"Él, tan noble, tan entero, se había acostumbrado a mirar la vida de perfil. Son cosas de los hombres. Cosas de la misma vida. Cosas" (César González-Ruano).
Se llama José Juan Gutiérrez Mora, Juan Mora, hijo del Mirabeleño y nacido en Plasencia. Tomó la alternativa en Sevilla hace exactamente 30 años, el 3 de abril del 83, de manos de Manolo Vázquez y Curro Romero. Lo
vi torear por primera vez en Madrid, el 15 de agosto de 2009, en una
tarde de calor y zarzuela. Nada en él resultaba impostado; su toreo
fluía inspirado, natural e improvisado. A su paso, brotaba la obligación de quitarse el sombrero ante un torero, que no es lo mismo que un figurón o una figurita.
En estos 30 años, tengo la impresión de que Juan Mora ya no quiere torear. Al menos, no en las ferias, donde el sistema le obliga a mendigar por anunciarse un par de tardes en la que debiera ser su plaza, Las Ventas. No hay necesidad y tampoco casa con su carácter. Cosas de la misma vida. Después de abrir la Puerta Grande el 2 de octubre de 2010, Juan ya lo demostró todo: su clase, su torería, sus ademanes de torero de otra época, más pura, sin duda. Este San Isidro, de nuevo, nos quedamos sin él. A cambio, sacia su afición al margen del mercantilismo de los despachos, en tentaderos y algún festival. Y el poso de su torería añeja corre de boca en boca entre los aficionados que le ven.
Lentamente, se nos van yendo los toreros solemnes con el mentón hundido en el pecho, la verdad por delante y el estoque de matar en la mano: quedan ya pocos espejos para los que comienzan su andadura en el planeta de los toros, tanto aficionados como novilleros. Me ronda la desagradable sensación de que cada vez tenemos más figuras y menos toreros. Quizás este negocio destierra a aquellos que van de frente y, para permanecer en él, sólo caben dos opciones: la ceguera o mirar la vida de perfil.
Fotografías: Terres Taurines
Como ha hestado en Las Rozas, fuuu... como ha toreado, ha sido una maravilla cada vez mas natural y hermoso su toreo.Pepe Saez
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