenan a acero. Y por el camino, entre el polvo, brillan y desaparecen, conforme vamos avanzando, los ojos encendidos de las zumayas".
 
(JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS)
 
 
Al leer este palpitante final de Muñoz Rojas, ¿cómo olvidar aquella zumaya, ave rapaz nocturna, algo más grande que la lechuza, de la copla de Rafael de León y Juan Solano, "Aquella Carmen"?
 
"Cuando pasaste la raya
y tu llama se apagó,
ya no cantó la zumaya
ni la guitarra tembló.
Carmen, Carmen, Carmen..."
 
 

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