Y cinco días después de "Malagueño", volvió a salir un toro en Las Ventas. Y, de nuevo, tuvo delante a un torero. No hay más. No existe otra fórmula. Un hombre en soledad delante de un toro fiero. La receta más eficaz para que miles de personas vibren -aficionados o no- y para sellarle la boca a aquellos que pretenden prohibir este espectáculo.
Se llamaba "Camarín" y llevaba el hierro de Baltasar Iban, aunque en sus hechuras no había ni rastro de lo que fue Contreras. Fue más encastado que bravo. Con menos clase que "Malagueño" -el toro de Alcurrucén premiado con la vuelta al ruedo cinco días antes- pero más picante. Se arrancaba de lejos y en el caballo empujó metiendo los riñones. Dudo que hubiera aguantado un tercer puyazo, aunque el público deseaba que lo volvieran a llevar al peto. Con la lidia que le dieron, justa y medida, llegó a la muleta como un tren. Y el inicio de faena de Alberto Aguilar fue portentoso, poderoso, con gusto, por bajo. Ya de capa lo recibió impecablemente, clásico, sacándose por verónicas al toro hasta el tercio y cerrando con la media.
En la muleta, por momentos, "Camarín" y Aguilar estuvieron a la altura de "Bastonito" y Rincón, con el torero enfrontilado, dando espacio en el cite, y el de Iban galopando y humillando en el embroque. Emocionantes ambos. La inteligencia del hombre ante la casta incontrolada del animal. Eso es una faena de verdad. La que pone al personal de pie, sepa o no de toros.
Tremendo el mérito de Alberto con lo poco que toreó la pasada temporada. Y, a la hora de coger el estoque, se tiró a matar o morir. Espeluznante el pitonazo que le lanzó "Camarín" directo al pecho, pero la espada resultó fulminante y Aguilar cortó una oreja con todas las de la ley. Una "pelúa" con más valía que algunas faenas de dos porque, para estar delante de "Camarín", había que ser muy hombre y muy torero.
Se llamaba "Camarín" y llevaba el hierro de Baltasar Iban, aunque en sus hechuras no había ni rastro de lo que fue Contreras. Fue más encastado que bravo. Con menos clase que "Malagueño" -el toro de Alcurrucén premiado con la vuelta al ruedo cinco días antes- pero más picante. Se arrancaba de lejos y en el caballo empujó metiendo los riñones. Dudo que hubiera aguantado un tercer puyazo, aunque el público deseaba que lo volvieran a llevar al peto. Con la lidia que le dieron, justa y medida, llegó a la muleta como un tren. Y el inicio de faena de Alberto Aguilar fue portentoso, poderoso, con gusto, por bajo. Ya de capa lo recibió impecablemente, clásico, sacándose por verónicas al toro hasta el tercio y cerrando con la media.
En la muleta, por momentos, "Camarín" y Aguilar estuvieron a la altura de "Bastonito" y Rincón, con el torero enfrontilado, dando espacio en el cite, y el de Iban galopando y humillando en el embroque. Emocionantes ambos. La inteligencia del hombre ante la casta incontrolada del animal. Eso es una faena de verdad. La que pone al personal de pie, sepa o no de toros.
Tremendo el mérito de Alberto con lo poco que toreó la pasada temporada. Y, a la hora de coger el estoque, se tiró a matar o morir. Espeluznante el pitonazo que le lanzó "Camarín" directo al pecho, pero la espada resultó fulminante y Aguilar cortó una oreja con todas las de la ley. Una "pelúa" con más valía que algunas faenas de dos porque, para estar delante de "Camarín", había que ser muy hombre y muy torero.
Decía William Burroughs que era necesario estar en el infierno para ver el cielo. Ya es hora de que toreros como Alberto Aguilar, o como Rincón en su día, vean al cielo... aunque para ello primero tengan que jugarse la piel ante un toro con el abismo encerrado en cada pitón, como sucedió con el gran "Camarín".
http://depoderapoder.blogspot.com.es/2016/05/camarin-de-baltasar-iban-bravo-rabiar.html
ResponderEliminarYO TENGO OTRA VISION .SALUDOS. JAVIER PARADINAS
Buena crónica, Gloria. Hacía mucho tiempo que no leía la palabra "enfrontilado". Lo grande del toreo, entre otras cosas, es que tiene su propio y rico lenguaje, sobre todo, cuando adelantando la pierna contraria y cruzándote, pones la poesía delante de la cara del toro y, cargando la suerte, compones un poema.
ResponderEliminarBeso Gloria.