viernes, 27 de febrero de 2015

Panadería de guerra

El cruasán, tan tierno, nació en pleno período bélico, concretamente durante el segundo sitio de Viena de 1683, que marcó el declive del imperio otomano en Europa, cuando el gran visir Kara Mustafá lanzó una campaña contra el emperador Leopoldo I. Los turcos, que avanzaban con una fuerza abrumadora, rodearon Viena por la noche con la finalidad de sorprender al enemigo. A pesar de lo intempestivo de la hora, los habitantes de la ciudad de Danubio fueron alertados de esta invasión por los panaderos quienes, mientras trabajaban en sus obradores, escucharon extraños ruidos al otro lado de las murallas. 


Finalmente, los turcos no consiguieron entrar en Viena y los panaderos fueron condecorados por el emperador. El gremio, muy contento, para mofarse de los perdedores, inventaron un pastel hojaldrado con forma de media luna, "Halbmond" en alemán. María Antonieta, la mujer de Luis XVI, se aficionó a este nuevo dulce vienés, introduciéndolo en Francia a la hora del desayuno, instaurando el croissant a la plancha.


Otra leyenda cuenta que Napoleón ideó la baguette cuando, en 1812, camino del frente ruso, pensaba en algo para alimentar a sus tropas, que fuera nutritivo, pesara poco y no ocupara excesivo espacio. Cuando recaló en Viena, los pasteleros le mostraron la baguette vienesa, el pan ideal para hacer bocadillos. Paréntesis de pan, de fiambre lleno... A la Grande Armée no le sentaron bien aquellos bocatas.

miércoles, 25 de febrero de 2015

La jornada de un periodista norteamericano en 2889

Julio Verne -el escritor francés más traducido en el mundo- ha sido el gran agitador de la imaginación infantil y juvenil. Y digo "ha sido" porque ahora, desgraciadamente, en los colegios recomiendan unas lecturas absurdas, consiguiendo que los niños no vuelvan a hojear un libro. Me recuerdo a mí misma devorando las novelas de Verne durante el verano, en la playa o en la terraza: La vuelta al mundo en ochenta días, La isla misteriosa o la mejor de todas: Miguel Strogoff. Recientemente, en clase de francés, hemos leído un cuento bastante desconocido de su última etapa, titulado La jornada de un periodista americano en 2889, publicado en 1889. En él, Verne demuestra, una vez más, que era un visionario. No en vano, sospecho que Orson Welles y Herman J. Mankiewicz conocían este relato cuando, a principios de los cuarenta, escribieron el guión de Ciudadano Kane

La isla misteriosa

Los hombres de este siglo XXIX viven en medio de un espectáculo de magia continua, sin que parezcan darse cuenta de ello. Hastiados de las maravillas, permanecen indiferentes ante lo que el progreso les aporta cada día. Siendo más justos, apreciarían como se merecen los refinamientos de nuestra civilización. Si la compararan con el pasado, se darían cuenta del camino recorrido. Cuánto más admirables les parecerían las modernas ciudades con calles de cien metros de ancho, con casas de trescientos metros de altura, a una temperatura siempre igual, con el cielo surcado por miles de aerocoches y aeroómnibus. Al lado de estas ciudades, cuya población alcanza a veces los diez millones de habitantes, qué eran aquellos pueblos, aquellas aldeas de hace mil años, esas París, esas Londres, esas Berlín, esas Nueva York, villorrios mal aireados y enlodados, donde circulaban unas cajas traqueteantes, tiradas por caballos. ¡Sí, caballos! ¡Es de no creer […]


¡Pues bien! Vamos a encontrar al conjunto de estas maravillas en una mansión incomparable, la mansión del Earth Herald, recientemente inaugurada en la avenida 16823 de Centrópolis, la actual capital de los Estados Unidos de las dos Américas […]

Xanadú, la mansión de "Ciudano Kane"

Todas las mañanas, en lugar de ser impreso, como en los tiempos antiguos, el Earth Herald es "hablado": es en una rápida conversación con un reportero, un político o un científico, que los abonados se informan de lo que puede interesarles. En cuanto a los clientes no suscriptos, se sabe que por unos centavos toman conocimiento del ejemplar del día en las innumerables cabinas fonográficas.

Esta innovación de Francis Bennett revitalizó el antiguo periódico. En algunos meses su clientela ascendió a ochenta y cinco millones de abonados y la fortuna del director aumentó gradualmente hasta los treinta mil millones, cifra altamente superada en la actualidad. Gracias a esta fortuna, Francis Bennett ha podido edificar su nueva mansión, colosal construcción de cuatro fachadas, cada una de las cuales mide tres kilómetros, y cuyo techo se ampara bajo el glorioso pabellón de setenta y cinco estrellas de la Confederación.

Francis Bennett, rey de los periodistas, sería hoy el rey de las dos Américas si los americanos pudiesen alguna vez aceptar la figura de un soberano cualquiera. ¿Usted lo duda? Los plenipotenciarios de todas las naciones y nuestros mismos ministros se apretujan en su puerta, mendigando sus consejos, buscando su aprobación, implorando el apoyo de su órgano todopoderoso. Calcúlese la cantidad de sabios que animaba, de artistas que mantenía, de inventores que subvencionaba. Realeza fatigosa la suya; trabajo sin descanso y, ciertamente, un hombre de otro tiempo no hubiera podido resistir tal labor cotidiana. Felizmente, los hombres de hoy son de constitución más robusta, gracias al progreso de la higiene y de la gimnasia, que ha hecho elevar de treinta y siete a cincuenta y ocho años el promedio de la vida humana, gracias también a la presencia de los alimentos científicos, mientras esperamos el futuro descubrimiento del aire nutritivo, que permitirá nutrirse... sólo con respirar […]

"Metrópolis" de Fritz Lang

Habiendo dado esta breve lección, Francis Bennett continúa la inspección y penetra en la sala de reportajes. Sus mil quinientos reporteros, situados entonces ante sendos teléfonos, les comunicaban a los abonados las noticias del mundo entero recibidas durante la noche. La organización de este incomparable servicio se ha descrito a menudo. Además de su teléfono, cada reportero tiene ante sí una serie de conmutadores que permiten establecer la comunicación con tal o cual línea telefótica. Así los abonados no sólo reciben la narración, sino también las imágenes de los acontecimientos, obtenidas mediante la fotografía intensiva […]

La sala contigua, vasta galería de medio kilómetro de largo, estaba consagrada a la publicidad y fácilmente se imagina lo que debe ser la publicidad de un periódico como el Earth Herald. Producía un promedio de tres millones de dólares al día. Gracias a un ingenioso sistema, una parte de esta publicidad se difundía en una forma absolutamente novedosa, debida a una patente comprada al precio de tres dólares a un pobre diablo que está muerto de hambre. Consiste en inmensos carteles, que reflejan las nubes, y cuya dimensión es tal que se los puede percibir desde toda una comarca […]


Como todas las personas acomodadas de nuestra época, Francis Bennett, renunciando a la cocina doméstica, es uno de los abonados a la Gran Sociedad de Alimentación a Domicilio. Esta sociedad distribuye mediante una red de tubos neumáticos manjares de toda clase. Este sistema es costoso, sin duda, pero la cocina es mejor y tiene la ventaja de suprimir la exasperante raza de los cocineros de ambos sexos.

Au XXIXe siècle: La journée d'un journaliste américain en 2889

(Cuento de Julio Verne publicado en 1889)

lunes, 23 de febrero de 2015

Álvaro, el nuevo discípulo de los Lozano


En las últimas filas del Palacio de Vistalegre, varios estudiantes de la Facultad de Veterinaria insuflaban ánimo a su compañero con una pancarta escrita a mano; cada vez que Álvaro Lorenzo daba la vuelta al ruedo paseando un trofeo, los jóvenes agitaban alegremente el letrero. Los alumnos de la Complutense tuvieron mucho trabajo el pasado sábado, pues el novillero toledano cortó la friolera de cinco orejas. Después de este hartazón de pelúas a las puertas de Madrid, Álvaro tendrá que apartar los apuntes de veterinaria por un tiempo.


¡Mira que son buenos maestros los Lozano! Unos auténticos magos "haciendo" toreros, sobre todo Pablo padre. Con la ayuda de sus mentores, Álvaro se ha aplicado a fondo. A los presentes -un tercio del aforo-, nos sorprendió su toreo de capa, con las manitas bajas, templadísimo, casi meciéndose. Si esos capotazos los llega a pegar Morante, lo habrían cantado hasta en la China. Con la muleta, el aspirante a veterinario no anduvo tan soberbio, pero aprobó con holgura, especialmente al natural, enganchando adelante y rematando bien atrás. Por si fuera poco, mató con eficacia. ¿Qué más se le puede pedir a un novillero?

Fotos: Conchita Ledesma

Para que esta gratísima sorpresa surgiera al inicio de temporada cual truco de brujería toledana, los Lozano no se la jugaron con los mimbres: los experimentos, con gaseosa y en casa, esto es, en el laboratorio de Alcurrucén. Para el festejo en Vistalegre, apostaron por una ganadería de garantías como la de Domingo Hernández que, cumpliendo con el pronóstico, embarcó tres novillos gachos que eran máquinas de embestir, principalmente el negrito que hizo segundo.


Más osado fue el apoderado de David Martín quien, desafortunadamente, eligió utreros de Guadajira, procedencia Martelilla. ¡Arrea! El invento no salió bien y el novillero de Galapagar anduvo aperreado con su lote, a veces excesivamente blando y, otras, muy violento. Aunque cortó dos orejas por su valor y voluntad, al final del festejo, durante la salida a hombros, de quien hablaba todo el mundo era de Álvaro, el nuevo discípulo de los Lozano. 

viernes, 20 de febrero de 2015

La muerte en Beverly Hills


En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine -y a
esta hora está muerta en el Depósito aquélla cuyo
cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos
una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y
tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz
muy baja- se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió de amor,
y era como si oliera muy despacio un perfume.


Cuando Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) publicó el libro La muerte en Beverly Hills (1968), aún escribía en castellano y ya había ganado el Premio Nacional de Poesía con Arde el mar (1966). Luego, se pasaría al catalán. Beverly Hills es una localidad de Los Ángeles que sucedió a Hollywood como uno de los lugares favoritos de residencia de los grandes astros del cine.

miércoles, 18 de febrero de 2015

A media luz los tres


¿Todas las mujeres son iguales? ¿Es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿El buey suelto bien se lame? ¿Un burro es un caballo que no ha podido ir a la escuela? Con un ritmo trepidante, un humor que no ha pasado de moda y unos personajes llenos de frescura, la obra A media luz los tres, de Miguel Mihura, da respuesta a todas estas preguntas a través de las peripecias de Alfredo, un solterón cuyo único objetivo consiste en conquistar a una mujer, se llame Mariví, Elena o Lulú. Sin embargo, sus sucesivos fracasos amorosos -en comparación con los éxitos de su buen amigo Sebastián- provocan una pequeña crisis de fe en Alfredo, que empieza a considerar que no sabe tanto de mujeres como él creía.

Los tres actores en escena:
Rocío Saro Marqués, Jose Millor y Edgar Costas
 
ALFREDO.- Bueno, bueno, bueno… pues no sabes lo que me alegro de que estés aquí… (Se acerca a ella más, pero ante la mirada fría de MARIVÍ se levanta y va hacia la llave de la luz). Perdona un momento…
MARIVÍ.- ¿Qué vas a hacer?
ALFREDO.- Hay demasiada luz. ¿No te parece? Estaremos mejor así… (Apaga todas las luces, dejando solo su efecto de rojo y verde).
MARIVÍ.- ¿Vas a cantar un tango?
ALFREDO.- No, pero…
MARIVÍ.- En ese caso, prefiero que lo dejes como estaba…
ALFREDO.- ¿Qué más te da?
MARIVÍ.- Eso mismo digo yo… ¿Qué más te da dejarlo como estaba?
ALFREDO.- (Volviendo a encender). Bueno, como quieras… Pero haría bonito estar a media luz los dos…
MARIVÍ.- Dirás los tres.
ALFREDO.- ¿Los tres?
MARIVÍ.- Sí, claro. Tú, yo y el burro…
ALFREDO.- ¡Ja, ja, ja!... ¡Eres deliciosa! ¿Otro coñac?
MARIVÍ.- Sí… Doble…


A media luz los tres fue estrenada, por primera vez, en el Teatro de la Comedia de Madrid durante el invierno de 1953. La buena acogida entre el público, hizo que se llevara al cine en 1958, bajo la dirección de Juan Soler, y a la televisión para el programa de TVE Estudio 1. Recientemente, ModusOperandi Arte y Producción S.L. y la compañía Ves-Arte Teatro han vuelto a poner en escena esta deliciosa comedia que puede disfrutarse los viernes, sábados y domingos en el número 5 de la madrileña calle Reina Mercedes.

 
ALFREDO.- Estás tú muy tonto con las citas.
SEBASTIÁN.- Si tú vieras la gracia que me hace irme ahora a merendar a casa de una señora gorda y tocarle un brazo…
ALFREDO.- ¿Por qué vas entones?
SEBASTIÁN.- ¡Porque las señoras no me dejan en paz! Porque mi mujer, desde que se ha enterado de mis conquistas, no hace más que hablar con sus amigas de mis éxitos.
ALFREDO.- ¿Y qué?
SEBASTIÁN.- ¿Cómo que y qué? Que me hace una propaganda imposible... Que ya no hay ninguna amiga suya que no me guiñe un ojo… Y que con la propaganda aumenta la clientela, ¡y que ya estoy harto!
ALFREDO.- No exageres, caramba…
SEBASTIÁN.- No exagero ni un pelo… Vosotros los solteros, como no tenéis una mujer que os haga propaganda, no sabéis lo que es esto. Si tú te casaras, que es lo que deberías hacer, ya verías los líos que te saldrían…
ALFREDO.- ¿Es que me vas a decir ahora que no los he tenido ni que los tengo?
SEBASTIÁN.- Pero líos de soltero, pequeñitos y estúpidos… Y lo que quieren las mujeres son los líos gordos, enormes, llenos de peligros y de borrascas… Por eso nos prefieren a nosotros.


Fotografías de Elena Guerrero
 

lunes, 16 de febrero de 2015

Miguelín, La Taurina y La Perseverancia


Algeciras tuvo un coso llamado La Perseverancia (¡qué nombre tan apropiado!) y un café llamado La Taurina. Este último, se encontraba en la Plaza Alta -antigua Plaza de la Constitución-, pegado, pared con pared, a la Capilla de Europa. Bar e iglesia eran vecinos, cumpliendo aquel máximo latino de primum vivere, deinde philosophari, es decir, primero tómese unas cañas y después rece un Padre Nuestro. Por aquel entonces -finales de los 40 y la década de los 50-, Algeciras todavía vivía del mar y de la pesca.


Agustín Coronil Sarriá, padre de Andrés Coronil Rodríguez, comenzó a trabajar en La Taurina con tan sólo 12 añitos. Para llegar al fregadero, tenía que encaramarse a un cajón de cerveza, desde donde escuchaba las tertulias de los aficionados. Allí, entre vasos y clientes, se hizo un hombre. Fue su primer empleo y siempre lo recordó con cariño.


En abril de 1955, con 16 años, el torero Miguel Mateo Salcedo, Miguelín, debutó con picadores en La Perseverancia. A los 17 años, Agustín cambió de trabajo, el Café La Taurina desapareció, La Perseverancia fue demolida en 1975 y Algeciras le dio la espalda al mar.


Los aficionados más veteranos, cuando se reúnen en la Peña Miguelín de la Avenidad Fuerzas Armadas, aún recuerdan cómo su torero -heterodoxo y rebelde- provocaba a El Cordobés. Conocida es la anécdota del San Isidro de 1968, cuando el diestro de Algeciras se lanzó de espontáneo al ruedo madrileño vestido con chaqueta y corbata mientras su rival lidiaba un toro sin casta ni codicia; provocación que le valió una multa de 40.000 pesetas. No obstante, su verdadera venganza tuvo lugar durante la Corrida de la Prensa cuando, ante toros de don Antonio Pérez, Miguelín cortó la friolera de seis orejas, demostrando que era uno de los toreros de moda. El jueves 4 de julio de 1968, el ABC publicó la siguiente crónica: "El rotundo triunfo de Miguelín lo obtuvo a pulso, lo obtuvo con el reposo del torero que sabe lo que hace y lo que hacer, que sabe que esta Corrida de la Prensa era para él la definitiva. Y lo ha sido. Un grito coreado, muy futbolístico, resonó por los tendidos: ¡Miguelín! ¡Miguelín! Era el grito que le alzaba vencedor".

sábado, 14 de febrero de 2015

Como yo te amo


El compositor jerezano Manuel Alejandro fue el autor (o culpable) de la canción Como yo te amo, una bomba de almíbar mucho más letal que la atómica. Originariamente, esta tortura musical fue escrita para Rocío Jurado, que la grabó en su álbum Señora (1979). Las malas lenguas cuentan que, al escucharla, Raphael se entusiasmó de tal manera con la obra de Manuel Alejandro que, apenas unos meses más tarde, se la apropió en su disco Y... sigo mi camino (1980). En un plis plas, la personal versión de Raphael eclipsó a la de Rocío, quien se vio obligada a lanzar otros temas del disco Señora, en vez de usar Como yo te amo, destinado, en un principio, a ser el single promocional del álbum. En el mundillo se rumoreó que este desaire fastidió mucho a la diva, ocasionando una enemistad pasajera entre ambos cantantes.


Felizmente, con el paso del tiempo -y de los discos-, el amor volvió a brotar entre ellos quienes, en el fondo, también se amaban con la fuerza de los mares y el ímpetu del viento. El culmen de este cariño llegó la Nochebuena de 2008, un año y medio después del fallecimiento de Rocío, cuando Raphael le brindó un homenaje, un tanto surrealista y con clavel blanco incluido, en la gala de Televisión Española. Jamás duró una flor dos primaveras en manos de Raphael...


No contento con el descalabro causado, Manuel Alejandro siguió componiendo temas de amor no aptos para diabéticos. En su haber figuran grandes clásicos de la canción sentimental como Se nos rompió el amor (Rocío Jurado), Yo soy aquel (Raphael), Soy rebelde (Jeanette), Háblame del mar, marinero (Marisol), Procuro olvidarte (Hernaldo Zúñiga), Lo dudo (José José), etc.

jueves, 12 de febrero de 2015

Consultorio sentimental


Adoro los programas de radio nocturnos donde sólo llaman locos o "desenamorados". Por estas fechas de San Valentín son impagables. Historias del tipo: "Julia se casó con su marido muy enamorada. Al nacer su cuarta hija, él empezó a cambiar de comportamiento y cualquier situación que se presentaba era una excusa perfecta para salir con los amigos. Cierto día, uno de esos amigos y delante de una vecina, le confirma a Julia la verdadera condición sexual de su marido". O: "Laura se ha llevado una desagradable sorpresa tras descubrir que el chico de la camiseta blanca y bronceado urbano no sólo era el socorrista de su corazón, sino de la urbanización entera. Tras sacarle el dinero para cubrir sus gastos, se da cuenta del engaño y ahora se pregunta cómo pudo haber caído en sus redes". 


Nada nuevo bajo el firmamento radiofónico: entre 1947 y 1983, durante 36 años, Elena Francis fue el gurú de las mujeres españolas. En su libro Elena Francis: un consultorio para la Transición, el profesor Gerard Imbert explica: "Lo que en un principio se concibió como un consultorio de belleza para promocionar cosméticos de marca, luego se transformó en un confesionario, aunque en el programa cabía de todo. Se hablaba de temas domésticos, del cuidado de la casa, de moda, de cocina [...] Una vez una chica preguntó cómo se colocaban las cosas en la nevera". Entre consulta y consulta, se ponían canciones dedicadas o se leían vidas de santos. Continúa Imbert: "Había muchas Elenas Francis encerradas en una: la amiga, la confidente, la directora espiritual; pero también la censora, la juez, la represora. Todo estaba empapado de grandes dosis de maternalismo".


Sobre asuntos amorosos y sexuales, Elena Francis se regía por los preceptos de la Sección Femenina: la principal función de la mujer era la maternidad, la homosexualidad era un transtorno que las esposas podían remediar, las muchachas no debían llevar tacones... Según Imbert: "La filosofía del programa era la de proponer un modelo de mujer abnegada, sufridora, entregada enteramente al hogar y capaz de cualquier cosa con tal de salvar la unidad familiar. Infidelidades, malos tratos, alcoholismo... Todo había que soportarlo por el bien de los hijos y su futuro". Igualito que ahora.


En 1982 se destapó el secreto de la señorita Francis: el personaje no existía "en cuerpo y alma", sino que era un montaje del catalán Instituto de Belleza Francis para promocionar sus productos. Desde los inicios, las cartas de las oyentes -20.000 al mes- eran respondidas por un grupo de asesores, entre los que figuraban un cura y un psicólogo. A partir de 1966, le encargaron el guión del programa al crítico taurino Juan Soto Viñolo... ¡para que luego digan que los aficionados no somos sensibles! Diversas locutoras prestaron su voz al personaje ficticio de Elena Francis, aunque la más carismática fue Maruja Fernández.

Juan Soto Viñolo en los toros... escribiendo, quizá, para la señorita Francis

En cierta ocasión, en el programa de RNE Carta de España, la condesa de Quintanilla -que, en realidad, era la condesa de Romanones- enumeró qué cualidades buscaba la mujer en un hombre. La respuesta fue colosal: "Yo creo que busca lo que ellas no tienen: que sea muy equilibrado, porque las mujeres somos muy emotivas y menos equilibradas". Actualmente, en los programas de madrugada, los locutores recomiendan la Ley del Talión: si él te pone los cuernos, ponlos aún más; si él tiene dudas, desprécialo; si él llega tarde a casa, no le abras la puerta; si él evita salir con tus amigas, escúpele... Eso sí: si tu pareja te confiesa que es homosexual y le gustan los hombres, se comprensiva y hazte su amiga.

martes, 10 de febrero de 2015

Juan Mora: "La torería es una expresión natural de las cosas"


El pasado viernes, me invitaron a moderar un coloquio con el maestro Juan Mora organizado por la Asociación Taurina de San Rafael (Segovia). El público que llenó la sala estaba muy ilusionado con la inminente actuación de su paisano, Víctor Barrio, en la Feria de Valdemorillo. Hoy, mientras la afición segoviana arropa a un torero joven que pide sitio, al margen del mercantilismo de los despachos y los números del escalafón, Juan Mora continúa soñando. Las tertulias taurinas que escuchaba en su infancia y las noches en el cine de verano de Plasencia alimentaron sus ilusiones. Reconoce que todavía va al cine con frecuencia y que siente cierta mala conciencia cuando, aburrido por un mal guión, abandona la sala con la película a la mitad. Prefiere aguantar hasta el final. Con los libros, le sucede lo mismo: tiene que leer hasta la última página, guste o no. Esta perseverancia también ha marcado su trayectoria como torero, permitiéndole abrir la Puerta Grande de Las Ventas cuando los empresarios ya no contaban con él. A Juan Mora le sienta bien el otoño. Admite que es su estación preferida, por su serenidad y melancolía. De su padre, Mirabeleño, aprendió a no tener prisa, ni en la vida ni en el toreo. Con este sosiego, continúa toreando de salón, escribiendo páginas en un libro imaginario, sin preocuparle que eventuales editores publiquen su obra. ¿Le veremos hacer el paseíllo este año? Juan responde con media sonrisa. Sabe conservar el secreto, un misterio que últimamente falta en el ruedo. Es un torero romántico, como los de antes, de los pocos que quedan. Como torero y como persona busca la naturalidad, porque ahí radica la grandeza de la torería: "Lo natural es lo más cautivador. La torería es una expresión natural de las cosas". 


Aquel niño que le acompañó durante la emocionante vuelta al ruedo en Madrid tras cortar las dos orejas de "Retaco", su hijo pequeño, tiene ya 14 años: un hombre con motivos para admirar a su padre.

Fotografías de Andrés Gete

domingo, 8 de febrero de 2015

Víctor Barrio, líbranos del mal

Cuando un torero viene con hambre, le vale tanto el toro bueno como el malo. A Víctor Barrio la empresa le dio la oportunidad de Valdemorillo y se agarró a ella como clavo ardiendo. El de Grajera estaba tocado por la gracia: todo le salió bien. Bordó el toreo fundamental, y también los adornos, sobre todo en el capote, con el que estuvo variadísimo, ejecutando tafalleras, crinolinas, faroles, chicuelinas... Tan espigado y serio como siempre, pero desbordando voluntad. Desde que comenzó el paseíllo desmonterado, Barrio hizo todo lo que sabía hacer, aquello que los viejos aficionados denominaban "estar en novillero", pero con el aplomo de un matador de toros en sazón.


Brindó el deslucido y blando tercero a su abuelo, fallecido recientemente, por quien lucía un discreto crespón negro en la manga del vestido grana y oro. Estuvo muy por encima de aquel Cebada, al que despachó de media estocada arriba, cortándole una oreja. El sexto fue un buen toro, con clase y galope, aunque justo de fuerzas. A pesar de sus virtudes, Barrio tapó sus defectos, y el público, entusiasmado por la faena del segoviano, pidió la vuelta al ruedo del Cebada, de nombre "Cachondito", muerto de una eficaz estocada algo desprendida. Dos orejas preámbulo de una triunfal salida a hombros del coso de La Candelaria.


Fotos de Paloma Aguilar

Qué alegría produce ver un torero al margen del "sota, caballo y rey" con el que nos empachan, feria tras feria, las creativas empresas taurinas del siglo XXI. Miren que buen cartel sale para el 2015: Pepe Moral, Juan del Álamo y Víctor Barrio. Tres matadores jóvenes con deseos de sacar la goma de borrar y capacidad para anular a "reaparecedores" oportunistas, como Fran Rivera, Jesulín y compañía. Víctor, con tus ganas y determinación, a estos "viejos conocidos", no les dejes caer en la tentación de la vuelta a los ruedos y, a los aficionados, líbranos del mal. De Valdemorillo, sales bendecido. Amén y mucha suerte.


jueves, 5 de febrero de 2015

Baños de sol en invierno (II)


Eso había pensado Quevedo hasta que amó a aquella mujer enferma. Quevedo miraba al sol cara a cara en su hora más fuerte, para ver si prometía o no prometía durar. Cuando lo sentía tan fuerte que le sinapismaba el rostro con su calor, la ordenaba desnudarse. Era casta la escena. Nada de juegos frente al sol, abusando de la hora de reponerse. El desnudo parecía respetable como en la hora en que no se le puede tocar. A lo más, jugaba con sus senos, pero como con una fruta de un árbol querido y no como el que los va a arrancar, como se arrancan en la hora del placer, sino como quien está contento de que los racimos caigan de su parra y los sopesa sin apetito, con encanto de verles colgar [...] El mismo Quevedo se sentía satisfecho de la abstinencia franca, digna, sencilla, frente a un desnudo de mujer. "Nada..., nada... Se troncharía más si no la respetase". Ella tomaba el aspecto de lo que vive para vivir, no sólo para dedicarse a los juegos sensuales [...] Además, él sabía cómo necesitaba aquellos baños, cómo, si ellos no podían con aquella languidez en que había caído, moriría ella en los días fríos y sin sol.

Ya llevaba bastantes días de baño. Él había comprobado que la carne blanca se había ido pintando por el yodo del sol y había puesto en su mano sobre la quemazón como tostada por un caústico, por una especie de nitrato de plata esparcido en la luz [...] Se sentía, casi se presenciaba, que los árboles de los pulmones, esos dos abetos de maceta, volvían a reverdecer y a rebrotar. Siempre la instaba a que estuviese un poco más, un cuarto de hora más al sol, y le alegraba mirar el espectáculo de aquella curación indudable, eficaz, prodigiosa, todo el sol dedicado a ser el doctor de ella.

- ¡Que me da vergüenza que me mires así! -decía ella.


[...] Él sólo estaba preocupado con que llegasen los días nublados, que al fin llegaron, teniendo ella que echarse la bata porque el Sol no acababa de despejarse, porque, aunque no dejaba de filtrarse, era un sol tibio, colado por la manga de una nube [...] En secreto, en el fondo de él, como quien reza una oración o lanza un sordo exorcismo, decía algo a las nubes, al Sol, al cielo. Su mirada intentaba rasgar las nubes por el sitio más claramente quebrado de ellas. Nada. Y la veía a ella desnuda, un poco aterida, aunque apretaba los dientes con la voluntad de continuar en cueros, para que el Sol se apiadase y viese su fe y no descubriese ni el menor signo de irritación.

[...] Quevedo encontró en ella también el encanto de su lengua dulcificada, italianizada, y, aun sabiendo que iba a ser tan corto el idilio, se entregó a él como a un excepcional amor en el pueblecito en que se veranea, queriendo delirar de pasión para aprovechar el cielo de aquellas noches, la languidez de la muerte de aquella vida y la belleza cándida de aquella mujer, aquella belleza de la que había sacado numerosas pruebas de la placa más directa frente al sol más crudo, como si fuese el fotógrafo que vigila esa especie de cuadro ahumado que va sombreando la fotografía en el papel.

(Ramón Gómez de la Serna, El Gran Hotel, 1942)

martes, 3 de febrero de 2015

Crêpes de nieve


Dice el refranero que, cuando la Candelaria (2 de febrero) plora, el invierno va fora. Sin embargo, este dicho suele fracasar: muchos años llueve por la Candelaria (en 2015, sin ir más lejos) y el invierno no está "fora" ni por casualidad. En algunos pueblos castellanos, más precavidos, matizan "que plore, que cante, invierno por detrás e invierno por delante". Personalmente, tengo comprobado que, cuando se celebra la Feria de Valdemorillo, hace una rasca monumental. Que se lo digan al pobre de Joaquín Vidal, que cada año se quedaba tieso en la plaza La Candelaria, otrora descubierta. Porque ir ahora a ver toros en Valdemorillo tiene encanto, pero poco mérito.

Como ver la televisión metido en la nevera, así son las corridas de Valdemorillo. Y cuando está despejado, tal que ayer, aún es peor, porque hiela; hiela al raso de la placita serrana, hiela el tendido, y brotes de escarcha brillan en la arena del redondel. Atruena pasodobles la banda de tres músicos, patalea el cotarro los compases para activar el pie […] Mil setecientas pesetas por ver una novillada en la nevera. Se trata de una afición insólita, cumbre, mundial. Sin embargo, pataleando pasodobles y tiritando es difícil degustar el toreo (artículo escrito en 1986). 


A los franceses, coincidiendo con la Candelaria ("La Chandeleur"), en vez de ir a la Feria de Valdemorillo, les da por hacer crêpes. En 1903, el novelista Jules Claretie evocó sus recuerdos de juventud ligados con esta fiesta, cuando la buena de Julie, la criada, le tendía la sartén para que viera si la fina capa de masa se estaba dorando correctamente y si podía darle la vuelta. Según los campesinos franceses, cocinar crêpes por la Candelaria -celebración que recuerda la presentación de Jesús en el Templo- traía buena suerte y aseguraba una abundante cosecha de trigo.

Une bonne Chandeleur équivalait, pour la brave servante, à une certitude de succès. Et, pendant les heures lourdes de toute une année, aux moments de trouble et de doute, quelle consolation de se rappeler la Chandeleur passée et de se dire, quand on a la foi des pauvres gens: «Bah! Tout finira par s’arranger, les crêpes ont été bien retournées!».


Este lunes, para continuar con la tradición y, de paso, fastidiar a los parisinos -que poco entienden de cosechas-, en el bistrot del Institut Français de Madrid han servido crêpes dulces y salados, entre ellos, los populares galettes bretonnes hechos con trigo sarraceno. La receta, aparentemente sencilla, tiene secreto: para que la buena ventura nos acompañe a lo largo del año, el primer crêpe hay que cocerlo y voltearlo con la mano derecha, mientras que con la izquierda se sujeta una moneda. De esta manera, no nos faltará ni el dinero ni el condumio hasta la próxima Candelaria.

domingo, 1 de febrero de 2015

Февраль... o, sencillamente, febrero


Февраль
Борис Пастернак

Февраль. Достать чернил и плакать!
Писать о феврале навзрыд,
Пока грохочущая слякоть
Весною черною горит.

Достать пролетку. За шесть гривен,
Чрез благовест, чрез клик колес,
Перенестись туда, где ливень
Еще шумней чернил и слез.

Где, как обугленные груши,
С деревьев тысячи грачей
Сорвутся в лужи и обрушат
Сухую грусть на дно очей.

Под ней проталины чернеют,
И ветер криками изрыт,
И чем случайней, тем вернее
Слагаются стихи навзрыд.


Este poema ruso, escrito por Boris Pasternak, el autor de Doctor Zhivago, lleva por título Febrero. Dice algo así como "Es febrero. Coge tinta y llora. Solloza escribiendo sobre febrero...". Otro de sus poemas, llamado Noche de invierno, termina así:
 
Duró todo febrero la tormenta,
y sin cesar, día tras día,
sobre la mesa, ardía una vela,
ardía una vela.