martes, 28 de mayo de 2013

Del Baratillo a Triana: así está Sevilla

"El sol poniente encendía apenas con toques de oro y carmín los bordes de unas frágiles nubes blancas que descansaban sobre el horizonte de los tejados. Caprichoso, con formas irregulares, se perfilaba el panorama de arcos, galerías y terrazas: blanco laberinto manchado aquí o allá de colores puros, y donde a veces una cuerda de ropa tendida flotaba henchida por el aire con una insunuación marina".
(Luis Cernuda).



Así está Sevilla. Con la explosión de la jacaranda y la genista, las damas de noche despuntando y los últimos azahares ya marchitos. Las flores de las Cruces de Mayo, en las esquinas del Baratillo y de Triana, tejen el olor de estos días. El sonido, al compás de cantes y palmas, corre a cargo de las verbenas; mientras que todo el mes sabe a caracoles, que se sirven en cada barra, donde se acodan hombres con gorra. Cada barrio tiene su Cruz y una pequeña hueste -pequeña no por tamaño, que también, sino por juventud, puesto que los costaleros son niños- que la pasea con orgullo por sus calles. También presumen de la Virgen María Auxiliadora mientras la luna llena, reventona como la primavera, va asomando entre la Torre del Oro y la plaza de toros. Cuando regrese a Sevilla ya habrá brotado el jazmín.


3 comentarios:

  1. ¿De qué Sevilla habla? Quizá de la de su nostalgia, o de la de sus abuelos, o la de los hermanos Álvarez Quintero porque yo que vivo en Sevilla y no la reconozco.
    Le reto a Ud. a que se dé un paseo por Triana, o por Pino Montano, o por La Alameda de Hércules y a que no ve dos señores con gorra. Para eso hay que ir a campo o al Rocío. Y en cuanto a los caracoles o el solomillo al whisky cada local tiene su especialidad preparada, eso sí, en el momento y raramente coinciden.
    Los que residimos en Sevilla, con sus carencias, sus recuerdos y su empuje modernista no entendemos que sigan tildándonos a todos de toreros y cantaores. No, ni mucho menos, en Sevilla se trabaja, el que puede, también o mejor que en otras ciudades españolas, como lo he comprobado bajo el asfixiante calor de nuestro verano. Visite las fábricas de Renault o de los aviones A400 M entre otras y comprobará la realidad de este Pueblo.
    Supongo que Vd. me criticaría si me atreviese a publicar que en Madrid todos los hombres van vestidos de chulapos y en las discotecas suenan los chotis. Dejemos los típicos tópicos de cada pueblo exclusivamente para el folclore.

    ResponderEliminar
  2. No estoy en absoluto de acuerdo con el comentario de Javier.
    Soy una admiradora de Sevilla, donde pasé trece años de mi juventud y suelo volver con frecuencia cada vez que puedo. El encanto de Sevilla está precisamente en conservar sus tradiciones, como muy bien describe la bloguera. Eso no se contradice con la evolución que ha sufrido y el espíritu trabajador de la mayoría de sus habitantes. Al revés, les honra seguir conservando el buen humor.
    Sevilla tiene la virtud de ser seria cuando hace falta serlo y divertida en otros momentos, además de ser amable con el forastero.
    Conste: Yo estuve en Triana el 24 y el 25 de Mayo y disfruté de sendas procesiones que, por cierto, me gustaron muchísimo.

    ResponderEliminar
  3. ¿He negado acaso el apasionamiento de los sevillanos por las cofradías, sus equipos de futbol, o por Curro Romero en su tiempo? Hacerlo sería desconocer totalmente nuestra idiosincrasia. Lo único que he querido dejar claro que hablando de Sevilla habitualmente se cargan las tintas de tópicos trasnochados, no todo es flamenco, es muy difícil conseguir entradas para las óperas y conciertos en el Teatro La Maestranza o en el Lope de Vega, constantemente se desarrollan actos culturales de todo tipo y las dos universidades están casi abarrotadas. Todo esto no es incompatible con lo folclórico, es una parte, afortunadamente pero estamos hartos de que lo único que se muestra de nuestra Semana Santa sean los costaleros.

    ResponderEliminar