Hay "silencios" que no se
olvidan. Éste fue interpretado por las peñas en Pamplona el pasado 10 de
julio, tras el paseíllo en recuerdo a Víctor Barrio. Una ofrenda tan
espontánea, tan humilde, tan desnuda, tan desgarradora. La plaza brillaba
blanca, con los aficionados en pie, los matadores y las cuadrillas inmóviles, los crespones negros cosidos a las chaquetillas, la muerte caliente sobre todos nosotros, y aquella trompeta que rompió el minuto
de silencio y se nos clavó en la memoria para siempre.
La temporada sigue su curso como cada verano. Las corridas en homenaje a Víctor Barrio se suceden. Tras el luto, vuelven, como siempre, los excesos.
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