martes, 2 de agosto de 2016

Hilo de seda

Con hilo de seda, Curro Díaz bordó el toreo en una faena de las que quedan grabadas en la memoria bajo luz de oro; la luz de las tardes de Azpeitia cuando el sol despunta sobre el valle del Urola. Muñecas de goma para ligar, sin transición, el natural con el de pecho; la muleta hasta la hombrera contraria, en un movimiento eterno, excelso, pura clase de toreo macizo.

Los adornos y remates fueron bordados con las yemas de los dedos, las trincherillas y trincheras, un cambio de mano,  tan de Curro, tan sutiles, tan naturales, tan llenos. El desmayo en el corazón de Guipúzcoa, en una de las cumbres toristas.

Un toro de Pedraza de Yeltes, llamado "Sombreto", colorado, alto, huesudo y algo silleto, en el tipo de Aldeanueva, fue el que se encontró con la aguja fina de Curro. Toro también de clase, que embestía humillado ante la muleta poderosa del de Linares. Toro y torero habrían merecido coronar aquel recital con una estocada impecable, como las que suele propinar Curro Díaz, pero el fallo con los aceros desembocó en rendida vuelta al ruedo para el matador y ovación en el arrastre para Sombreto.

Curro Díaz necesitaba que creyeran en él y Joxin Iriarte, presidente de la Comisión Taurina de Azpeitia, lo hizo este invierno. Después vino la Puerta Grande de Madrid, la vuelta a las ferias y a la memoria del aficionado, que seguía esperándole. En agradecimiento, el de Linares vino a Guipúzcoa con una faena de hilo de seda. Imborrable.