miércoles, 16 de abril de 2014

El costalero que llevó a hombros al Cristo de los Toreros

Mientras yo tenga memoria,
una pluma y un tintero,
no olvidará San Bernardo
que un día llevaste a hombros,
al Cristo de los Toreros.

 
José Portal Navarro nació en la calle Cofia, en el barrio sevillano de San Bernardo, donde vivieron tantos toreros de leyenda, como "Costillares", Cúchares y, por supuesto, los Vázquez, Pepe Luis y Manolo. Escribía recientemente Fernando Carrasco en el ABC: "La historia deja claro por qué la Hermandad de San Bernardo es la de los toreros. Más de sesenta han pasado por la nómina de esta corporación, dejando su impronta tanto en su participación como en las numerosas donaciones de vestidos de torear, capotes de paseo y otros enseres que han servido para confeccionar sayas a la Virgen". Era José Portal, decíamos, costalero en el paso del Santísimo Cristo de la Salud, hasta que falleció el Miércoles Santo de 1986, a causa de un infarto cuando realizaba la estación de penitencia a su paso por la plaza de la Alfalfa.

 
Tu fuiste mi redentor
y yo fui tu costalero,
yo abajo, tú en el madero,
por amor.
 

Aunque se ha convertido en un barrio dormitorio, Joselito eligió esta castiza zona de Sevilla para levantar su Monumental, concretamente en la antigua avenida Monte Rey, actual Eduardo Dato. Tristemente, del sueño arquitectónico del Gallo hoy sólo quedan ruinas. Lo mismo sucede con el matadero de San Bernardo, descrito así por Blanco White en sus Cartas desde España:
 
"Todas las semanas llevan dos hatos de flacos animales al gran matadero que está situado entre una de las puertas de la ciudad y el arrabal de San Bernardo. Siempre se reúne en aquel llano un buen número de gente que agitando sus capas y con agudos silbidos logran con frecuencia dispersar la piara y separar a la res más brava para divertirse con ella. Es un juego alegre y efectista, y rara vez resulta peligroso cuando lo practican los entendidos. Recibe el apropiado nombre de ‘capeo’. Todos los vecinos del barrio de San Bernardo: hombres, mujeres y niños, son grandes aficionados a él. Pero es en los mismos corrales del matadero donde se entrenan los toreros de profesión bajo la presidencia de un capitular del Ayuntamiento, que suele invitar a sus amigos a contemplar el espectáculo. El matadero está tan admitido como escuela de tauromaquia que se le da el apodo de Colegio".
 
Encierro en el matadero de San Bernardo (1770)
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario