Este domingo se ha vivido en La
Glorieta una de las tardes de toros más emocionantes de la
temporada. La afición salmantina, que quizá no sea ya muy numerosa
pero sí con criterio, venía reclamando desde hacía tiempo una
corrida concurso de encastes charros en su plaza. Este año, bajo la
gestión de la casa Chopera, el deseo se materializó en eso que
ahora llaman “desafío ganadero”, es decir, las divisas no se
ordenan por orden de antigüedad a la hora de establecer el orden de
lidia, sino que se enlotan según acuerdo previo entre las
cuadrillas. Se decidió, pues, que el lote de Antonio Ferrera
estuviera formado por los toros del Pilar y Carmen Lorenzo; el de
Javier Castaño, del Puerto de San Lorenzo y Pedraza de Yeltes; y el
de Eduardo Gallo, de Carlos Charro y Adelaida Rodríguez. De seis,
salieron cuatro grandes toros charros, el de Pedraza (premiado con la
vuelta al ruedo), El Puerto, Adelaida y El Pilar.
No fue la única alegría de la tarde.
También el regreso del Castaño lidiador, templado, valiente que da
distancia a los toros y mata bien. Al del Puerto de San Lorenzo, de
nombre Cara Seria, Castaño lo toreó al ralentí, con enorme
suavidad y torería. No merecía menos el ejemplar de Lorenzo Fraile.
El delirio, sin embargo, llegó con Resistente, de Pedraza de Yeltes,
al que Castaño colocó tres veces al caballo desde el centro de La
Glorieta. Tito Sandoval dio un recital a caballo y la plaza, su
plaza, se puso en pie para ovacionarlo en un tercio de varas
emocionante y bellísimo. Toda la cuadrilla estuvo espléndida: la
lidia de Marco Galán, las banderillas de David Adalid y Fernando
Sánchez, sin olvidar la actuación de Fernando Sánchez picando al
del Puerto. Castaño, bajo la lluvia y los sones de “Nerva”,
cortó este domingo tres orejas en Salamanca a ley.
Le acompañó en la salida a hombros
Gallo, que también sorteó un excelente toro de Adelaida Rodríguez,
Comilón, encastado, con transmisión y que fue a más en la muleta.
Era el ejemplar que cerraba plaza y, el público, emocionado, pidió
las dos orejas para Gallo a pesar de que la estocada cayó baja tras
una faena un tanto irregular rematada en las cercanías con el ya
acostumbrado arrimón. A pesar de salir también en volandas, quien
este domingo hizo el toreo, clásico y sin trampa ni cartón, fue
Castaño.
Finalmente, Ferrera no tuvo su tarde y
no se acopló al buen ejemplar del Pilar que abrió plaza. Sombrillo,
se llamaba. El extremeño fue el único que abandonó La Glorieta
cabizbajo. El resto, toreros, cuadrillas, ganaderos y público, salió
entusiasmado a pesar de la lluvia que no cesó en toda la tarde, con
ganas de seguir hablando sobre la corrida hasta altas horas de la
noche, bajo la estatua del Viti o en tertulias interminables en los
bares de alrededor del coso, como antes, como siempre que la casta y
la hombría se adueñan del ruedo. ¡Así da gusto ir a los toros!
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