Aire pasa,
aire nuevo,
aire fresco,
pa la casa.
Apenas la voz había brotado de la garganta de José Mercé, y la tormenta se desencadenó sobre Madrid. Al fin, aire y lluvia de verano. Vino el cantaor jerezano no sólo a traernos el agua, sino también a inaugurar el 10º Festival de Flamenco de la Comunidad de Madrid, la Suma Flamenca que se celebra en los Teatros del Canal. Mientras Mercé desgranaba soleares, tarantos, alegrías y bulerías acompañado por la guitarra del maestro Manuel Parrilla, fuera caía la anhelada lluvia.
Y para completar el cuadro de cante, agua y aire, las tintas -más flamencas que chinas- del artista francés David Vaamonde, expuestas a la entrada del teatro. Trazos limpios, líneas verticales que estilizan a la mujer, zapatos taconeando, lunares que se confunden con la luna y, por supuesto, manos. Manos deformadas que equilibran el conjunto en blanco y negro. Valiente y directo el trabajo de Vaamonde.
Una vieja letra flamenca dice: "Pobrecita de mi madre, que le han robado de la azotea su delantal de lunares". La ropa puesta a tender en las terrazas de Madrid, por fin, amanece mojada.
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