¿Todas las mujeres son iguales? ¿Es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿El buey suelto bien se lame? ¿Un burro es un caballo que no ha podido ir a la escuela? Con un ritmo trepidante, un humor que no ha pasado de moda y unos personajes llenos de frescura, la obra A media luz los tres, de Miguel Mihura, da respuesta a todas estas preguntas a través de las peripecias de Alfredo, un solterón cuyo único objetivo consiste en conquistar a una mujer, se llame Mariví, Elena o Lulú. Sin embargo, sus sucesivos fracasos amorosos -en comparación con los éxitos de su buen amigo Sebastián- provocan una pequeña crisis de fe en Alfredo, que empieza a considerar que no sabe tanto de mujeres como él creía.
ALFREDO.- Bueno, bueno, bueno… pues no sabes lo que me
alegro de que estés aquí… (Se acerca a ella más, pero ante la mirada fría de
MARIVÍ se levanta y va hacia la llave de la luz). Perdona un momento…
MARIVÍ.- ¿Qué vas a hacer?
ALFREDO.- Hay demasiada luz. ¿No te parece? Estaremos mejor
así… (Apaga todas las luces, dejando solo su efecto de rojo y verde).
MARIVÍ.- ¿Vas a cantar un tango?
ALFREDO.- No, pero…
MARIVÍ.- En ese caso, prefiero que lo dejes como estaba…
ALFREDO.- ¿Qué más te da?
MARIVÍ.- Eso mismo digo yo… ¿Qué más te da dejarlo como
estaba?
ALFREDO.- (Volviendo a encender). Bueno, como quieras… Pero
haría bonito estar a media luz los dos…
MARIVÍ.- Dirás los tres.
ALFREDO.- ¿Los tres?
MARIVÍ.- Sí, claro. Tú, yo y el burro…
ALFREDO.- ¡Ja, ja, ja!... ¡Eres deliciosa! ¿Otro coñac?
MARIVÍ.- Sí… Doble…
A media luz los tres fue estrenada, por primera vez, en el Teatro de
ALFREDO.- Estás tú muy tonto con las citas.
SEBASTIÁN.- Si tú vieras la gracia que me hace irme ahora a
merendar a casa de una señora gorda y tocarle un brazo…
ALFREDO.- ¿Por qué vas entones?
SEBASTIÁN.- ¡Porque las señoras no me dejan en paz! Porque
mi mujer, desde que se ha enterado de mis conquistas, no hace más que hablar
con sus amigas de mis éxitos.
ALFREDO.- ¿Y qué?
SEBASTIÁN.- ¿Cómo que y qué? Que me hace una propaganda
imposible... Que ya no hay ninguna amiga suya que no me guiñe un ojo… Y que con
la propaganda aumenta la clientela, ¡y que ya estoy harto!
ALFREDO.- No exageres, caramba…
SEBASTIÁN.- No exagero ni un pelo… Vosotros los solteros,
como no tenéis una mujer que os haga propaganda, no sabéis lo que es esto. Si
tú te casaras, que es lo que deberías hacer, ya verías los líos que te saldrían…
ALFREDO.- ¿Es que me vas a decir ahora que no los he tenido
ni que los tengo?
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