lunes, 31 de marzo de 2014

El Machado equivocado (retrato de un dandi andaluz)

Yo, poeta decadente.
Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía
.

El pasado sábado, en su columna diaria en el ABC, Antonio Burgos le pegó un pase del desprecio a algunos sevillanos, muy amantes de los monumentos, e incapaces de entender la obra poética de Antonio Machado.
 
Hablaron del monumento a Antonio Machado y aquí viene la incorrección de mi artículo sabatino. Vamos a ver, póngase la mano en el pecho, ahora que celebran al Greco en Toledo, y dígame en conciencia: ¿a qué Machado le debe en verdad Sevilla un monumento? ¿A Antonio o a Manuel, el que prefería la Macarena a Montmartre, el que mamó Sevilla en Triana con su abuela, el del piropo insuperable del "...y Sevilla"? ¿Qué hizo Antonio Machado por Sevilla? Pues casi, casi lo que Pilar Bardem: nacer aquí. A los ocho años se fue. Se quedó, pues, con "mi infancia son recuerdos" de un etcétera.
 

Un olé por el señor Burgos que, al fin, pone las cosas en su sitio y rehabilita al pobre Manuel, algo que ya hizo en su día Juan Ramón Jiménez con una hermosa semblanza:
 
De toda su poesía se desprende esta bella sentencia: olvidarlo todo por una mujer o por un vaso de vino [...] ¿Ha llorado alguna vez? Se parece un poco a Fuentes, el torero. Y estoy seguro de que tiene en casa un capote celeste y oro, de paseo. Es caprichoso; cree en Venus y la cree más de carne que de estrella. Si tuviéramos que dividir entre los dos a una mujer, ninguno de los dos reñiríamos por la parte que habría de tocarnos; mía sería de cintura para arriba; él querría movimiento de salamandra partida. Es, gracias a Dios, un decadente. Ama el peligro y, como Rusiñol, haría un discurso contra el sentido común [...] ¿Poeta femenino, débil, funambulesco, contradictorio? En su escudo podría ir bien este lema: "A mí, ¿qué?" o "¿qué importa?" o "¿qué más da?". Es sinuoso como un cuerpo de mujer. Y como a un cuerpo de mujer se le termina pronto el encanto y no se le termina nunca [...] Admiro a Manuel Machado porque sería capaz de suicidarse de intensidad de amor súbito, de ahogarse con un pecho de mujer, de cortarse la garganta con un cabello rubio. Y es capaz, sobre todo, de olvidar después [...] Y aquí está, en Madrid, trabajando poco, amando lo que pasa a su lado, muriéndose un poquito cada día, pero sin melena, sin gesto romántico, con la coleta desrizada debajo del sombrero y embozado con una capa andaluza que quizá tiene vueltas de seda de París.
 

Ramón Gómez de la Serna también destacó que Manuel era un dandi andaluz aterido de frío en Madrid.
 
Durante toda mi vida le he visto pasar por las calles de Madrid como andaluz que se escabulle al aire peligroso del invierno madrileño, haciendo un quite a los cuernos del Guadarrama, arremetido por las esquinas. Simpático, marchoso, generoso, Manuel Machado defendía la cordialidad de la casa de los Machado. Siempre nos saludábamos cortando el aire con la mano, como haciendo lonchitas de jamón con el aire del saludo. Él con su andaluz inolvidado después de tantos años de Madrid y yo madrileño imitando su andaluz.
- ¡Adiós, don Manuel!
[...] Dicharachero, consciente, dentro de esa alegría del mundo que le ha tocado vivir perentoriamente [...] Manuel Machado, alegre, con sus dientes mellados de gracioso, con sus ojos pequeños y agudos de soñador, con su risa cariñosa y cumplida de gran poeta, me saludaba como desde su tendido de sol.
 

Pero quienes mejor conocían a Manuel Machado no eran sus amigos abonados a los toros y a la poesía. Era el propio Manuel. He aquí su retrato. Sin duda, habría sido un buen banderillero.
 
Ésta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.
 

sábado, 29 de marzo de 2014

Señores, ¿qué va a ser?


En la trianera calle de San Jacinto, concretamente en el número 41, se encuentra la capilla de María Santísima de la Estrella. Allí vive la imagen de una bella Dolorosa del siglo XVII obra, probablemente, de Juan Martínez Montañés. Pared con pared, en la cervecería La Grande, a la sombra de un enorme azulejo del Jesús de las Penas, los parroquianos ven caer la tarde. Algunas veces, en el silencio de la eucaristía, retumba entre las paredes del templo la voz del camarero reclamando la comanda: "Señores, ¿qué va a ser?". Pero nadie piensa en la salvación eterna o en la misericordia de La Estrella, sino en una ración de ensaladilla y de gambas. En estos días, tapas y padrenuestros se engarzan en Sevilla como en un inmaculado rosario.
 
 
Porque a la luz le conviene,
busca tu talle sucinto
y a la calle San Jacinto
toda la luz se te viene.
Después, la luz se entretiene
en madurar a tu lado.
Y al volver sobre lo andado
con toda tu luz aquella,
le basta al cielo tu Estrella
para ser cielo estrellado.

Si los que iban a Flandes
te hicieron Madre de orilla,
yo, de Triana a Sevilla
hago lo que me demandes.
Sigo el paso que Tú andes.
por este desvelo mío.
Jamás mi rumbo desvío
de esa Estrella que se clava
con los ojos en la Cava
y el pensamiento en el Río.

Hija de la alfarería
y madre de capitanes,
Pan de Amor entre los panes
del amor de cada día.
Rosa de Dolor, tenía
contigo un verso pendiente.
Lo traigo, Estrella, caliente
en el amor de la tinta:
es para Ti, por distinta,
por trianera y por valiente.
 
(Antonio García Barbeito)

jueves, 27 de marzo de 2014

¡Todos en pelotas!

"On ne naît pas femme: on le devient" par Simone de Beauvoir
(ahora me entero)
 

Últimamente, en Francia saltan de polémica absurda en polémica ultra-absurda. En una lista de libros recomendados para niños de primaria, destaca un título llamativo: "Tous á poil!", que en castellano quiere decir "¡Todos en pelotas!". En esta obra "naturista" de Franek y Daniau, se muestran dibujos de diversas personas, de distinta edad, complexión física y profesión, como Dios las trajo al mundo. Interpreto que el objetivo final de este libro de ilustraciones consiste en demostrar que, desnudos, todos somos iguales. O quizás que en cueros se va más cómodo por la vida.
 
 
Tan desatinada como esta teoría igualitaria, ha sido la reacción de Jean-François Copé, actual líder del partido UMP, que ha entrado en la muleta como un Miura diciendo que "Tous á poil!" es "perturbador y peligroso", cuando el adjetivo acertado habría sido "gilipollas". Sin embargo, ¿qué podemos esperar de un sistema educativo que destina fondos para el llamado "ABCD de l´égalité", un programa de enseñanza dependiente del Ministerio de Educación? Dicho experimento, que opera en un puñado de institutos franceses, trata de erradicar los estereotipos existentes entre los varones y las hembras a través de la "Théorie du Genre". En las escuelas ya no se usarán los pronombres "él" y "ella", sino el neutro (¿el "ello"?), con el fin de no causar traumas ni condicionar el futuro de las criaturas.

 
El "ABCD de l´égalité" impone, así, una de las principales reformas educativas del siglo XXI, de crucial importancia para el desarrollo de Europa: que los niños empiecen a jugar a las cocinitas y las niñas con coches de bomberos. Y todos, niños, niñas y el "ello", en pelotas.

 

miércoles, 26 de marzo de 2014

Las cinco farolas


Faltó muy poco para que la vereíta verde de Juanita Reina se cuajara de yerba. Quizás por este motivo, su padre nunca le dio permiso para que grabara el tema de Las cinco farolas, de Ochaíta, Valerio y Solano. La historia que contaba aquella copla se parecía demasiado a los amores entre su hija y el bailaor gaditano Caracolillo, ocho años menor que ella y eternos novios hasta el último minuto, porque la familia de la Reina no aprobaba la relación. Finalmente, la coplera pasó triunfal por el altar a los 39 años en la basílica de La Macarena.



Cinco luceros azules
alumbran cinco farolas
desde su casa a mi casa,
desde su boca a mi boca.

Cinco añitos que le quiero
cinco añitos que me adora,
la mala gente qué sabe
qué sabe de nuestras cosas.

Si yo sé que me quieres, como le quiero
pa qué darle tres cuartos al pregonero
desde su puerta misma hasta mi puerta
la vereíta verde, no cría yerba, no cría yerba
.

Aunque Las cinco farolas había sido compuesta para Juanita Reina, a causa de su indecisión, Concha Piquer tomó la delantera y la grabó en 1963. Celosa de que una compañera llevara en su repertorio una de sus coplas favoritas, la Reina la interpretó más adelante, convirtiéndola en una obra maestra.


"Estaba allí, en mitad del paseo de Recoletos, largo y ancho punteado de gente, entre el verde de los árboles y el negro claro y lírico de la sombra caliente y perezosa, al margen de los veladores de café --lápidas sepulcrales de cabezas de gamba y puntas de pitillos-- estaba allí el farol loco, digno en su locura, como un cirio grande y alto, sin llamar la atención con su espectáculo hermoso, impar y ebrio de sugerencias del mejor estilo.
 
Pues nadie se fijaba en él. Nadie.
A lo más, alguno le miraba y se echaba a reír.
 
¿Es que no se veía, claramente, como aquel farol mantenía, ni más ni menos que todo un criterio, que todo un concepto disconforme con la humanidad madrileña? Estaba allí representando la creencia de que era de noche, negando la luz del sol; o reenganchado al día como un girón de la noche que se hubiera cogido la capa y fuera un prisionero patético y conmovedor del día.

El farol loco permanecía encendido con toda su razón incomprendida.

También tenía algo de árbol seco con fruto único y espectral, con un fruto surgido contra la naturaleza, o simplemente de farol desvelado que no se ha podido dormir cuando el cielo aclara y entra a los faroles el desayuno del alba.
 
Superviviente, juerguista de su deber, obcecado, abstraído o loco, con voluntad genialoide. ¿Qué hacías tú, farol inadvertido, trágica espiga quemada nacida del asfalto?
 
Pasé otra vez de madrugada y en la noche cerrada sobre sí misma, el farol estaba apagado.
¿Habría muerto o simplemente nos querría decir que era de día?
Apagarse a la hora de deber lucir. Cosas son de españoles".
 
CÉSAR GONZÁLEZ-RUANO

 
Un arrabal con casas
que reflejan su dolor de lata...
Un arrabal humano
con leyendas que se cantan como tangos...
Y allá un reloj que lejos da
las dos de la mañana...
Un arrabal obrero,
una esquina de recuerdos y un farol...

Farol,
las cosas que ahora se ven...
Farol ya no es lo mismo que ayer...
La sombra,
hoy se escapa a tu mirada,
y me deja más tristona
la mitad de mi cortada.
Tu luz,
con el tango en el bolsillo
fue perdiendo luz y brillo
y es una cruz...
 

martes, 25 de marzo de 2014

El perrito Sancho


La victoria de las tropas anglo-portuguesas en la Batalla de los Arapiles (1812) liberó a los salmantinos de la presión francesa. La participación española fue escasa en este cruento enfrentamiento, que contabilizó cinco mil bajas en cada uno de los ejércitos contendientes. "Sólo" veintitrés muertos y cuatro heridos eran españoles.
 
"[...] Ciegos y locos, sin ver el peligro ni la muerte, sin oír más que el zumbar del torbellino, nos arrojábamos dentro de aquel volcán de rabia. Nos confundíamos con ellos: unos eran desarmados, otros tendían a sus pies al atrevido que les quería coger prisioneros, cuál moría matando, cuál se dejaba atrapar estoicamente. Muchos ingleses eran sacrificados en el último pataleo de la bestia herida y desesperada: se acuchillaban sin piedad: miles de manos repartían la muerte en todas direcciones, y vencidos y vencedores caían juntos revueltos y enlazados, confundiendo la abrasada sangre" (Benito Pérez Galdós, Episodios Nacionales).
 

Ante la frialdad de la muerte, la imagen del perrito Sancho y la historia que se narra con breve precisión al pie de una lámina de 1814 descubre una anécdota tierna en medio de la crueldad de la guerra. El grabado es obra de J. Clark y M. Dubourg, pareja de éxito en aquellos años que llegaron incluso a publicar una Tauromaquia de doce estampas inspirada en la homónima de Antonio Carnicero; mientras que H.B. Chalon es el autor del retrato de Sancho. Partiendo del aforismo "el caballo ama al perro y el hombre ama a los dos", perros y caballos, tratados como animales de compañía, ilustraban la pintura de género, familiar o deportiva, de nobles y burgueses en la Inglaterra del siglo XVIII. La maestría de G. Stubbs creó una escuela pictórica animalista de fama imperecedera, si bien recurrente y convencional en su temática y estilo.
 

El pie del grabado aporta detalles sobre el perrito Sancho y su peripecia. Traducido dice así: "Propiedad de la Marquesa de Worcester, rescatado en la Batalla de Salamanca por el Marqués de la sepultura de su dueño, un oficial francés, donde fue encontrado exhausto y famélico a punto de morir y fue muy difícil separarlo de su dueño por ser para él un sacrificio a la fidelidad debida".
 
La expresiva mirada del chucho lanudo transmite una consciente lealtad y una viva franqueza.

lunes, 24 de marzo de 2014

Pan y toros

¿Tu mocedad? No es más
que un olor de azahar.
En plazuela a la tarde
cuando la luz decae
y algún farol se enciende
su perfume lo sientes
alzarse de un pasado
ayer tuyo, hoy extraño"
(Luis Cernuda)

En la calle Divino Redentor de Sevilla se mezcla el olor a pan con el del azahar y los macizos de jazmín que asoman sobre las tapias. Apenas quedan ya naranjas en los árboles y, tras una leve racha de viento, la acera se convierte en una alfombra blanca de flores.
 
 
"Compré luego a una niña un ramo de jazmines
amarillentos, pero en su olor ajado tuvo alivio
la dejadez extraña que empezaba a aquejarme"
(Luis Cernuda)

En la panadería Polvillo la actividad es frenética. Han anunciado que sortean trajes de flamenca, mantones de Manila y entradas para los toros entre sus clientes y la cola de personas llega hasta la calle. El sábado por la mañana venden, además, pececitos de nata y piononos a un euro y medio. La misma chica que canta la oferta en repostería, saca una bandeja  con vienas, bollos picados, espigas, pichis y molletes amasados en Salteras y Alcalá de Guadaira. Cuatro bollos más una papeleta a un euro.
 
 
En vista de los carteles confeccionados este año por Canorea y compañía, el público de La Maestranza se presiente escaso pero, gracias a Polvillo, los asistentes irán con un pan debajo del brazo. Y ya se sabe que a pan duro, diente agudo.
 
 
"Uno de los alimentos que más sabrosos hallara siempre ha sido el pan, y en casi todas las latitudes. Pero aquel pan de Alcalá de Guadaíra en Sevilla, ¡quién lo probase otra vez! Lo traían hasta Sevilla a lomos de una mula, en amplios serones, los panaderos de Alcalá, que desfilaban por las calles, dejando en algunas casas de tan buen gusto como para requerir que su pan fuese de Alcalá de Guadaira" (Luis Cernuda).

sábado, 22 de marzo de 2014

Matanza de primavera


Era una vez un matrimonio que tenía un hijo, y le querían mucho, y un año por Nochebuena, que estaban haciendo la matanza, se murió el hijo. Y entonces los padres no hacían más que llorar, y decían:
- Hijo mío, ¿qué vamos a hacer con la matanza? ¿Quién se va a comer la matanza?


Y vivía al lado uno que era carpintero y dijo: "¿Cómo me la arreglaría yo pa comerme la matanza de estos hombres?". Conque, pensando, pensando, una noche se subió al tejado y se asomó por la chimenea, y estaban llorando los dos abajo de la chimenea:
- Ay, nuestro hijo; ¿quién se va a comer la matanza?

Y dice el carpintero desde arriba:
- Madre...
- Hijo, ¿dónde estás?

- Es que me ha mandao San Pedro porque en el cielo tenemos mucha hambre y como yo sabía que tenían la matanza...
- Pero hijo, y... ¿qué quieres que te mande?
- Pues lo que usté quiera; unos chorizos, jamón; todo nos viene bien.
- Y ¿cómo te lo vas a llevar?
- Pues yo le mando un cubo que me ha dao San  Pedro. 

Conque echó una cuerda con el cubo por la chimenea, lo llenó y lo tiró pa arriba y dice:
- Me voy corriendo que me están esperando. Otro día volveré.

- Sí, hijo; vuelve que te doy más.

 

Y así pasaron muchos días, hasta que se acabó la matanza, y ya el último día dice la madre:
- Hijo, ya no tenemos matanza pa darte. ¿Ya no vas a venir a vernos?
Fíjate, en todo el tiempo que no te he visto; no sé si estás delgado o gordo... ¿No te podrías asomar y te veíamos un poquito?


Y dice el carpintero: "Ahora si me asomo me conocen. ¿Qué hago yo?"
- Anda, hijo, no te vayas; asómate que te veamos la cara.

Conque va el carpintero, se baja los pantalones y se sienta en la chimenea; y se pone a mirar la madre y dice:
- ¡Ay, hijo, hijo! ¡qué cara tan hinchada y qué ojo tan hundido!


*Nota: no entiendo bien la moraleja de este cuento popular: ¿tras comer los productos de la matanza se le pone a uno cara de culo? ¿Nunca debemos hacerle caso a las madres cuando se preocupan por si estamos demasiado delgados? Sea como fuere, es una historia que viene a las mil maravillas para acompañar a las fotos de una matanza popular en la España profunda. Cuando llega la primavera, en algunos pueblos de Castilla, al son de tamborileros, todavía descuartizan un cerdo para celebrar el comienzo del buen tiempo con morcillas, probatura y panceta frita.

 

jueves, 20 de marzo de 2014

Sótano de muñecas


"Las muñecas, sobre todo las muñecas grandes, los maniquíes, saben que no son de carne y saben también que no son de materia noble, como las estatuas. Pero, ¿qué saben? Sin duda, están cansadas, humilladas de no cumplir más que con una misión comercial, entristecidas de su obligación de estar siempre con una carita de estúpida felicidad. Nada pueden reivindicar para ellas. Hasta el traje es prestado. Y envejecen y mueren como las criaturas humanas, pero sin lograr, ni siquiera entonces, un respeto. Yo he visto, no sin horror, en los sótanos de unos grandes almacenes, una morgue de maniquíes jubilados, destrozados, amontonados sin piedad, unos revueltos con otros, esperando no sé qué juicio final esperpéntico. Había mostrado deseo de tener un maniquí, y la escasa generosidad e imaginación del comerciante me dio a elegir entre los que había en aquel monstruoso depósito de cadáveres.

- ¿De mujer?
- ¡Hombre, claro!

 

Empezó a revolver en aquel montón de novela de Poe o de Kafka. Con una naturalidad que a mí me hería, tiraba de un brazo o de una pierna, cogía cabezas que habían llegado a la vejez con una sonrisa adolescente. Hasta que dio con una muchacha casi entera. No le faltaba más que un pie.
 
- ¿Le gusta ésta?
 
Yo me quedé temblando y azorado. Todo, de pronto, adquiría un clima pobretón, inconfesable, surrealista.
 
- Bueno.
 
Me la trajeron a casa. Envuelta en unos trapos, la llevé a Cuenca. Y la enterré en el jardín, con ternura y respeto. No pude cerrarle los ojos porque tenía una azul mirada fija, absorta; pero le puse un pañuelo en la cara para que no la hiriese la tierra".
 
CÉSAR GONZÁLEZ-RUANO
 

Quién creyera, milonguera, vos que siempre te reíste,
y que siempre te burlaste de la pena y del dolor,
ibas a mostrar la hilacha poniéndote seria y triste
ante una pobre muñeca modestita, y sin valor.
Yo te guardaré el secreto, no te aflijas, milonguita,
por mí nunca sabrá nadie que has dejado de reír,
y no vuelvas a mirar a la pobre muñequita
que te recuerda una vida que ya no puedes vivir.

Ríe siempre, milonguera, bullanguera, casquivana
para qué quieres amargar tu vida
pensando en esas cosas que no pueden ser.
Corre un velo a tu pasado, sé milonga, sé mundana,
para que así los hombres no descubran
tus amarguras, tus tristezas de mujer.
 
(Letra de Jacinto Font y música de Guillermo Cavazza)
 
 

miércoles, 19 de marzo de 2014

La gastro-diplomacia

"¿Cómo se puede gobernar un país que tiene más de 246 clases diferentes de queso?" (Charles de Gaulle)
 

Los franceses poseen una expresión simpática para describir a las personas glotonas: "avoir un bon coup de fourchette" (literalmente, "tener un buen golpe de tenedor"), c´est á dire, "être un gros mangeur". Aunque está caquéctica, a juzgar por algunas fotos, Letizia d´Espagne a un bon coup de fourchette. Monsieur Hollande aussi.
 
 
La "gastro-diplomatie" es una delicada ciencia donde no se perdona "la faute de goût" ("la falta de gusto"). Para eso, los franceses son especiales. En 1957, durante una cena en el Elíseo, la reina de Inglaterra preguntó, inquieta, qué eran los "hérisson périgourdin au nid" que anunciaban en el menú. Isabel II respiró hondo cuando le explicaron que el "hérisson" ("erizo") consistía, en realidad, en una bola de foie espolvoreada con trufa y el "nid" ("nido"), un brioche adornado con láminas de almendras. Con razón las relaciones entre Francia y Gran Bretaña han resultado siempre caóticas.
 
 
También se lió  parda cuando, en los años 60, el general De Gaulle, en un intento por abreviar las comidas oficiales, suprimió el queso previo al postre. Un auténtico drama. Durante su mandato, Georges Pompidou fue el encargado de rehabilitar el amado "fromage" en la mesa. Cada presidente de la República ha tenido sus manías gastronómicas. Mitterrand, por ejemplo, sentía debilidad por las ostras, mientras que a Chirac le pirraban los caracoles. Petites bouchées présidentielles... Sin embargo, en los últimos años, la cocina del Elíseo se ha vuelto mucho más austera y han prohibido servir trufas y bogavante. Crise obligue!
 
 
Dejando a un lado el tenedor -pero no el cuchillo-, un asunto de alta diplomacia sigue siendo el protagonizado por la "ex" de Follande. Según unos amigos íntimos, Valérie Trierweiler es, en estos momentos, "una granada a punto de explotar". "¡Te destruiré como tú me has destruido!", gritó la Primera Dama a Flamby justo antes de entrarle el yuyu por la infidelidad de su marido con la actriz Julie Gayet. Qué atragantón.
 
 
 

martes, 18 de marzo de 2014

Trance final

Hoy reproducimos dos sonetos del gran Javier de Bengoechea (Bilbao, 1919), posiblemente el mejor poeta vasco que ha escrito en castellano, aunque a lo largo de su vida también ha sido abogado, crítico de arte e incluso cronista taurino, bajo el sobrenombre de "Tabaco y oro". Su tercer libro, Fiesta Nacional, escrito en 1959, fue finalista del prestigioso Premio Boscán. La piel de toro, como él mismo afirmó, está llena de agujeros, pero de esos jirones, de vez en cuando, emergen héroes, hombres buenos y poetas.


Desfilo yo
 
Algunos me reprochan la sonrisa,
impropia de estos tiempos, de este tema.
Son muy pocos, ya sé: no soy problema
de gravedad -oh,no- sino de risa.

Para pisar el ruedo se precisa
estar en gracia, y ése es mi sistema.
Y más, cuando es la gravedad extrema
por ser el propio miedo el que se pisa.

La procesión, si sale, irá por dentro.
Dentro de nada, habré llegado al centro
de la cuestión. Andar es bien sencillo.

Y aunque pregunto, y nadie me responde,
adónde vamos a parar, adónde,
sigo haciendo con gracia el paseíllo.



Trance final
 
Siempre será espantosa una cogida.
Muchos siglos de sangre chorreando,
hermosa plaza, España, van llenando
hasta el borde la taza de la vida.

Mas pese a todo sigue la corrida.
Otro toro, otro toro ¿y hasta cuándo?
Sobra el valor. Se necesita mando
que temple con sosiego la embestida.

Es una cosa de hombres, claro. Las cuadrillas,
los montados, soberbios alguaciles...
La maravilla de las maravillas.

Santíguate, mi España. Ahora diles
que tú ya estás hincada de rodillas
frente a la oscura puerta de toriles. 

lunes, 17 de marzo de 2014

Tú eres mi marío


"[...] El machismo de la época era asumido de tal modo que la infidelidad del hombre era considerada una cosa casi natural que muchas mujeres aparentaban ignorar y aceptaban con resignación. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en una copla grabada en 1948 por Concha Piquer y titulada Como si fuera verdad, de la que escogemos los siguientes versos.
 
Pensando en la otra me besas mintiendo
y a veces su nombre te sube a la boca.
Yo bien que lo escucho mas sigo fingiendo
porque tengo miedo de volverme loca.
 
Por la gloria de tu mare,
miénteme por caridad,
para que yo me lo crea
como si fuera verdad.
 
Dime que me quieres mucho,
que a nadie quisiste más,
dilo cerrando los ojos
como si fuera la verdad.

 
Más resignada que la protagonista de Como si fuera verdad es la de otra tremenda copla titulada Tú eres mi marío, de la que ofrecemos unos versos.
 
Por qué inclinas la cabeza,
por qué llegas a la mesa
sin mirarme cara a cara.
¿Qué cavilas? ¿Dónde estás?
Como si un remordimiento
te amargara el pensamiento
y un delito me ocultaras
que no puedes confesar.
¿Qué te pasa a ti, alma mía,
que desprecias la comía,
que te está asomando el llanto
sin motivo ni razón.
Y te pones amarillo
cuando miras el cuchillo
como si te diera espanto
de una mala tentación?
 
Toma tu copita,
tu cigarro puro,
y anda y que te miren las niñas bonitas.
¡Te tengo seguro!
Que si ayer viniste
casi amaneciendo
fue por los amigos, que te entretuviste,
¡Yo tó lo comprendo!
Yo soy muy dichosa,
yo no desconfío.
Por más que le gustes a las buenas mozas...
¡Tu eres mi marío!
 
¿Por qué duermes intranquilo?
¿Por qué vives siempre en vilo
si yo no te pido cuentas
de ande vienes y ande vas?
¡Si es por mí por quien suspiras!
Lo demás sé que es mentira.
Ni le pasas una renta,
ni es tu amó, ni lo será.
Ni mereces un castigo
porque hablando tú conmigo
te equivoques y me sueltes
otro nombre de mujer.
Son cosillas pasajeras
que si yo me las creyera,
mereciera hasta la muerte
por dudar de tu querer...
 
 
Vemos hasta qué delirantes extremos podía ser aceptada la infidelidad masculina, y asusta un poco pensar que esta canción se escuchara en serio y se admirara a aquella mujer por su actitud".
 
PIVE AMADOR
El libro de la copla

viernes, 14 de marzo de 2014

La vida entre dos rebanadas de pan de molde


Antes de que España fuera invadida por una pandilla de cursis, a los sándwiches se les llamaba emparedados y al Bimbo sin corteza, pan inglés. En 1939, en este país había menos cursis y más espabilados. A esta segunda categoría pertenecía Antonio Rodilla, un guijuelense de 30 años que regentaba una pequeña charcutería en Callao, en pleno corazón de Madrid. Allí vendía, con éxito, embutidos traídos de su tierra que enloquecían a la sociedad más adinerada de la postguerra. Tras viajar fuera de España y conocer mundo, Antonio, que había pasado la contienda negociando en Tetuán, tuvo la idea de combinar sus fiambres con un pan mucho más ligero, sin corteza pero con algo de grasa, denominado "inglés".
 

Antonio, obsesionado, comenzó a investigar en el sótano de su charcutería hasta que dio con la receta de aquel exótico pan. ¿Qué mejor manera para aprovechar las traseras de las barras de jamón o de queso que hacer emparedados con este pan sin corteza? Inventó, así, en 1940, el "bocadillo de la clase alta", mucho más refinado que el bocata de tortilla al uso. El éxito fue descomunal. Cada fin de semana, cuando los sombríos madrileños salían de los cines de Callao y la Gran Vía, iban de cabeza a la charcutería de 60 metros cuadrados de Antonio, donde compraban, para llevar, varios emparedados a 3 y 4 pesetas con un vaso de agua, cortesía de la casa. Entre sus clientes más asiduos se hallaba Machín, quien tenía una debilidad por el emparedado de jamón serrano.
 
 
Durante los años del desarrollismo, Antonio creó el "sándwich" de ensaladilla rusa, una auténtica revolución hasta nuestros días, pues sigue siendo el producto más vendido de la carta. Un poco más adelante, en 1972, Rodilla abrió un segundo local en la calle Princesa, ya con barra y mesas.
 
 
En 2014, el negocio del charcutero Antonio, ya fallecido, cumple 75 años. A menudo, cuando tengo clase en el Instituto Francés, me gusta sentarme ante la cristalera del Rodilla de la calle Génova y contemplar al personal. Veo a las alumnas del Institut rematando sus deberes y a los camareros memorizando una larguísima lista de emparedados que les encargan los clientes. La variedad es descomunal, e incluso tienen uno especial para cursis, de pavo con miel y menta.
 
 
Si a un españolito de la postguerra, radiante con su emparedado de foagrás y su vaso de agua, le dices que, 75 años más tarde, en España comeríamos "sándwiches" integrales de pavo con miel y menta y Coca-Cola Light, le da un joenco del que no se recupera ni con las maracas de Machín.