martes, 15 de abril de 2014

Penitente, con su botellita de aguardiente

Anís Extra Seco Martes Santo, de
Destilerías Martes Santo, en Higuera de la Sierra.
Desde 1895. Un clásico.
 
 
Ayer hubo luna llena de Semana Santa y, bajo la luz trasnochadora, se percibió el destello de algunas botellitas de aguardiente Martes Santo, de Higuera de la Sierra, bajo las túnicas de los penitentes.
 
 
 Luna Llena de Semana Santa
 
Denso, suave, el aire
orea tantas callejas,
plazuelas, cuya alma
es la flor del naranjo.
Resuenan cerca, lejos,
clarines masculinos
aquí, allí la flauta
y oboe femeninos.
Mágica por el cielo
la luna fulge, llena
luna de parasceve.
Azahar, luna, música,
entrelazados, bañan
la ciudad toda. Y breve
tu mente la contiene
en sí, como una mano
amorosa. ¿Nostalgias?
no. Lo que así recreas
es el tiempo sin tiempo
del niño, los instintos
aprendiendo la vida
dichosamente, como
la planta nueva aprende
en suelo amigo. Eco
que, a la doble distancia,
generoso hoy te vuelve,
en leyenda a tu origen.
Et in Arcadia ego.
 
(Luis Cernuda)

sábado, 12 de abril de 2014

Otra pasión

Como afirma un buen amigo, la Tauromaquia es una religión pagana. Por eso los toreros encarnan, o deberían encarnar, a los sacerdotes de este dogma. Cuando aparcan los tours y las presentaciones de temporada en Joy Eslava, se acercan bastante. Hace unos años, por Semana Santa, Antonio García Barbeito comparó con enorme lirismo y belleza una corrida de toros en La Maestranza y una procesión en Sevilla. Las fotografías que ilustran el texto pertenecen a Atín Aya,


Es la misma ciudad, la misma gente, pero ya es otra la pasión que empuja, y el aire –el mismo- de otra forma embruja, pagano donde ayer fue reverente. Olvida la ciudad; se hace presente toda. Y gira en torno de una aguja –el toro- que convoca y arrebuja para hacerla la misma y diferente. La banda que tocaba tras el Cristo tiene en su partitura ya previsto pasodobles de arte y torería. La ciudad que rezaba entre varales, reza por seis o siete naturales…, “devota de Frascuelo y de María”.


La misma pluma que llenó el tintero de incienso y azahar y algo de cera, se ha saltado el tintero a la torera para cantar la gloria del torero. ¡Hay tanto parecido entre el plumero de un “armao” –ay, Roma callejera- y el de un alguacilillo que acelera el trote del caballo hacia el chiquero..! El viva es óle y la iglesia es plaza. Todo para su todo se entrelaza. Y aunque no es Jueves Santo, la mantilla… Ni drama, ni sainete, ni comedia. Es ya Resurrección. Las seis y media. Y han cambiado los pasos de Sevilla…


El capataz es un apoderado, y pasó a subalterno el contraguía; ejerce el mozoespada una priostía al pie de su maestro preparado. El suave terciopelo con bordado que en sagradas imágenes lucía, ahora es seda bordada en fantasía que viste a un dios de reino limitado. “¡Poco a poco…!” fue ayer; hoy, “Más despacio…”, pero todo se mueve en ese espacio donde lo exacto vive sin medida. Ni veinticuatro horas las separan. Pero las dos pasiones acaparan la sevillana concepción de vida.


Y la pasión tan carpetovetónica –en una levantá o en un desplante-, y ese grito “¡el izquierdo por delante!”, y el mismo nombre para la verónica. Y la encendida tinta de la crónica, el dilatado tiempo de un instante, lo justo, lo difícil, lo importante, y que se cuenta con razón ucrónica. Y la cadencia de una bambalina, y el remolino de una chicuelina, y gotas de sudor, gotas de cera… Y el paseíllo, y los nazarenos… Distintos, pero hermanos los terrenos. Todo es posible aquí en la primavera.


La alpargata es zapatilla y el costal es la montera, pero el cambio, a la manera que hace los cambios Sevilla. Impertérrita, acaudilla la multitud de su gente. Taurino es el penitente que camino de los toros, en ese cambio de oros, hermana lo diferente. No le busque la razón a tan distintas pasiones. Ni se dé a la reflexión para entender inflexiones. Que en Sevilla, las razones están en el corazón.
 
 

jueves, 10 de abril de 2014

Noches de copla de Sevilla a Madrid

El pasado martes, 8 de abril, el teatro Nuevo Apolo de Madrid se llenó. No es fácil meter a 1.200 espectadores un día entre semana con entradas a 35€. Ningún actor o cantante de moda actuaba esa noche. En el cartel se programaba un espectáculo de copla. Coplas de Sevilla a Madrid, concretamente, interpretadas por cuatro jóvenes andaluces: Verónica Rojas, Inmaculada de Herves, Patricia del Río y Álvaro Hernandez. La espectacular ceutí Nazaret Compaz no pudo asistir a causa de un problema de salud, por lo que salió como sobresaliente otro animal escénico, Selina del Río. Y de maestro de ceremonias, para presentar cada copla, el conocedor del género y productor musical, Pive Amador.
 
 
Todas las coplas se cantaron a piano, magníficamente tocado por el isleño, de San Fernando, Jesús Lavilla. El hilo conductor consistía en que las historias transcurrieran en Sevilla o Madrid, por lo que el repertorio estuvo formado por joyas como La Violetera, La cruz de mayo, Puerto Camaronero, Catalina Fernández la lotera, Rocío, Cocidito madrileño, No te mires en el río, Mañana sale, La rosa del Altozano, Dicen, Con el Catapum, las Coplas de Luis Candelas, Isabela de Solís, Romance de la reina Mercedes, Triniá, Tu ropita con la mía o Los nardos. En el ecuador del espectáculo, subió al espectáculo Selina del Río para cantar una "pieza puente" entre Sevilla y Madrid, Puentecito. La cordobesa aprovechó la ocasión para anunciar que será la protagonista de la próxima película de Gonzalo García Pelayo, ambientada en el mundo de la copla.
 
 
En pocas ocasiones, el teatro Nuevo Apolo ha contado con una voz tan cristalina, casi de elixir, como la de Verónica Rojas Román, una elegante morena clara nacida en San Roque. Ni con un cante tan rotundo como el de la castillejana Patricia del Río. Todo en Castilleja de la Cuesta alimenta, incluso la voz de su gente. Llevaba tiempo la plaza de Tirso de Molina sin "decir copla" como lo hace la onubense Inmaculada de Herves, exquisita intérprete. Y, para completar el cartel, un galán preciso, que no se deshace en alharacas. A los cuatro, el público de Madrid les pidió regresar. Ojalá. Los números de la taquilla hablarán. Si un teatro todavía se llena gracias a un espectáculo de copla, quizás a nuestra civilización le queda algún atisbo de esperanza... Se despidieron con Los Nardos, pero como no es época, en sustitución, sobre la platea se lanzaron alhelíes...
 

miércoles, 9 de abril de 2014

Brindis a Jacques Monnier

Ayer falleció quien, probablemente, era el picador más elegante del escalafón. Una leucemia diagnosticada el pasado mes de noviembre se lo ha llevado por delante a los 64 años. Traduzco el bello brindis que, desde Signes du Toro, le dedican a ese centauro, a ese "Señor de las Batallas", llamado Jacques Monnier.
 

"Un picador sin igual, otro hombre que nos deja: Jacques Monnier falleció el martes, 8 de abril de 2014, a las 13.45h en Nîmes, de una embolia pulmonar. Había nacido en Gard, el 21 de marzo de 1950. Tenía el porte y la prestancia de los caballeros de la Guardia Republicana, los jinetes de Saumur, de Viena o Jerez. A este saber conservar la elegancia a caballo, había que añadir su extraordinaria eficacia lanzando la mano. El torso derecho, deslizándose a las mil maravillas y de lejos el asta, Jacques Monnier nunca se dejaba ir un toro. Sabía dosificar, calibrar, ajustar la bravura o mansedumbre con aquella brillante discreción que sólo poseen los grandes".
     

Tras las verjas, el sol poniente anaranjaba los miradores de la calle de Alcalá. Pasó un picador -castoreño y plata vieja- sobre un jamelgo cosido. Unas moscas en el costurón abultado. La sangre reseca del novillo negreaba en la gamuza de la pierna pesada. Volvía la gente de los toros y se cruzaba con un entierro (Agustín de Foxá, fragmento de "Madrid de Corte a Checa").
 

martes, 8 de abril de 2014

La Escuela de las Fulanas

En una galería de arte de Madrid proyectan, en bucle, un vídeo porno. En plano secuencia, a través de un dilatado acto sexual, los artistas reflejan -eso dicen- el paso del tiempo. No en vano, entre jadeos, los "actores" van envejeciendo y, de una joven y ardorosa pareja de cubanos, se pasa a un matrimonio veterano y metido en carnes. Misterios del arte contemporáneo. Para contemplar "la obra", los galeristas enchiqueran al público en una salita totalmente a oscuras donde, tanteando, con suerte, se puede palpar un sofá negro.
 

A comienzos del siglo XIX, Inglaterra y Francia también revolucionaron el "mundo escénico" gracias a Saarjie Baartmann, una esclava negra de colosales nalgas. La "Venus de Hotentote" -éste era su nombre artístico- se presentaba en los circos como una rareza, casi como una curiosidad científica, con la que el público disfrutaba pellizcando sus posaderas. Aunque murió joven, su cuerpo siguió exhibiéndose gracias a un molde de su figura elaborado con escayola. Todavía hoy, su esqueleto puede admirarse en el Museo del Hombre de París.
 
 
En el siglo XIX, nadie era tan imbécil como para considerar el espectáculo de la Venus de Hotentote una pieza de arte. Era simple pornografía. Sin embargo, en el XXI exhibimos vídeos porno en galerías, supuestamente, prestigiosas que confirman la depravación de la cultura. En mitad de la peste del arte moderno, ¿por qué no empezamos a considerar los puticlubs de carretera como espacios artísticos?
 
 
"Carecer de convicciones respecto a los hombres y a uno mismo: tal es la elevada enseñanza de la prostitución, academia ambulante de lucidez, al margen de la sociedad como la filosofía. Todo lo que sé lo he aprendido en la escuela de las fulanas, debería exclamar el pensador que lo acepta todo y lo niega todo, cuando, a ejemplo suyo, se ha especializado en la sonrisa fatigada, cuando los hombres no son para él sino clientes, y las aceras del mundo, el mercado donde vende su amargura, como sus compañeras su cuerpo" (E.M. Ciorán)
 

lunes, 7 de abril de 2014

El primer selfie taurino, Trending Topic

Recibo la siguiente nota de prensa: "El primer selfie taurino, Trending Topic". ¡¡Madre María Santísima!! Continúo leyendo:


Selfie: autorretrato realizado con una cámara de fotos

Madrid, Teatros del Canal. Entrega de premios del Foro de la Juventud Taurina. Eran las 21.18h. de este martes cuando el periodista Marco Rocha, presentador del evento, se quedaba con la concurrencia y para sorpresa de todos sacaba su teléfono móvil y tomaba la que, sin duda, es la imagen de la noche. Si los Oscars tuvieron su selfie, el mundo de los toros también tiene el suyo. Los protagonistas de la autofoto: Miguel Ángel Perera, Antonio Ferrera, Miguel Abellán, Manuel Caballero, Cristina Sánchez, José Pedro Prados “El Fundi” y Juan del Álamo. 

 
Realizo una segunda lectura de la juvenil nota de prensa. Hay mucho que digerir. Luego, reflexiono. Pensar, de vez en cuando, tiene efectos positivos para la salud. No muchos, en realidad. ¿Joselito y Belmonte se hubieran hecho un selfie? Pues anda que uno de Camino, Viti y Puerta habría sido colosal. ¿Se imaginan un selfie de Chenel con el sempiterno cigarrillo en los labios?
 
"Selfie" de Juan Belmonte
 
Otra duda más preocupante: ¿por qué nuestros toreros actuales quieren parecerse a Julia Roberts? ¿Qué tiene Brad Pitt que no tenga Antonio Ferrera? ¿Quién debería imitar a quién? ¿Por qué la Tauromaquia Juvenil desea asemejarse a lo más kitsh y hortera de Hollywood? ¿Piensan, quizás, que así salvarán a la Fiesta de su decadencia?

¿Quién es el héroe? ¿Quién se juega la vida? Realidad vs Ficción
 
Si la Tauromaquia pretende subsistir, tendrá que fortalecer su singularidad, su misterio y esencia épica al margen de la cotidianidad de la vida. El día en que los toreros se parezcan a las estrellas de Hollywood, cuando se conviertan en simples mortales, la Fiesta desaparecerá, y ningún Trending Topic podrá ya resucitarla.

sábado, 5 de abril de 2014

Este abril que ya ha cumplido cuatro yerbas de sol en sus costados


Potro de luz azul, abril bracea orgulloso del alba a los rescoldos que en la tarde se apagan por poniente. Abril va haciendo suya cada cosa; abril manda en abril con voz de oro; abril viene seguro de esas manos que vienen como llaves, y las puertas, que estaban oxidadas de clausura con pestillos de gris y chaparrones, se le abren al paso, tan felices, de ceder su enquistada cerradura. Abril pega carteles por las calles con engrudo de fiesta, y las esquinas sueñan con ser cadera para un quiebro donde baile mortal la chicuelina, o gobiernen las medias impecables de esa inexactitud que cuadra siempre, cuando ajusta sus cuentas la verónica. Todo es abril por este abril que viene encastado de abril, abril entero. Ese sol no es prestado, es la moneda con que apalabra abril sus territorios. Huele a miedo la brisa de las seis, y a expectación, a gloria que parece. El viento del clarín sale mordido de un capricho de llaves que le cambian el tercio a los sonidos.

Sol y moscas. Tres dioses con escamas ya caminan -gañafón a la seda y al mal trago- sin saber qué oleaje les espera cuando a un mar de bravura, bien armado, le dé por la pleamar de la embestida. Todo es abril por el abril que viene a no ceder un palmo de terreno, ni a marcear ni a mayear un punto, que abril viene de abril y abril se quiere quedar hasta que abril cumpla su tiempo. Anda ahí, repintando los percales, para que el cuerno suene como algo que parece romperse y no se rompe. Anda ahí, en las tinajas donde espera el tinte que enrojece las franelas. Anda ya por ahí, afilando estoques, curvándolos lo justo, señalando el sitio en los morrillos donde duerme la gloria del final, ese momento del trazo que rubrica una faena o borrajea como pluma coja que tropieza en el hueso –mala firma- y deja en el contrato de la tarde un taurino revés de ortografía. Viene de lleno circo en solisombra; viene con sus banderas que se sueñan desmayadas, mirando los vencejos, allí donde el tejado es un frustrado intento de suicido en los aleros. Viene abril de abanicos y viseras, viene pidiendo agua en el segundo, veedor de dehesas amarillas que descubre una mano que flojea, unos cuartos traseros que no pueden, o la estampa sin mácula de un toro que despierta un murmullo en los tendidos, admiraciones en voz baja. Y viene, por venir, este abril que ya ha cumplido cuatro yerbas de sol en sus costados, a colgar farolillos en el aire y a frutar filamentos en la noche. Esperanto de fiesta, vino y tapa, toro, pasión, caballo y hermosura, abril platica. Y enmudece el mundo.
 
Antonio García-Barbeito

jueves, 3 de abril de 2014

Cuando los toreros eran considerados héroes

El último informe PISA dice que el rendimiento de los alumnos españoles en matemáticas, lectura y ciencias sigue por debajo de la media de la OCDE. Nuestros niños tampoco saben resolver problemas. Curiosamente, cuando los toreros eran los grandes héroes juveniles, en las escuelas todo funcionaba mejor.   
 

Sentados vis a vis ante una mesita del sleeping, que avanza corriendo hacia Sevilla, mi amigo se exacerba. Con paciencia metódica, durante cinco meses ha recorrido España visitando escuelas e interrogando en ellas a los niños que tienen nociones de Historia y de la vida, que conocen, o recitan, al menos, los nombres de nuestros héroes más gloriosos.
 
- ¿Qué querríais ser? -les ha ido preguntando uno a uno con parsimonia paternal-. Pensad sobre las figuras que más retienen vuestra atención, y decidme a quién os gustaría pareceros. ¿A Cervantes? ¿A Velázquez? ¿A Hernán Cortés?...
 
Mas, ¡ay!, el idealismo infantil no va por donde le buscaba el cuestionario de mi amigo, a juzgar por la respuesta de los niños españoles. De 1507 preguntados, 1022, según la estadística que me muestra, dijeron que quieren ser toreros...
 
La tauromaquia es, pues, el mayor de los ideales españoles. Cuando mi amigo creía hallar entre los preguntados artistas incipientes, guerreros en agraz, exploradores del mañana, he aquí que, como puestos de acuerdo, le dicen casi unánimes:
 
- Yo quiero matar toros como Mazzantini.
 
- Yo aspiro a lancear de capa como el Espartero.
 
Si el nombre cambia, el héroe es siempre el mismo. Todos pretenden ser artistas y guerreros. Pero no para pintar cuadros ni para conquistar territorios. No. Sino para llevar su arte y su valor al redondel, y lograr, explotándole, gloria y dinero. Acaso porque el arte de lidiar toros, es el único arte que se considera como una fortuna realizable.
 
- ...Y como lo que dicen los niños -exclama mi amigo gravemente- no es sino un reflejo ingenuo de lo que escuchan a sus padres, yo compadezco a este país...
 
[...] Nuestro carácter meridional, un poco rudo, un poco ingenuo, necesita de héroes. Y, de momento, sólo podemos hallarlos buscándolos entre los toreros.
 
FRANCISCO GÓMEZ HIDALGO (1913)
 
 
A mediados de 2013, una empresa de gestión de Recursos Humanos preguntó a los niños españoles qué querían ser de mayores. Las respuestas más repetidas fueron profesora, peluquera, bailarina, cantante y diseñadora de moda (entre las niñas); y futbolista, tenista, policía, bombero, informático y médico (entre los niños). Toreros, ni por asomo. ¿Quiénes serán los héroes del siglo XXI?
 
Este pollopera llamado Justin Bieber, teóricamente cantante,
arrasa en la actualidad entre niños y niñas de medio mundo
 

miércoles, 2 de abril de 2014

El Gran Hotel Budapest


No puede entenderse en su plenitud la última película de Wes Anderson, El Gran Hotel Budapest, sin haber leído previamente las memorias de Stefan Zweig. La cinta, que se proyecta actualmente en numerosos cines, cuenta la historia del conserje de un lujoso hotel europeo ubicado en una ficticia ciudad-balneario de un imaginario país alpino. Y, como telón lo fondo, los levantamientos que transformaron el Viejo Continente durante la primera mitad del siglo XX.
 
 
“Tal vez resulte difícil describir a la generación de hoy, que se ha criado en medio de catástrofes, ruinas y crisis y para la cual la guerra ha sido una posibilidad constante y una expectativa casi diaria, tal vez resulte difícil, digo, describirle el optimismo y la confianza en el mundo que nos animaba a los jóvenes desde el cambio de siglo. Cuarenta años de paz habían fortalecido el organismo económico de los países, la técnica había acelerado el ritmo de vida y los descubrimientos científicos habían enorgullecido el espíritu de aquella generación; había empezado un período de prosperidad que se hacía notar en todos los países de nuestra Europa casi con la misma fuerza [...] Al mismo tiempo una prodigiosa despreocupación había descendido al mundo, porque ¿quién podía parar ese avance, frenar ese ímpetu que no cesaba de sacar nuevas fuerzas de su propio empuje? Nunca fue Europa más fuerte, rica y hermosa; nunca creyó sinceramente en un futuro todavía mejor; nadie, excepto cuatro viejos arrugados, se lamentaba como antes diciendo que los tiempos pasados eran mejores” (Zweig).
 
 
George Steiner sostenía que “el revestimiento de elevada civilización encubría profundas fisuras de explotación social, que la ética sexual burguesa era una capa exterior que ocultaba una gran zona de turbulenta hipocresía; que los criterios de genuina alfabetización se aplican sólo a unos pocos, que el odio entre generaciones y clases era muy profundo, por más que a menudo fuera silencioso; que las condiciones de seguridad del faubourg y de los parques se basaban sencillamente en la aislada amenaza mantenida en cuarentena de los barrios bajos [...] Todo esto es manifiesto. Lo sabemos en nuestros momentos racionales. Sin embargo es éste un tipo de conocimiento intermitente menos inmediato a nuestro curso de sentimiento que la mitología, que la metáfora cristalizada, generalizada y compacta de un gran jardín de civilización que está ahora devastado”.


Tras leer la obra de Zweig y Steiner, se constata que, alrededor del año 1900, se registró una terrible tendencia, una intensa sed por lo que Yeats iba a llamar “la marea teñida de sangre”. Exteriormente brillante y serena, la Belle Époque llegó a estar amenazadoramente madura. Nadie pudo profetizar lo que luego acaeció, la disolución de las normas civilizadas y de las esperanzas humanas.
 
 
Si la historia se repite, con nuestro dilatado período de paz de casi 70 años, nuestro rollizo Estado del Bienestar, nuestro poderío tecnológico, nuestro relativismo moral y nuestro culto al cuerpo, ¿no estamos cometiendo los mismos errores que en la Belle Époque?  Si tradicionalmente las guerras han jugado un papel regulador de los desmanes sociales, ¿quién o qué va a hacer que volvamos a poner los pies sobre la tierra?
 
"Todavía quedan destellos de civilización en esta salvaje carnicería a la que una vez llamaron humanidad" (El Gran Hotel Budapest)

martes, 1 de abril de 2014

L'Alliance des Civilisations


Toma Alianza de Civilizaciones. Una gaditana en la alcaldía de París y un catalán como Premier ministre français. Ni Zapatero lo hubiera hilado mejor. Paradójicamente, Manuel Valls, nacido en Barcelona, es aficionado a los toros, mientras que Anne Hidalgo, de San Fernando, se ha aliado con los ecologistas (¡peligro!) para conquistar el ayuntamiento parisino. Ambos, eso sí, son hijos de exiliados y militantes del Partido Socialista.
 
 
Si los comparamos, Valls es, a todas luces, un homme politique más sólido que la Hidalgo y, además, habla claro. No olvidemos que, hace escasamente tres meses, declaró que su jefe Hollande-Follande padecía el comportamiento de "un adolescente tardío". Cuando ha tenido que defender la Tauromaquia, tampoco se ha andado con rodeos: "Es una tradición que existe en alguna regiones, sobre todo en el sur del país, y hay que mantenerla. Necesitamos esas raíces. No las arranquemos".
 

Tras los desmanes napoleónicos de comienzos del XIX, con las bombas que tiraban los fanfarrones, las gaditanas vuelven a hacerse tirabuzones (al menos, metafóricamente). Surge la duda de cómo traducir "pisha" al francés, pero todo se andará.
 
 
Los galos siempre han admirado a las "hembras cabales" que venían pidiendo guerra. Sirva como muestra la canción de Julien Clerc, C´est una andalouse. Enamoraíta andaba la criatura de la mushasha.
 
C'est une andalouse
Et son coeur insoumis
Dévore ma vie...
 
 
Pero para Alianza de Civilizaciones España-Francia, nada mejor que Julio Iglesias entonando Vous les femmes. Sensassssionaaaaa. Se rumorea que, pronto, la Hidalgo lo convertirá en el nuevo himno de París. A partir de ahora, menos mantequilla y más manteca colorá en el déjeuner du matin. Y por la tarde, a los toros. Eso habría querido Zapatero. Pauvres diables...
 

lunes, 31 de marzo de 2014

El Machado equivocado (retrato de un dandi andaluz)

Yo, poeta decadente.
Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía
.

El pasado sábado, en su columna diaria en el ABC, Antonio Burgos le pegó un pase del desprecio a algunos sevillanos, muy amantes de los monumentos, e incapaces de entender la obra poética de Antonio Machado.
 
Hablaron del monumento a Antonio Machado y aquí viene la incorrección de mi artículo sabatino. Vamos a ver, póngase la mano en el pecho, ahora que celebran al Greco en Toledo, y dígame en conciencia: ¿a qué Machado le debe en verdad Sevilla un monumento? ¿A Antonio o a Manuel, el que prefería la Macarena a Montmartre, el que mamó Sevilla en Triana con su abuela, el del piropo insuperable del "...y Sevilla"? ¿Qué hizo Antonio Machado por Sevilla? Pues casi, casi lo que Pilar Bardem: nacer aquí. A los ocho años se fue. Se quedó, pues, con "mi infancia son recuerdos" de un etcétera.
 

Un olé por el señor Burgos que, al fin, pone las cosas en su sitio y rehabilita al pobre Manuel, algo que ya hizo en su día Juan Ramón Jiménez con una hermosa semblanza:
 
De toda su poesía se desprende esta bella sentencia: olvidarlo todo por una mujer o por un vaso de vino [...] ¿Ha llorado alguna vez? Se parece un poco a Fuentes, el torero. Y estoy seguro de que tiene en casa un capote celeste y oro, de paseo. Es caprichoso; cree en Venus y la cree más de carne que de estrella. Si tuviéramos que dividir entre los dos a una mujer, ninguno de los dos reñiríamos por la parte que habría de tocarnos; mía sería de cintura para arriba; él querría movimiento de salamandra partida. Es, gracias a Dios, un decadente. Ama el peligro y, como Rusiñol, haría un discurso contra el sentido común [...] ¿Poeta femenino, débil, funambulesco, contradictorio? En su escudo podría ir bien este lema: "A mí, ¿qué?" o "¿qué importa?" o "¿qué más da?". Es sinuoso como un cuerpo de mujer. Y como a un cuerpo de mujer se le termina pronto el encanto y no se le termina nunca [...] Admiro a Manuel Machado porque sería capaz de suicidarse de intensidad de amor súbito, de ahogarse con un pecho de mujer, de cortarse la garganta con un cabello rubio. Y es capaz, sobre todo, de olvidar después [...] Y aquí está, en Madrid, trabajando poco, amando lo que pasa a su lado, muriéndose un poquito cada día, pero sin melena, sin gesto romántico, con la coleta desrizada debajo del sombrero y embozado con una capa andaluza que quizá tiene vueltas de seda de París.
 

Ramón Gómez de la Serna también destacó que Manuel era un dandi andaluz aterido de frío en Madrid.
 
Durante toda mi vida le he visto pasar por las calles de Madrid como andaluz que se escabulle al aire peligroso del invierno madrileño, haciendo un quite a los cuernos del Guadarrama, arremetido por las esquinas. Simpático, marchoso, generoso, Manuel Machado defendía la cordialidad de la casa de los Machado. Siempre nos saludábamos cortando el aire con la mano, como haciendo lonchitas de jamón con el aire del saludo. Él con su andaluz inolvidado después de tantos años de Madrid y yo madrileño imitando su andaluz.
- ¡Adiós, don Manuel!
[...] Dicharachero, consciente, dentro de esa alegría del mundo que le ha tocado vivir perentoriamente [...] Manuel Machado, alegre, con sus dientes mellados de gracioso, con sus ojos pequeños y agudos de soñador, con su risa cariñosa y cumplida de gran poeta, me saludaba como desde su tendido de sol.
 

Pero quienes mejor conocían a Manuel Machado no eran sus amigos abonados a los toros y a la poesía. Era el propio Manuel. He aquí su retrato. Sin duda, habría sido un buen banderillero.
 
Ésta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.
 

sábado, 29 de marzo de 2014

Señores, ¿qué va a ser?


En la trianera calle de San Jacinto, concretamente en el número 41, se encuentra la capilla de María Santísima de la Estrella. Allí vive la imagen de una bella Dolorosa del siglo XVII obra, probablemente, de Juan Martínez Montañés. Pared con pared, en la cervecería La Grande, a la sombra de un enorme azulejo del Jesús de las Penas, los parroquianos ven caer la tarde. Algunas veces, en el silencio de la eucaristía, retumba entre las paredes del templo la voz del camarero reclamando la comanda: "Señores, ¿qué va a ser?". Pero nadie piensa en la salvación eterna o en la misericordia de La Estrella, sino en una ración de ensaladilla y de gambas. En estos días, tapas y padrenuestros se engarzan en Sevilla como en un inmaculado rosario.
 
 
Porque a la luz le conviene,
busca tu talle sucinto
y a la calle San Jacinto
toda la luz se te viene.
Después, la luz se entretiene
en madurar a tu lado.
Y al volver sobre lo andado
con toda tu luz aquella,
le basta al cielo tu Estrella
para ser cielo estrellado.

Si los que iban a Flandes
te hicieron Madre de orilla,
yo, de Triana a Sevilla
hago lo que me demandes.
Sigo el paso que Tú andes.
por este desvelo mío.
Jamás mi rumbo desvío
de esa Estrella que se clava
con los ojos en la Cava
y el pensamiento en el Río.

Hija de la alfarería
y madre de capitanes,
Pan de Amor entre los panes
del amor de cada día.
Rosa de Dolor, tenía
contigo un verso pendiente.
Lo traigo, Estrella, caliente
en el amor de la tinta:
es para Ti, por distinta,
por trianera y por valiente.
 
(Antonio García Barbeito)