martes, 11 de noviembre de 2014

Givenchy... ¡torero!


El conde Hubert de Givenchy nació en Beauvais, un municipio francés situado en la región de la Picardía, muy al norte del país. Sin embargo, el maestro del diseño mantuvo cierta vinculación con la cultura española en general, y con la tauromaquia en particular. Amigo y discípulo de otro genio, Cristóbal Balenciaga, Givenchy tiene creaciones profundamente inspiradas en la fiesta de los toros, como puede comprobarse en la exquisita retrospectiva que ha presentado el Museo Thyssen.

 
Casualmente, con Monsieur Hubert retirado de la firma desde 1995, la casa Givenchy fichó al torero José María Manzanares junior para la campaña primavera/verano de 2013. Todo un horror, por cierto. Con razón, Hubert de Givenchy, un auténtico gentleman, declaró recientemente que la pasarela de ahora es muy vulgar. "Balenciaga es mi religión. Me apoyó y me asesoró. Era una excelente persona", afirmó en una ocasión.
 
 
"Nací el 20 de febrero de 1927 en Beauvais, localidad de la Picardía que es famosa por su magnífica catedral y también por sus tapices, ligados a la Manufactura de los Gobelinos. Mi abuelo materno, Jules Badin, administrador de la Manufactura de Tapices de Beauvais,  era un gran coleccionista no sólo de muebles y otros objetos sino también de trajes antiguos y telas preciosas, como los bordados que atesoraba entre sus piezas. Tuve por este motivo el gran privilegio de crecer rodeado de cosas bellas, algo que influyó sin duda en mi futura vocación. Cuando sacaba buenas notas en el colegio, como premio me dejaba acceder a esos tesoros, tocarlos un poco, admirarlos y así soñar...
 
 
Decidí que un día sería modisto debido a la admiración que me producía el corte impecable, la elegancia y la modernidad de las creaciones de Cristóbal Balenciaga. Tuve la gran oportunidad de entrar a trabajar con Jacques Fath, diseñador joven y de gran talento, y un año más tarde continué mi formación con Robert Piguet. Por entonces conocí a Christian Dior, que estaba preparando la apertura de su propia casa, y me propuso que trabajara con él más adelante. Mientras tanto, hice un breve stage en la firma de Lucien Lelong y después me ocupé de la tienda de la diseñadora Elsa Schiaparelli. Esta última experiencia me reafírmó en la idea de hacer una línea propia y de abrir mi propia casa de moda con esa nueva fórmula de un prèt-à-porter de lujo. Decliné así la invitación del Sr. Dior y su generosa propuesta de trabajar con él.
 
 
En 1952 nacía la Maison Givenchy con una primera colección a la que llamé Separates, que fue presentada por las más bellas modelos de París. A mi lado, Bettina Graziani se ocupó con gran entusiasmo de la prensa y el acontecimiento fue todo un éxito, aunque creo que mi fórmula era demasiado nueva para la época [...] Dos figuras icónicas me ayudaron desde el principio a crear la Maison Givenchy. Una fue Jackie Kennedy Onassis, y la otra, claro está, Audrey Hepburn. Ambas me dieron su confianza. Hubo a partir de entonces muchas clientas americanas que querían parecerse a aquellas dos mujeres excepcionales.
 
 
Vestir a la Sra. Kennedy en su viaje oficial a Francia, en el que apareció junto al General De Gaulle, supuso un gran éxito para nuestra casa. La juventud, la belleza y el encanto de la Sra. Kennedy pedían la imagen de un estilo sencillo, despojado de artificios y elegante como era ella misma. Con su aspecto más juvenil, y con un estilo distinto tanto por su encanto como por su marcada personalidad, Audrey Hepburn hizo también mucho por el éxito de nuestra firma. Durante años, Audrey me pidió que la vistiera en películas suyas, como Sabrina, Desayuno con diamantes, Una cara con ángel y muchas otras, con lo que fue creciendo nuestra amistad. Y la alegría de trabajar juntos nos fue deparando momentos inolvidables.
 
 
En 1995 decidí que había llegado la hora de retirarme. Además, los tiempos habían cambiado. Fue una decisión que me produciría una gran nostalgia, pero sé que fue acertada. Mis sueños infantiles se habían cumplido".
 
Hubert de Givenchy (septiembre 2014)
 

1 comentario:

  1. Creía que la Picardía era invención española y ahora resulta que es que hay una región en Francia que se llama así. Nada, que no hay manera de ser original.

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