martes, 30 de septiembre de 2014

"Chicas jazz" entre universitarios (1920-1929)


La década de 1920 estuvo plagada de contradicciones. Europa, que todavía se recuperaba de la devastación de la Primera Guerra Mundial, sufrió una serie de crisis económicas. Sin embargo, fue una época de grandes hitos culturales. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, la nueva era comenzó con la aprobación del derecho al voto de las mujeres y la Ley Seca, terminando la década con el colapso de la bolsa de Wall Street en 1929.

Imágenes de la película "Los violentos años veinte" de Raoul Walsh
 
Fue la época del jazz, marcada por un aire de frivolidad y un acento en la juventud. Cada vez más gente acudía a los cines para ver a estrellas como Joan Crawford bailando el charleston en Vírgenes modernas, o leían sobre sus homólogas literarias en El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald. Las melenas cortas de las mujeres inspiraron nuevos estilos de sombreros, sin olvidar, por supuesto, las faldas sorprendentemente cortas. Sólo las más atrevidas las llevaban por encima de la rodilla, pero incluso los modelos a media pantorrilla eran más cortos que nunca y, con tanto mostrar las piernas, se fue prestando más atención a las medias y al calzado. La mayoría de las mujeres llevaban zapatos bicolor más sencillos para el día y elegían preciosos zapatos de baile con finas tiras y tacones Luis XIV para la noche.

Joan Crawford bailando el charleston
 
Los jóvenes acudían en tropel a las universidades. El príncipe de Gales marcó tendencia en tanto que los hombres imitaban su estilo informal, pero elegante: jerseys bajo una chaqueta, pantalones con cinturón y el denominado "cuello americano". La ropa de deporte también se puso de moda, apoyada por atletas y celebridades. Los pantalones de golf holgados que se cerraban por debajo de las rodillas y el jersey tricotado con patrón de cable y cuello en pico pronto abandonaron las pistas y los campos para ocupar los armarios masculinos. El jugador de tenis francés René Lacoste comenzó a sacar provecho de su apodo, El cocodrilo, para diseñar, y posteriormente vender, polos con el logotipo de un cocodrilo bordado.

 
En economía, los negocios prosperaban y resultaba fácil obtener créditos. Las mejoras en producción y las innovaciones en el mercado minorista impulsaron las cadenas de tiendas que ofrecían un gran surtido a precios bajos. Era el paraíso de los publicistas.

Anuncios de moda en la década de 1920-1929:

domingo, 28 de septiembre de 2014

Nanaísmo: la primera vanguardia del siglo XXI (o la última retaguardia)

El pasado jueves, 25 de septiembre, se inauguró la I exposición Nanaísta de la historia. La muestra puede visitarse en la galería Modus Operandi de Madrid hasta el próximo 5 de diciembre. Pero, ¿qué es el Nanaísmo?
 
 
Inspirado por las vanguardias de principios del siglo XX, el Nanaísmo surge como protesta ante la degradación cultural, y sobre todo ética, de nuestra actual sociedad. No sólo vivimos una crisis económica, sino también de valores. Padecemos un nihilismo agudo. Nuestro mundo se empobrece en mitad de un gran estrépito. Hemos dejado de leer, tememos al silencio y establecemos conductas gregarias. Consternados ante esta situación, los nanaístas, tanto creadores como partidarios, somos unos rebeldes de la negación. Para Camus, el hombre rebelde era aquel que sabía decir “no”. La rebelión va acompañada de la sensación de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón. Esto es: “la rebelión tiene su origen en la conciencia, en el saber”. De esta íntima seguridad de que el Estado del Bienestar ha creado un gran rebaño de estómagos agradecidos donde reina la anomia, el relativismo moral y la apatía, los nanaístas, un grupo de rebeldes desde la conciencia del saber, defendemos el siguiente manifiesto:
 
 
1-. Reivindicamos el surrealismo español. Aunque sorprenda, el surrealismo ibérico hunde sus raíces en el Siglo de Oro español, con la novela picaresca, Cervantes (a través de la dialéctica sancho-quijotesca) y la mordacidad de Lope de Vega, Góngora y Quevedo. Sin embargo, hubo que esperar hasta el siglo XX para conocer la segunda cima del género. Decía Antonio de Lara, Tono, miembro del Otro 27 junto a Miguel Mihura, Edgar Neville, Enrique Jardiel Poncela, K-Hito, José López Rubio, Enrique Herreros, etc.: “Fue nuestra generación una verdadera generación precursora, pues todavía se están riendo de nosotros”. Y apostilló Pedro Laín Entralgo: “Hay una Generación del 27, la de los poetas, y otra Generación del 27, la de los renovadores -los creadores más bien-, del humor contemporáneo”. Los nanaístas aspiramos a tomar el relevo de ese otro 27 y usar su humor, elegante, surrealista y magnífico, para diseccionar la realidad. Si los canales empleados por los intelectuales del otro 27 fueron, fundamentalmente, las revistas gráficas y el teatro, nosotros añadimos el cine, la música, la danza y las artes plásticas. Cualquier cauce es válido para que, dentro de un siglo, continúen riéndose de nosotros. Los frutos de la generación de La Codorniz se llamaron Luis García Berlanga y Rafael Azcona, a quienes veneramos en un altar. Los consideramos la gran collera del mejor cine castizo español: absurdo, hilarante, crítico, sutil y terriblemente sensible. En sus películas, reímos tanto como lloramos. Ése es el cine que deseamos realizar, el de las luchas imposibles. A veces bárbaro, pero siempre tan nuestro.
 
Filósofos inmortalizados en plastilina por Rafael Jiménez
 
2-. Creamos a partir de los Clásicos y la Antigüedad. Como no hemos encontrado la Fuente de la Eterna Juventud, bebemos de Sócrates, su discípulo Jenofonte, Plinio el Viejo y Cicerón. Sostenía Rafael Gómez, El Gallo, que lo clásico era aquello que no se podía mejorar. Comulgamos con este credo gallista. Los nanaístas no rompemos con el pasado, sino que profundizamos en él para seguir creando. Como los grandes cineastas, aprenderemos a hacer cine viendo obsesivamente películas de John Ford, empezando por Centauros del desierto. Ojo: porque continuamos aprendiendo.
 
3-. Nuestro leitmotiv es la búsqueda, más que la propia conquista (quizás por ello, también simpatizamos con Ulises). Cada mañana, releemos el Mito de Sísifo. La tarea del creador ha de ser como la de un Sísifo infatigable que, pese a advertir de manera implacable la imposibilidad de su empeño, no renuncia a su cometido. Escribió San Agustín: “Buscaremos como si fuéramos a encontrar, pero nunca encontraremos sino teniendo que buscar siempre”.
 
La playa vista por Joaquín Pacheco
 
4-. Defendemos los “efectos naturales” por encima de los “especiales”. Decía Ramón Gómez de la Serna que, en lo que más avanza la civilización, es en la perfección de los envases. Por eso, los nanaístas seguimos apostando por el fondo más que por la forma. Por la esencia. Por los efectos naturales en el cine y en la mesa. Como Hegel, reivindicamos la forma en función del fondo, mal que le pese al idealismo platónico.
 
5-. La Tauromaquia es un rito sagrado: la única esperanza de ser libres y la última oportunidad de seguir existiendo. Sobre el albero de la plaza, cada tarde, un puñado de hombres defienden, a duras penas, una serie de valores que nuestra insaciable sociedad destruye: el esfuerzo, la superación personal, la dignidad, el valor, el respeto al rito y la hombría, en definitiva, la torería. ¿Existe una estampa más épica, ética y estética que un hombre enfrentándose a un toro bravo?
 
Esculturas taurinas de Pablo Lozano
 
6-. Una afición por cada sentido y, para nuestro sentido favorito, dos aficiones. Por ello, tenemos el firme propósito de recuperar la idea de “espacio vivo de experimentación de los sentidos” que defendió el escultor Alberto Sánchez. El décimo mandamiento de la Escuela de Vallecas predicaba con sabiduría: “La gula primeramente y el sueño, la lujuria y el arrebato...”. No hay que olvidar que, para Azorín, sólo un plato de natillas era superior a la música de Rossini.
 
7-. Disfrutamos de la grandeur, o de lo que queda de ella. Es decir, admiramos la exquisitez y refinamiento de la cultura francesa. Nos deslumbra su capacidad de acogida, creando franceses universales a partir de talentos nacidos en otras tierras (sirvan como muestra reciente Picasso y Jacques Brel). Somos absolutamente francófilos, a pesar de Napoleón y algún otro pequeño detalle que pasamos por alto. Nos extasiamos con la filosofía y la literatura galas (de Proust a Camus, pasando por Dumas y Cioran), el arte pictórico (impresionistas y fauvistas) y la chanson. Nuestro sibaritismo, heredado indudablemente de los franceses, nos obliga a cerrar las comidas con un pedacito de chocolate negro.
 
"Desayuno continental" con croissant, por Pablo Lozano
 
8-. Las principales fuentes de riqueza en España son el idioma, el legado artístico, la gastronomía autóctona y el clima benigno. Paradójicamente, no rentabilizamos al máximo ninguna de ellas. En Hispanoamérica, entre los 375 millones de personas que actualmente hablan español, han nacido varios hombres brillantes que pensaron en nuestra lengua. Otra tradición innegociable para un buen nanaísta es la siesta, el yoga ibérico, en palabras de Cela.
 
Escultura de José María Casanova
 
9-. Preservamos la música popular, la que nace y muere en el corazón de los pueblos. Los romances, la copla, el tango, la ranchera, el fado... La música popular refleja lo que el alma no tiene, por eso la canción de los pueblos tristes es alegre, y la canción de los pueblos alegres es triste. Fernando Pessoa escribió que el fado encarnaba el cansancio del alma fuerte. Todos los románticos han amado la música popular, porque nos aporta un pasado imaginario, a veces heroico. También Borges: “Oyendo un tango viejo, sabemos que hubo hombres valientes”. Durante un tiempo, cuando la copla le cantaba al amor, a la guerra, al hambre, al campo, a la picaresca y a los toros, al latir de nuestros días, también se llamó “canción española”. Porque “al fundir el corazón en el alma popular / lo que se pierde de nombre / se gana de eternidad” (Manuel Machado).
 
10-. Los nanaístas somos, consciente o inconscientemente, del Atleti de Madrid, el único equipo que ha tenido seguidores incluso antes de existir, como fue el caso de Marco Aurelio, Mariano José de Larra, Nietzsche, Schopenhauer o Dostoyevski. Ser del Atleti, implica una forma particular de afrontar la vida, de tener asumida la derrota -que a menudo encierra más dignidad que la victoria-, porque el esfuerzo y el trabajo no se negocian. Estamos convencidos de que el “Cholismo Ilustrado” será estudiado algún día en las universidades más prestigiosas.
 
El sector de los luchadores: bandera del Atleti de Elena Guerrero
y cuadro en plastilina de Rafael Jiménez
 
Al igual que Georges Steiner, los nanaístas somos “optimistas de la catástrofe”. En las trincheras, durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados leían a Homero, Dickens y Shakespeare. Las grandes crisis siempre han beneficiado a la cultura porque la humanidad ha procurado hundirse con elegancia. De ahí que seamos un grupo abierto, en busca de otros seres que comulguen con nuestro credo y que estén dispuestos a encontrar la belleza escondida entre las ruinas.


Mientras quede un "César" en pie, seguiremos creyendo...
 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Cuencos de café con leche

"Desayuno continental" de Pablo Lozano
 
Se sorprende a sí mismo soplándose los dedos como cuando era niño y se echa a reír mientras le viene a la garganta una bocanada nostálgica de pan dormido empapado en café con leche. ¡Hay que ver los recuerdos! Cualquier cosa te desencadena un amontonamiento de imágenes rotas.
 
- Joan, no jodas más y tómate la leche.
 
 
Le decía su abuelo. Como él mismo podría decírselo día tras día a sus hijos […] Se echa a reír. El niño pone entonces cara de orgulloso obligado por las circunstancias y engulle la leche con perfección técnica, incluso despreciativa. Beber la leche, de mañana, con las manos adaptadas al cuenco, buscando el misterioso calor que parece subirle desde el centro de la tierra. Yo tazas de ésas no quiero, le dijo a su mujer cuando vio que había comprado una vajilla de duralex. Para la leche nos las quiero. Estás cargado de cuentos. Mira, no sé por qué, pero si no me tomo la leche en tazón no me parece buena, sobre todo la leche de la mañana. La que tiene que limpiarlas soy yo y la loza se desconcha, siempre es un nido de mierda, tú muy señorito, pero...

- ¡Se acabó lo que se daba! ¡La leche en tazón y no hablemos más!

De vez en cuando hay que sacar el genio porque si no a uno le toman por el pito del sereno. Ya sé que son manías, pero tampoco está cargado uno de tantas como para no permitirse ésta. El tazón de leche le permitía recuperar la infancia, rostros de fondo, casi imposible recuperarlos del todo.
 
Manuel Vázquez Montalbán
("La soledad del manager")
 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Tasio


Se cumplen 30 años del estreno de Tasio (1984), la ópera prima de Montxo Armendáriz y una de las mejores películas del cine español de los ochenta. Rodada en la cautivadora sierra de Lóquiz, en el corazón de Navarra, cuenta la historia de un carbonero y cazador furtivo, Tasio, desde la infancia hasta la edad adulta.
 
 
El guión se recrea en un mundo rural en estado puro, donde la Naturaleza se convierte en protagonista. Armendáriz detalla también los condicionantes, sociales y económicos, que rigen la vida de los habitantes de un pequeño pueblo navarro y, en particular, la lucha de un individuo por preservar su independencia en una España cada vez más materialista. El director ya había dado la palabra al auténtico Tasio (Anastasio Ochoa Ruiz) y a sus compañeros de faena cuatro años antes en el documental Carboneros de Navarra (1980).
 
 
Declaraba Armendáriz en una vieja entrevista: "Empecé a visitar asiduamente a Tasio. Le expliqué la posibilidad de hacer un guión y le pedí que me contara cosas más concretas de su vida. Él estaba encantado. Durante quince o veinte días, cada fin de semana, me escapaba para estar con él, para visitar la carbonera, para grabar conversaciones, y así fui recogiendo todos los aspectos de su vida que me interesaban para construir la historia". Este primer tratamiento argumental cautivó al gran Elías Querejeta, que aceptó producir la película.
 
 
El guipuzcoano Patxi Bisquert fue el actor elegido para interpretar a Tasio adulto. Como curiosidad, antes de realizar sus pinitos en el cine, el atractivo Bisquert participó activamente como sindicalista en el sector metalúrgico, hasta militar en ETA en la década de los 70. En 1972, fue detenido y pasó tres años en prisión. En 1976, estuvo implicado en la organización de la fuga de Segovia. El 28 de marzo de 1984, el período El País le dedicaba una columna: Después de Akelarre está haciendo pruebas para representar el papel de un carbonero navarro en una película cuyo rodaje comienza el próximo 2 de abril. Patxi, que continúa militando activamente en una formación política abertzale de reciente creación -Auzolan-, reconoce su timidez ante las consecuencias de la fama. "Vaya corte me daba en la pasada campaña electoral", dice, "cuando chavalitas jóvenes, al acabar un mitin, me pedían que les firmara un autógrafo".
 
 
El verdadero Tasio, sin embargo, jamás se interesó por la política: nació en Zúñiga en 1916 y falleció en el monte de Valderrota, libre y feliz, en 1989. Era el tercero de diez hermanos y, a los 16 años, ya había armado su primera carbonera. Le gustaba andar por la sierra, cazar, pescar y jugar al frontón, pero descalzo, para no estropear su único par de alpargatas. En una romería en Campezo (Vitoria), conoció al amor de su vida, Paulina, con la que tuvo dos hijas, Celia y Blanca Ochoa.
 
 
Otra de las maravillas de Tasio, ganadora de una Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, es la banda sonora, que versiona una antigua jotica, cuya letra dice así: "No creas lo que han dicho las murmuradoras, que con la hija del Patxi te han visto pasear. Sólo quiero casarme con tu cuerpo gentil, si no tuvieras madre qué bien iba a vivir". La inolvidable adaptación musical corrió a cargo de Ángel Illarramendi y Fermín Gurbindo, mientras que José Luis Alcaine se ocupó de la fotografía. Quizá por ello, la factura final recuerda a El Sur (1983), obra maestra de Víctor Erice, donde también colaboró Alcaine.
 
 
- Entonces no se ganaba el dinero tan fácil: mucho trabajo y poco jornal.
- Ahora tampoco la vida es buena para todos; para los que ganan buenos jornales sí, pero para los demás...
- Esta vida es mejor que la de antes. Antes la vida era más dura.

martes, 23 de septiembre de 2014

En El Corte Inglés, los hombres empujan el carrito de la compra

Por una vez, la prensa económica coincide: Isidoro Álvarez fue un visionario. El presidente del Corte Inglés no sólo revolucionó el mundo empresarial, también las costumbres de la sociedad española. Entre sus hitos figuran el pago mediante tarjeta de crédito, la devolución del dinero en metálico, la modernización del escaparatismo, el impulso del período de rebajas y la invención del Día del Padre, San Valentín, etc. Todas estas conquistas se bendicen en las páginas financieras de las últimas semanas, sin embargo, pocos mencionan uno de los objetivos que más obsesionaron a Isidoro Álvarez a lo largo de su exitosa carrera: lograr que los hombres hicieran la compra.
 
 
Si hoy vemos auténticas legiones de machos ibéricos arrastrando carritos de la compra se lo debemos a Isidoro. Un detalle nada baladí, puesto que, en los últimos años, el hombre se ha convertido en un reclamo cada vez más potente para el mundo de la moda. Antes de fallecer, el lince asturiano ordenó la creación de una nueva marca, llamada Hominem, dirigida exclusivamente al público masculino.
 
 
Transcribo un artículo publicado en La Voz de Galicia en abril de 2013: "El Corte Inglés lanza una nueva marca propia dirigida a un hombre dinámico, urbano, interesado por la moda y su imagen, que compra por impulso y tiene un nivel adquisitivo limitado. Hominem se presenta por colecciones, una para vestir denominada City y otra sport de nombre Relax y tiene una amplia gama de complementos. Los hombres Hominem pertenecen a la nueva generación digital y se caracterizan por un estilo «dressual» combinando las mismas prendas, tanto para el ocio como para el trabajo. Cada una de las líneas de la marca Hominem se ha inspirado en dos Estados de USA: En primavera, la línea CITY, se inspira en New York y el verano en California; para Relax, en Arizona y Louisiana respectivamente".
 
 
Donde quiera que se encuentre ahora, gracias, don Isidoro, por convertir a nuestros hombres en dóciles cabestros "dressual", perfectos bueyes de carga para arrastrar el carrito de la compra por los interminables pasillos del Corte Inglés. Las feministas están que aplauden con las orejas ante este progreso. Manuel Pizarro, que es otro visionario, debería incluir un cencerro en la amplia gama de complementos de Hominem para la temporada otoño-invierno 2014.
 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Aux couleurs de I'ete Indien


En la década de los 70, el cantante Joe Dassin puso de moda una canción que parecía compuesta por la Agencia Estatal de Meteorología. Se titulaba L'été Indien y arrancaba así:
 
Tu sais, je n'ai jamais été aussi heureux que ce matin-là
nous marchions sur une plage un peu comme celle-ci
c'était l'automne, un automne où il faisait beau
une saison qui n'existe que dans le Nord de l'Amérique
Là-bas on l'appelle l'été indien.
 
 
El estribillo era de traca y sólo decía: Da da daaaa da da daaaa. En los 70 se produjeron extraños éxitos, un tanto horteras, pero con encanto, como éste de Dassin, que llegó a vender dos millones de copias en todo el mundo. Justo estos días, la prensa francesa anuncia que las playas del sudoeste vuelven a llenarse hasta la bandera a causa de l'été Indien: "La météo annonce encore un temps de rêve sur la côte landaise. Sept plages restent surveillées jusqu'à la fin du mois de septembre: Mimizan, Vielle-Saint-Girons, Moliets, Vieux-Boucau, Seignosse, Hossegor et Capbreton".
 
 
Toute la vie
Sera pareille a ce matin
Aux couleurs de I'ete Indien.
 
Menos romántico, el cómico Guy Bedos se cachondeó del éxito de Dassin en su versión humorística Le tube de l'hiver (1975), donde rememoraba un invierno donde se peló de frío en París.
 
Tu sais, j'ai jamais autant dégusté qu'avec toi, cette année-là.
Je me souviens de ce matin de décembre.
Il faisait froid à en crever.
C'était l'hiver.
Évidemment puisqu'on était en décembre.
Je me suis jamais autant pelé que ce matin-là.
C'était l'hiver.
 

sábado, 20 de septiembre de 2014

El río que desembocaba en Vogue

La lluvia ni sabe ni quiere ir a la moda. Quedó claro el jueves, durante la Vogue Fashion Night Out 2014, cuando el cielo del Barrio de Salamanca se abrió en dos, como un enorme costurón, y alguien arriba grito "¡agua va!".
 
 
Dicen los organizadores que, a pesar del mal tiempo, la noche fue un éxito. Y sí: es muy posible que se dispararán las ventas de paraguas. Salvo eso, vi tan pocas bolsas como tarjetas de crédito. Las niñas estaban más preocupadas en peinarse los cabellos falsamente alisados que, con el agua, volvían a su estado natural, rizado y rebelde. Las alfombras rojas escupían lluvia y los tacones resbalaban por las aceras madrileñas. Sólo Audrey Hepburn era capaz de conservar el glamour bajo una tormenta.
 
 
Dentro de las tiendas, los fashionistas intentaban recuperar la compostura. Los paraguas chorreantes iban dejando un reguerillo entre sección y sección, como pequeños ríos en el interior de Zara o Massimo Dutti. Bajo las luces de neón, el rímel de las muchachas también goteaba hasta formar grotescas lágrimas negras. El agua es implacable ante los decorados de cartón-piedra.
 
 
Las páginas de Vogue, siempre luminosas y seductoras, se volvieron papel mojado. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza.

jueves, 18 de septiembre de 2014

La ventana abierta


La ciudad duerme o despierta. Es lo mismo. La ciudad está desierta o no notamos otra presencia que la de nuestros pasos que ni van ni vuelven. Todo es oscuridad en torno. Hasta el sol. Si alguien nos llamara no le oiríamos .Si llamáramos a alguien no nos oiría tampoco. Estamos tumultuariamente rodeados de nuestra terrible soledad. No sabrías, alma mía patética, poblar esta desesperada patria sin nadie.
 
No importa la ciudad. No importa la casa. Pero de pronto, allá junto al tejado, vemos una ventanita entreabierta. ¿Quién, cuándo, cómo, para qué han entreabierto esa ventanita? ¿Se asfixiaba un alma? ¿Acaba de asomar por ella un brazo desnudo diciendo adiós? ¿Qué ocurre dentro? ¿Muere o nace alguien en ese instante? ¿Contemplan dos enamorados el techo de su alcoba? ¿Cuenta sus monedas un avaro? ¿Estudia un hombre? ¿Lavan unas manos tiernas, vulgares, una ropa triste?

 
[...] ¿Por qué, a qué, abrió alguien esa ventanita más hermética ahora que cerrada? ¿Qué está ocurriendo que no se nos ocurre? La ciudad, la calle, la casa, la geografía entera importan poco. Sólo nos araña los ojos esa ventanita entreabierta al universo mundo. Nos hemos detenido. Contemplamos con una, como trágica curiosidad, esa herida en la noche, en la mañana, al atardecer o cuando los gallos cantan a la dudosa luz.
 

No sabemos proseguir nuestro paseo. Algo nos clava allí, sobre la piedra. Como si algo nos estuviera ocurriendo a nosotros mismos. Nada nos movería a asombro. Nada. Ni que apareciera uno mismo asomándose a la ventana. Porque, ¿es de verdad uno el que está en la calle?
 
Algo nos pesa y duele en el corazón. Nos estamos olvidando de nosotros. ¿Estaremos arriba, en esa habitación desconocida llorando o riendo, amando, naciendo,muriendo? ¿Hemos abierto nosotros la ventanita? [...] No importa la ciudad. Ni la casa. Importa sólo esa ventanita que permanece a un día o a una noche cualquiera.
(César González-Ruano)

 
Escucha Escucha Escucha
la voz de los hoteles,
de los cuartos aún sin arreglar,
los diálogos en los oscuros pasillos que adorna una raída alfombra escarlata,
por donde se apresuran los sirvientes que salen al amanecer como espantados murciélagos

Escucha Escucha Escucha
los murmullos en la escalera; las voces que vienen de la cocina,
donde se fragua un agrio olor a comida, que muy pronto estará en todas partes,
el ronroneo de los ascensores

Escucha Escucha Escucha
a la hermosa inquilina del "204" que despereza sus miembros
y se queja y extiende su viuda desnudez sobre la cama. De su cuerpo
sale un vaho tibio de campo recién llovido.
 

[…] Escucha Escucha Escucha
la incansable viajera, ella abre las ventanas y aspira el aire que viene de la calle. Un desocupado
la silba desde la acera del frente y ella estremece sus flancos en respuesta al incógnito llamado.
 
(Álvaro Mutis)
 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Las predecesoras de Mireia Belmonte (1910-1919)

En medio del creciente conflicto internacional -que desembocaría en la Primera Guerra Mundial-, Gabrielle Coco Chanel abrió una sombrerería en París, seguida de varias tiendas de ropa en Deauville y Biarritz, donde comenzó a utilizar lana -reservada hasta entonces para la ropa interior masculina-, con el fin de confeccionar prendas femeninas cómodas y estilosas. La idea de Chanel supuso un cambio respecto a la encorsetada "chica Gibson" y la mujer en kimono de Poiret, cuya influencia era todavía perceptible en la década de 1910. Sus diseños provocaron una moda pasajera de faldas de medio paso en Estados Unidos, dado que los diseñadores americanos malinterpretaron las estrechas líneas de la francesa.

 
En 1907, la estrella de la natación Annette Kellerman -conocida como la "sirena australiana"- ofreció su primer ballet acuático en Nueva York. Su bañador de una pieza escandalizó al público, acostumbrado a ver a las mujeres envueltas en incómodas prendas de baño. Al poco, Jantzen y Bentz Knitting Mills introdujeron nuevos modelos de baño. El atletismo estaba en auge. No en vano, la Converse Rubbet Shoe Company se fundó en 1908.

 
Inspiradas en el debut neoyorkino del matrimonio de bailarines de salón Vernon e Irene Castle, las mujeres se dejaban media melena y los hombres se peinaban hacia atrás, y aprendían a bailar el Castle Walk y el fox trot.
 

Entre tanto, la naciente industria del cine partía de Nueva York al clima cálido y al económico suelo de California del Sur, donde Hollywood pronto produciría numerosos largometrajes, haciendo de sus actores estrellas de un día para otro, e influyendo en las tendencias de moda en todo el mundo. Las bañistas de Mack Sennet aportaban una nota incitante a las comedias de los estudios Keystone, Gloria Swanson se consolidó como la reina del glamour de Hollywood y, con su cascada de tirabuzones rubios, Mary Pickford, la novia de América, fue la estrella de cine más popular y mejor pagada de la década.

 
En 1913, el "Armony Show" de Nueva York llevó a Estados Unidos el simbolismo, el impresionismo, el post-impresionismo, el neo-impresionismo y el cubismo. Si bien algunos se escandalizaban por el Desnudo bajando una escalera de Marcel Duchamp, y por las formas femeninas distorsionadas de Henri Matisse, otros se inspiraban en esas obras. Los grandes almacenes Wanamaker´s de Nueva York mostraban en sus escaparates moda que bebía del cubismo y la revista Vogue comenzó a incorporar "moda cubista" en sus ediciones.


Anuncios de moda de la década de 1910-1919: