“Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de
Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo”.
Esta frase forma parte de una carta firmada por Gustave Flaubert,
escritor francés del siglo XIX. Tampoco es cierto que los hombres del siglo I
a.C. y de los siglos I y II d.C. estuvieran totalmente solos: tenían a sus
dioses, muchos, y por supuesto, también a Séneca. Sin olvidar los “festejos
taurinos” en los anfiteatros de Arles y Nîmes, que se construyeron por esas
fechas. Luego, se impuso el Cristianismo, que cuajó bien, hasta que, un buen
día del siglo XIX, Nietzsche decidió matar a Dios. Entonces el hombre volvió a
estar “solo”. Hasta hoy.
Tras la racha nihilista, en la sociedad del siglo XXI, se va
imponiendo de nuevo el politeísmo. La gente adora a múltiples divinidades
(futbolistas, estrellas de cine, cantantes, efímeros “dioses” televisivos, políticos
con coleta, etc.) a la vez que deja de ir a la iglesia los domingos. Los locos,
incluso, veneran a algún torero. Reducirlo todo a uno (un único Dios) es una jodienda
innecesaria.
Y al tiempo que regresa el politeísmo, gana también
terreno la poligamia: de la misma manera que un único dios no puede cubrir
todas nuestras necesidades espirituales, un solo hombre/mujer no puede
satisfacer todas las mundanas. Algunos denominan esta situación “un putiferio”;
otros dicen que “todo el monte es orégano”. El caso es que el refrán de “cada
oveja con su pareja” ha quedado caduco y los abogados se forran gestionando
divorcios. El actual auge del politeísmo y la poligamia es de cajón y, bien
planteado desde un principio, ahorraría muchos follones y papeleo en los
juzgados.
La multiplicidad de los dioses y las parejas resulta, por
supuesto, muy cansado. Lo de estar en misa y repicando ha adquirido una nueva
dimensión, pues bien es sabido que las guerras siempre las han ganado aquellos
que tenían menos flancos abiertos. Pero ya lo cantaba Malevaje:
Si soy así,
¿Qué voy hacer?
Nací buen mozo y embalao para el querer.
Nací buen mozo y embalao para el querer.
Como buen cordobés, la poligamia siempre me la he representado a través del morito casado legalmente con cinco moritas a la vez, una multirelación no oculta, y me parto de risa yo mismo pensando en el trasiego de diálogos íntimos muy humanos:
ResponderEliminarLa esposa 1 le dise al morito: anda Mohamed ,cariño, dime que te hase la morita 4 descará esa , y le dise el morito: sabes que soy un caballero y no puedo hablar.
La morita 3 le dise al morito: claro, eso que me dises es muy bonito, pero se lo dirás a todas Mohamed que te conosco.
La morita 2 le dise a la morita 4 que donde más gusto le da al morito es sen las orejas, y la 4 se va muy cabreada para el morito y le dise: de manera que en las sorejas, no? Y que te hase, en? O eres franca conmigo o me voy de tu lado. Y le dise el morito: tu eres la mejor.
Y por ahí seguido. Una maravilla para el morito.
Disen que van a temblar
ResponderEliminarlas tablitas del soberao
porque disen que se va a casar
la Juana y el Jorobao.
Tu te tiene que entregar,
ResponderEliminartu te tiene que entregar,
como entregaron los moros,
compañera mía,
las llaves de Tetuán.
(Don Antonio Mairena)