La pasada primavera, un buen amigo de Elorrio me pidió que le hiciera una guía para visitar Sevilla durante la Feria de Abril. Las casetas y el recinto ferial le importaban un pimiento. Su naturaleza vasca y pragmática le marcaban tres objetivos: ir a los toros (a la corrida de Cuadri, por supuesto), pasear por los alrededores de La Maestranza y comer bien. Con estas premisas, elaboré una breve tauroguía que quizás resulte útil a próximos viajeros.
Una tauroguía sevillana debe, irremediablemente, arrancar en
El Arenal, el barrio más torero de la ciudad. En el Siglo de Oro fue, por su
solera, tradición y paisanaje -compuesto de marineros, pícaros, prostitutas y
gente de mal vivir-, el arrabal predilecto de Lope de Vega, Quevedo y
Cervantes. Más adelante llegaron los toreros y La Real Maestranza se convirtió
en el centro neurálgico de la zona. Cada año, cuando se aproxima la Feria de
Abril, los alrededores de la plaza se llenan de curiosos, reventas, turistas,
vendedoras de romero y gente del mundillo. Por eso merece la pena atracar
algunas horas en El Arenal y no perder ojo. Recomiendo pedir un vino (a ser
posible jerez o manzanilla) en “Pepe Hillo” o “Taquilla”,
ambos en la calle Adriano, enfrente de La Maestranza. Para tomar una copa antes
de los toros, cerca de allí, en la calle
López de Arenas, se encuentra “La Esclavina”.
Para comer, dos sugerencias: una de día y otra de noche.
Para el almuerzo, “El Donald” que, aunque por su
discreta localización (calle
Canalejas, 5) y extraño nombre pasa desapercibido para el gran público,
posee una de las mejores cartas de tapas de Sevilla. Su dueño, Mariano García,
es un excelente aficionado que se deja ver todos los años en ferias como
Azpeitia o Bilbao. Quizás por ello, la decoración está inspirada en motivos
taurinos: carteles antiguos, fotografías de los grandes maestros, estampas
típicas… En “Donald” preparan una ensaladilla digna de abrir la Puerta del
Príncipe.
Para después de los toros, una excelente alternativa es cenar en la taberna “Los Coloniales” (calle Fernández y González, 36). Todas las tapas son exquisitas (por cierto, no pueden irse de Sevilla sin probar un buen salmorejo). Otra opción tan típica como el salmorejo o el gazpacho, consiste en hincarle el diente a un “Piripi” en la “Bodeguita de Antonio Romero” (calle Gamazo, 16). Los sevillanos dicen que existe “un antes y un después” del “Piripi”. Y no les falta razón.
Hasta ahora, siempre nos hemos movido por las inmediaciones del Arenal y la plaza de toros, pero si quieren bajar la cena y disfrutar del buen tiempo, les aconsejo un paseo por la otra orilla del río. Para ello, suban el paseo Colón hasta el puente Triana, crucen hasta el Altozano y saluden al maestro Juan Belmonte, que vigila día y noche La Maestranza desde la otra ribera del Guadalquivir. Recorran la calle Betis y contemplen iluminadas La Maestranza y La Giralda. Callejeen luego por la calle Pureza hasta la plazuela de Santa Ana y entren en su exquisita iglesia del siglo XIII, probablemente, la más elegante de Sevilla. A la salida encontrarán uno de los refugios del diestro Emilio Muñoz: el bar “Santa Ana” donde, a propósito, sirven un maravilloso salmorejo.
Sevilla es una ciudad para recorrerla a pie. Además del paseo por Triana, entre corrida y corrida, tienen que pasear por el Barrio de Santa Cruz, admirar la Catedral y el Archivo de Indias, comprar un cartucho de pescado frito en los numerosos puestos de la ciudad, cruzar el Arco del Postigo, recorrer las calles de Sierpes y Tetuán, saborear una caña con sus correspondientes olivas en la plaza del Salvador, tomar el fresco en el Parque de María Luisa y fotografiar la Plaza de España. Allí no encontrarán toros, pero les gustará. Si quieren seguir con el ambiente taurino, si bien está un poco lejos, merece la pena acercarse al barrio donde, antiguamente, se levantó La Monumental de Joselito. Ya sólo se conserva una de sus puertas y un bar con mucho sabor llamado de igual manera: “La Monumental” (calle Diego Angulo Iñiguez, 9).
Si van con niños o son golosos, desayunar y/o merendar en las terrazas del “Horno de San Buenaventura” o “Confitería Los Ángeles” resulta una bendición. Y, sobre todo, disfruten del sol y del olor a azahar. Salgan los toros como salgan, no tienen parangón.
Consejo extra para "tunear" el móvil: Convierta tu dispositivo iOS en una caña rociera, y lleve el compás en la Feria de abril con esta aplicación. Golpee en los laterales de su iPhone o iPad para producir el característico sonido de este instrumento, y acompañe al cante y al baile flamenco. Además, podrá reproducir los mp3 de tu iPod directamente desde la app para tocar la caña en playback.
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