Este mes de abril andamos muy revueltos porque Canorea y compañía han orquestado un apagón televisivo en La Maestranza: ni Digital Plus ni autonómicas. Carta de ajuste y a volar. Los iluminados empresarios de la calle Adriano pensaron que así asomaría menos cemento en los tendidos. Craso error. Desgraciadamente para algunos y afortunadamente para otros, hoy en día, aquello que no se televisa no existe. Por ello, este año, los aficionados más románticos hemos vuelto a congregarnos alrededor de la radio, que ya no es de cretona sino que viaja por Internet, para escuchar las transmisiones desde La Maestranza. Luego "tuit a tuit", telegramas del siglo XXI, hemos reconstruido el apagón maestrante para hacernos una idea de lo que se cocía por el Baratillo.
Al leer la crónica de Antonio Díaz-Cañabate que reproduzco a continuación, uno se da cuenta de que, en el fondo, no hemos cambiado tanto... Y esto produce en mí un profundo sentimiento de tranquilidad.
"Escribo este artículo lejos de Sevilla, lejos de su abril, que no importa sea lluvioso para que sea esplendente. Lo escribo lleno de nostalgia. Porque ir a los toros en cualquier parte siempre es alegre. Pero cogerse el caminito del Baratillo, por entre calles que huelen a azahar, todavía con el regusto en el gaznate de un vino sanluqueño o jerezano, unas tapitas de jamón, una tortilla de bacalao, unas aceitunas gordales aliñás y el asombro del pescado frito, que fue, no nuestro almuerzo, porque en la feria de Sevilla no se come, sino que se picotea aquí y allá, en esta caseta y en la otra, es algo que sólo en Sevilla sentimos, porque lo taurino en Sevilla está en el aire.
Vamos a los toros con la absoluta seguridad de divertirnos. No importa que los toros salgan mansos y que los toreros estén mal. Nos basta con la plaza de La Maestranza y con su público. Cuando en el ruedo no ocurre nada que prenda nuestra atención, los ojos se recrean en la maravilla de sus arcos, gráciles, como curvas femeninas, y por los oídos nos entra la música del acento andaluz, que canta los decires del ingenio. Nos basta y nos sobra con la gracia que auténticamente se derrocha en los tendidos.
[...] La feria de Sevilla, la primera importante de la temporada, cuenta mucho en el planeta de los toros. Desde lejos la siguen todos sus habitantes. Valoran, adivinan las faenas por el tono de las crónicas y el laconismo de los telegramas. Muchos, muchísimos, no conocen Sevilla. Pero ya sabemos que en el planeta de los toros abunda la imaginación. Y se figuran "La Campana" y la calle Tetuán y la de las Sierpes talmente como si las estuvieran viendo. Y no digamos nada de las corridas de la feria. A las ocho de la noche de cada día de feria, en los colmados, en los cafés y en los corrillos callejeros madrileños se sabe lo que ha ocurrido en Sevilla, toro a toro y pase a pase. Los informes suelen ser muy escasos. Unos cuantos han llamado por teléfono a la casa de los apoderados o de los diestros que han toreado, y allí les han dicho lo que ocurrió, velado con velos tupidísimos, si la tarde se dio regular, o aumentando las exageradas hipérboles si hubo suerte y corte de orejas.
[...] El caso es que a poco de acabar la corrida en Sevilla ya todo el planeta de los toros madrileño está en conmoción. Cada uno habla de la feria según le va en ella... al torero de su predilección. Si éste flojea se argumenta así:
- Ningún torero ha estado bien nunca en la feria de Sevilla. Los toreros no están puestos. Los toreros no se centran hasta San Fermín, en Pamplona. De ahí p´alante es cuando las figuras del toreo empiezan a desarrollar.
- Pero, ¿y el Mengano que ha cortado orejas dos tardes?
- ¡Nada, orejillas sevillanas! ¡Todo eso de que el público de Sevilla entiende de toros es una leyenda! Del toro saben algo, lo concedo; pero lo que es del toreo, ¡quiá!
- Del toreo sólo sabes tú y un tío tuyo.
- ¡Naturalmente que sé!
Si el torero predilecto lleva bien la feria se echan a vuelo las campanas.
- ¡Ahí, ahí, en Sevilla, en la feria de abril está la llave de la temporada, porque el público de Sevilla es el más inteligente de España, y allá no pasa gato por liebre, y los toros van de grano y con cara y con tipo, y el pingüi no vale. Hay que torear y luego irse tras de la espada. Todas las figuras del toreo han cortado orejas en la feria de Sevilla".
ANTONIO DÍAZ-CAÑABATE
Pas de commentaires sur cette "entrada" en particulier, mais sur l'ensemble des chroniques qui sont toutes d'une grande sensibilité, intelligentes, con mucho salero. Un vrai régal.
ResponderEliminarCordialement
Jack Coursier