Tan cierto como que después de la tempestad llega la calma, en Madrid, incluso durante los días más calurosos, al llegar la madrugada, se levanta una brisa que barre todas las miserias acumuladas durante las horas de luz. Como aquel cuadro de Hopper en el que un hombre, ya sin americana, acaba de regresar a casa después del trabajo y se dispone a rastrillar una pequeña parcela a la puerta de su vivienda. Durante el verano, el ocaso en Madrid se comporta igual que este personaje de Hopper.
Además de la brisa, proliferan otros bálsamos, como los cines de verano. El que organiza el Institut Français (C/Marqués de la Ensenada) en mitad de su bucólico patio resulta especialmente charmant. Este jueves, al abrigo de la silueta de las Torres de Colón, proyectaron la vida de Gainsbourg, "Vie héroïque", de Joann Sfar. En la invitación se incluía una advertencia que, por supuesto, nadie cumplió, pues hacía una noche merveilleuse: "En caso de lluvia o viento fuerte, la proyección se cancelará. Si es friolero, no olvide traer su mantita".
Para contarlo todo, la agitada vida de Gainsbourg tampoco casaba bien con aquellas primorosas mantas de ganchillo que tejían nuestras abuelas. Probablemente, de su desenfreno vital tenía parte de culpa su ascendencia rusa y, por supuesto, la época que devoró: la Francia de los 60-70. A pesar de su rotundo perfil judío de ojos saltones, prominente nariz, orejas superlativas y extrema delgadez -solía decir que la fealdad era superior a la belleza porque duraba más-, de voz cadenciosa, fumador y bebedor empedernido, enfant terrible, provocador, irreverente, libertino, violento y amante de los excesos, fue también un seductor infatigable que conquistó a las mujeres más deseadas de la época: Brigitte Bardot, Jane Birkin, Juliette Grecó, Vanessa Paradis, Isabelle Adjani... Vivió obsesionado con la Lolita de Nabokov y se propuso "pervertir" a la juventud. Su caos interno quedó reflejado en su obra: empezó con la chanson, rivalizando con Brassens o Brel, y terminó componiendo una versión reggae de La Marsellesa.
Su tema más conocido es el que grabó a dúo con la Birkin, "Je t´aime... moi non plus" (1969), que Franco, por supuesto, censuró de inmediato. En aquel año, la canción del verano en España fue "María Isabel", cantada por Los Payos. También en 1969, Marifé de Triana estrenó la copla "Compañero". Comparen ustedes mismos.
La actual clase política europea, la del progreso y las libertades, es hija, culturalmente, de Gainsbourg y compañía. Pero aquí, en España, tras más de treinta años de dictadura, hemos desembocado en la misma moral chusca donde "todo vale", a la vez que se penaliza la responsabilidad individual y la búsqueda de la excelencia. Distintos ríos -uno llamado "Je t´aime... moi non plus" y otro "María Isabel"- que convergen en el mismo lodazal. Al menos, aún refresca de madrugada para no morir de asfixia.
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