lunes, 4 de enero de 2016

Carmena, de oca en oca, y nueva parida porque le toca

"Una noche, el ejército galo intentó invadir Roma, pero las ocas sagradas del templo de Juno se pusieron a graznar, los romanos se despertaron y rechazaron el ataque".


Manuela Carmena, y sus incontables paridas, están como el juego de la oca... y tiro porque me toca. Tras 18 navidades desfilando en la cabalgata de Reyes, el nuevo consistorio podemita ha vetado a las populares ocas del pastor palentino Miguelín. La alcaldesa considera que sacar a los gansos al son de la flauta de su dueño es un acto de maltrato animal ya que los bichos "sufren estrés". Sin embargo, en varios medios de comunicación, Miguelín ha declarado que sus ocas viven en la gloria, sueltas por el campo, "lo único que hago es pasar mucho tiempo con ellas acostumbrándolas a andar a mi lado". 


Sea como fuere, las ocas, ánades sagradas por excelencia, guardianas del templo de Juno y defensoras de Roma, quedan expulsadas de la villa de Madrid que, bajo el bastón podemita, se convertirá en "la ciudad clave en protección animal de toda España" (sic). Palabra de Carmena, que en Navidad, a buen seguro, tampoco ha probado ni una tajadita de foie. Ya podría la alcaldesa caer en la casilla de la cárcel o de la posada y perder unos pocos de turnos.


Si para doña Manuela el pastor de ocas es un maltratador de animales, ¿qué no pensará de Florito, con su hato de cabestros amaestrados? 

1 comentario:

  1. Los animales son ahora mascotas del Estado, que las cede en régimen de usufructo a los particulares. En consecuencia el estatalista, más aún si viene con hoz y martillo, propaga las especies (las categorías) del maltrato animal, la higiene o la compasión como justificación de todo un cuerpo de legislación coercitiva del usufructo.

    Eso de entrar a legislar por la vía sentimental, verbigracia por el bienestar de las mascotas estatalizadas, ya lo prescribieron los más rancios humanistas anglosajones, socialistas utópicos de todo pelaje, rusófilos pre y post revolucionarios y conversos de variada condición que para ganarse el pan y el sitio exageran la postura.

    Siendo biólogo de profesión me vi no hace tanto en la coyuntura de unirme a las filas luminosas del progreso animalista e infantil o bajarme del burro, coger el trabuco y echarme al monte, así fuera a uno que ya no existe. Escogí el monte, siquiera para no ver como nuestros Concienciados marchan al Paso de la Oca, pero con bandera roja.

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