domingo, 3 de mayo de 2015

Movimiento de Aficionados Indignados (M.A.I.)


Ahora que está tan de moda soliviantarse y salen encolerizados hasta de debajo de las piedras, propongo crear un movimiento de indignados por la ausencia de toreros como Curro Díaz y Sergio Aguilar en las ferias. Resulta desesperante la cantidad de morralla que nos tragamos a lo largo de la bendita temporada mientras dos matadores como los anteriormente citados, con su clase y pureza, están esperando en casa a que suene el teléfono. Estos son los números: Curro Díaz hizo el paseíllo en trece ocasiones el año pasado; Sergio Aguilar, una. ¡Tiene bemoles el asunto!


Y los pobres tienen tan mala estrella que, cuando por fin los anuncian en Las Ventas, les sale una corrida mala que, a perro flaco, todo son pulgas. De cualquier manera, tanto Curro como Sergio, estuvieron por encima de sus descastados Carriquiris, firmando algunos muletazos sueltos de auténtica categoría, como un natural de Curro Díaz al cuarto. Ambos saludaron dos cariñosas ovaciones que, con toda justicia, les brindó el público de Madrid. Sin embargo, de poco les va a servir, pues la empresa no ha tenido a bien acartelarlos durante San Isidro. Parias en los despachos y olvidados de las grandes ferias, van desgranando su exquisito toreo de higos a brevas, cuando les dan la oportunidad de vestirse de luces. Sergio Aguilar ha venido a Las Ventas sin apoderado... ¡clama al cielo!


En cambio, un tal Leonardo San Sebastián ha confirmado alternativa este 3 de mayo, sin tener otro mérito que ser hijo de uno de los presidentes de la plaza, Justo Polo. El capricho de colgar una foto en su salón haciendo el paseíllo en Las Ventas le ha salido caro: una cornada en el muslo derecho. 


¡Aficionados, indignaos! ¡Por más ferias con Curro Díaz y Sergio Aguilar! ¡Basta ya de morralla, Matilla´s boys e intercambios de cromos!

Morenito de Aranda y López Simón desbaratan Madrid

Es curioso esto de los toros. Hay muletazos -pocos, bien es cierto- capaces de desencuadernar el tiempo. ¿Cuántos segundos transcurren antes de recobrar el aliento? Resulta difícil de calcular. Pero uno regresa al presente con el pulso descabalado, con la impresión de haber perdido, entre el embroque y el remate, un trozo de realidad. Se trata, de cualquier manera, de una pérdida insignificante en comparación con lo sentido durante el muletazo. Lo de desencuadernar el tiempo, como digo, pueden conseguirlo muy pocos toreros, pues el temple -como el ritmo en la poesía o el compás en el baile, como todo lo extraordinario-, está al alcance de unos pocos, entre ellos, un torero de Aranda de Duero.


Las cosas sucedieron más o menos así: 

Una vez finalizado el paseíllo goyesco y cuando todas las cuadrillas se deshicieron del horrendo sombrero de medio queso, Morenito de Aranda se fue para la puerta de chiqueros, por donde apereció un toro monumental, de más de 600 kilos, tocado con divisa negra. A pesar de la imponenencia del colorado de Montealto, de nombre "Barrabás" para más señas, el arandino firmó pasajes muy bellos, como el inicio de faena con la rodilla genuflexa, sacando al astado hasta el tercio. El conjunto habría merecido una oreja pero el público, aún frío, andaba en otros menesteres. El respetable despertó poco después, con la cornada que el segundo le infirió a Ángel Teruel, quien toreando al natural quedó fuera de cacho, dejando un hueco que permitió a "Bordador" cazarle en el muslo izquierdo. Salió entonces Morenito con el estoque para tumbar al toro de su compañero herido. Pero las emociones no habían hecho más que aflorar. 


Alberto López Simón, que cerraba el cartel goyesco, se lanzó al ruedo hambriento por torear: con enorme decisión, empezó su trasteo al tercero, "Durmiente", en una faena ligada que fue de más a menos. Cuando todo parecía hecho, al entrar a matar, el de Montealto le prendió feamente por la zona de la corva. Visiblemente conmocionado y arrastrando la pierna, López Simón continuó en la arena hasta ver rodar a su oponente, cortando una oreja merced a su pundonor y hombría. Dejando la sensatez a un lado, el madrileño rechazó meterse en la enfermería, pidiendo que le echaran el tendría que haber sido el sexto toro de la tarde, "Lentejuelo". Con éste estuvo aún mejor, atornillado en la arena por limitaciones físicas, pero también por principios. La ambición le ayudó a pegar otra buena estocada, que le brindó su segunda oreja. Puerta Grande (simbólica) y enfermería.


Y cuando la tarde rozaba el infarto, volvió Morenito con "Frutero", un gran Montealto, astifino y serio de cara, de enorme codicia y movilidad, con el que se lució la magnífica cuadrilla del burgalés, formada por Luis Carlos Aranda, David Adalid y Pascual Mellinas, quienes saludaron una ovación (aunque la corrida fue interesantísima y de enorme emoción, resultó más bravucona que brava, por no decir mansa: ningún toro se entregó en el caballo). "Frutero", como decimos, llegó crudo a la muleta, donde se encontró con un Morenito torerísimo, que supo templar su fiereza. Se produjo entonces un derechazo interminable, seguido de un pase de pecho colosal, capaces de desencuadernar el tiempo. La eficaz estocada fue el epílogo de una faena con poderío, de mano baja y crujir la plaza. Dos orejas. Con el último Montealto, "Veraniego", volvió a comprobarse el compromiso del espada a quien, hasta ahora, nunca habíamos visto torear tan bien ni con tanta profundidad. En recompensa por su clase, Morenito salió a hombros de Las Ventas al son del pasodoble de los nardos. Gran tarde de toros ésta del 2 de mayo en Madrid.


sábado, 2 de mayo de 2015

La perla negra de Burdeos

La primera plaza de toros de Burdeos fue edificada a comienzos del siglo XVII. Sin embargo, el primer gran coso nació en 1863 gracias a un español, López Vincent, quien construyó "très grandes arènes pour de véritables corridas", aunque sin muerte final del toro. A partir de entonces, se sucedieron otras cuatro plazas. La última llevó por nombre  "les arènes du bouscat", con capacidad para 10.000 espectadores y un ruedo de 41 metros de diámetro. 


A pesar de que "les arènes du bouscat" han desaparecido, robándole a Burdeos sus raíces taurinas, la capital de Aquitania ha dado a luz un torero: Clément Dubecq, "Clemente" en los carteles. Este chaval de veinte años recién cumplidos, rubio como la miel y apoderado por los Zúñiga debutaba el 1 de mayo en Las Ventas. Y resolvió la papeleta mejor que muchos novilleros criados bajo las encinas de Salamanca o en las dehesas extremeñas, apuntando buenas maneras, clase, rapidez de reacción y eficaces estocadas, incluso pechando con un lote deslucido (2º y 5º). Los Zúñiga han dado con una rara avis: un torero rubio y de Burdeos. Resulta más sencillo encontrar una perla negra.


Paradójicamente, también esa misma tarde, se presentaba en Madrid un novillero nacido en uno de los lugares más taurinos del mundo: La Fuente de San Esteban, cruce de caminos que conduce a todas las ganaderías del Campo Charro. El chico lleva por nombre Alejandro Marcos y lo apodera el matador de toros retirado Juan José. Ha heredado de su maestro la composición de la figura, sobre todo en los muletazos donde enseña el medio pecho. No obstante, aún torea despegadito, entrar a matar se convierte en un calvario y pierde los papeles cuando el novillo aprieta (3º y 6º). Poco a poco, quizás algún día llegue. 


Finalmente, completaba el cartel Juan Miguel (1º y 4º), de Colmenar de Oreja, del que poco se puede decir, salvo que el 1 de mayo no fue su día.


La novillada de González Sánchez-Dalp era un zapato. En general, pecó de sosa, salvo el buen tercero, un colorado de nombre Chalapo, terciadito, noble a rabiar y con el tranco Núñez. Para cortarle las dos orejas. El sexto, negro listón y que tiraba más a lo de Villamarta, sacó genio. Precisamente, ante estos dos utreros, que formaron el lote de Alejandro Marcos, se lucieron los picadores salmantinos, Alberto Sandóval y Óscar Bernal. También fue interesante el primer novillo, del Puerto de San Lorenzo, que remendaba el conjunto. 

miércoles, 29 de abril de 2015

Un fotógrafo de fin de semana


La suya fue una muerte discreta, sin filtros ni retoques digitales. La semana pasada falleció Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932), Premio Nacional de Fotografía en 2011, autodidacta, fumador empedernido, hijo y nieto de ferroviarios. Decía de sí mismo que era "fotógrafo de fin de semana": escapaba el sábado de Madrid con su cámara y su seiscientos, sin rumbo fijo, llegaba a algún rincón de España y volvía el domingo a última hora. "Me gusta lo rural y las fiestas populares. Alguno por ahí dice que soy el pionero del documentalismo gráfico", declaraba en una entrevista. "La función del fotógrafo en la sociedad tiene mucho que ver con la memoria histórica de los pueblos". 


Un antropólogo en blanco y negro, neorrealista, a veces solanesco. Su cámara captó la transformación de España. "No me gustaba Madrid, así que me compré a plazos el seiscientos y empecé a pisar la Piel de Toro. Iba a todas partes: Galicia, Extremadura... La gente de campo era maravillosa. He hecho de todo. Pero, cuando llegaba el sábado, me iba al campo, con la cámara, y así hasta volver el domingo, de madrugada, justo para entrar otra vez en la oficina".


Rafael Sanz Lobato, después de haber visto tanto, se estaba quedando ciego, por lo que decidió morir, discretamente, de un cáncer de pulmón la pasada semana. La España rural que plasmó en sus fotografías, cada vez más "europeizada", cada vez más impersonal, también agoniza y morirá el día menos pensado.

lunes, 27 de abril de 2015

Saetas, toreros caninos y Miuras

Estrellita Castro cantando una saeta (Sevilla, 1942)

Manuel Jiménez Centeno podría considerarse el padre de la saeta moderna. Nació en la sevillana Puerta la Carne en 1885 y, antes de dedicarse al cante, sintió la llamada del toro. Siguiendo su primera vocación y ayudado por un tío materno -el afamado matador José Centeno-, se hizo banderillero y después novillero, pero la aventura duró poco, pues a los tres años colgó el traje de luces al recibir varias cornadas. Tiempo después, reconocería en una entrevista a El Liberal:

"Me da la afición por el toreo y salgo el año 1907 como banderillero. Verme la gente y decir aquí hay un matador de toros, todo fue uno. Ese mismo año marcho a Méjico con mi tío José Centeno, que fue gente en el toreo, y estoy allí un año. Regreso y debuté en Sevilla como matador, con Cuatrodedos y Morenito Chico de San Bernardo. Se me dio regular, y toreo seis novilladas, alternando con Angelillo, Ostioncito, Punteret y varios más. De estas corridas sacan mis amigos la impresión de que yo no soy banderillero ni matador, sino un buen torerito. ¡Y desgraciado de aquel que le digan que es un buen torerito. Hay que ser torero a secas, no toreador ni torerito. ¡Como no se sea torerazo, malo!".

Manuel Centeno con su tío, el torero José Centeno

Resultó que Centeno tenía la torería en la voz y no en los trastos. Afortunadamente, el hambre le hizo encontrar el camino y, tras su desafortunado lance taurino, se hizo cantaor de flamenco. En aquella entrevista para El Liberal, explicaba: "Yo empecé a cantar en un día raro. Era torero. Tenía mi coleta y todo. Llegué a mi casa a la hora en que se suele almorzar, y aquel día no había de qué. Con mi coleta, con cuerpo para pensar en otra cosa, en vez de pensar me puse a cantar tarantas y granaínas y fuera porque tenía el cuerpo vacío, o porque cantara con más sentimiento aquel día, lo cierto es que escuché más de una vez decir que me las podía buscar por el cante, y decidí buscármela".

"El Emperador de la Saeta"

El escritor Antonio Puente Mayor, en su libro Cofrades de Leyenda, resume así la trayectoria del Emperador de la Saeta: "Centeno fue un hombre muy polivalente, ya que además de cantaor fue novillero, actor y tenor de zarzuelas. En la Semana Santa de Sevilla llegará a ser el saetero más cotizado, tanto que le bautizarán con el sobrenombre de Emperador de la Saeta. Suya es la mágica innovación de cantarle a la Cruz de Guía del Silencio al salir de su templo. Fue en el año 1926 y la letra comenzaba diciendo: Silencio pueblo cristiano....

El cantaor Manuel Torre

[...] Otro de los grandes fue sin duda el jerezano Manuel Torre, figura a la que se le llegó a considerar cantador de leyenda pese a ser un gitano analfabeto. Federico García Lorca decía de él, sin embargo, que era el hombre con mayor cultura en la sangre. Manuel Barrios recoge una anécdota del cantaor en su apogeo saetero en Sevilla, cuando llegó a hacer llorar al ganadero Eduardo Miura una mañana de Viernes Santo:

Cuando cierra el pellizco del último ¡ay!, la gente que asiste, pasmada, al acontecimiento no aplaude ni vitorea. Todos sacan los pañuelos, en silencio, y la plaza de la Encarnación se convierte en un inmenso aletear de palomas blancas que piden una nueva saeta a aquel hombre fabuloso a quien un gitanillo, que le acompaña, dice, señalando a don Eduardo Miura:
- Fíjate, primo, con la mala uva que se gasta criando toros y ahí lo tienes, que me los ha hecho llorar".

domingo, 26 de abril de 2015

Aprieten los dientes, que llegan los Miuras

"Matar una corrida de Miura es una medalla que el torero cuelga de la pechera de sus mejores recuerdos" (Vicente Zabala Portolés).
 
 
Este domingo, tres matadores lidian Miuras en Sevilla: Eduardo Dávila, Iván Fandiño y Manuel Escribano. La ganadería lleva anunciándose en La Maestranza 75 años seguidos, sin faltar una sola temporada a la cita desde 1940, cuando terminó la Guerra Civil. Aquel 20 de abril, fueron Pascual Márquez, Juanito Belmonte y "Manolete" los encargados de estoquear los toros de la A con asas. Un año después, Pepe Luis Vázquez puso el kiosco boca abajo cortando dos orejas al Miura que cerraba plaza. En una entrevista publicada por El País en 1985, el torero de San Bernardo contaba: "Que no se dé cuenta de que le tienes miedo. Sobre todo, que no se dé cuenta, porque entonces abusa de su poder y ya no tienes dónde meterte. Estos toros entienden lo que pasa y, sobre todo, ven si eres débil. A mí me ha revolcado algún Miura, pero nunca he tenido una cornada grave. ¿Sabe por qué? Porque, si he tenido miedo, no me lo ha notado. Me he puesto cerca y he apretado los dientes".
 
 
 
En la misma entrevista, Pepe Luis recordaba que, hasta los cincuenta, ningún torero que se preciase cerraba la temporada sin haber lidiado un par de corridas de Miura. "Lo que de verdad diferencia a este toro es su personalidad, una especie de capacidad psicológica para darse cuenta de cuándo es dueño de la situación. Cuando sale el toro bueno, es bueno de verdad, te haces con él, y como son largos, de bonita lámina y bien armados,  la corrida es un lujo. Pero si te achicas, se da cuenta y entonces va por ti".
 
 
Para que este domingo, la corrida de Miura en Sevilla, la septuagésima quinta desde 1940, sea un lujo. Y que nadie se achique.

viernes, 24 de abril de 2015

"El Quijote" en un tuit


Paradójicamente, cuando los españoles leemos menos que nunca, nos partimos la crisma por encontrar los restos óseos de Cervantes. El insigne escritor, gloria de nuestras malversadas letras, decía: "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho". Es una cita de El Quijote, novela llena de soberbios "tuits".


"La pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos".

“No hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas".

“Si a los oídos de los príncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros siglos correrían...”.

"—Muchos son los andantes —dijo Sancho. —Muchos —respondió don Quijote—, pero pocos los que merecen nombre de caballeros".

"Ya sabe el buen Sancho que lo que una vez promete un caballero procura cumplirlo, aunque le cueste la vida".

"Pero... ¡Ay de mí, desdichada! ¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?”.

"No pueden las tinieblas de la malicia ni de la ignorancia encubrir y escurecer la luz del valor y de la virtud".

"Y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo".

"Aquí esperaré intrépido y fuerte, si me viniese a embestir todo el infierno".

"—Antes creo, Sancho —dijo don Quijote—, que te quieres encaramar y subir en andamio por ver sin peligro los toros".

"Que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas vienen a dar buenos frutos".

"Habían llegado a aquella venta, que para él era haber llegado al cielo, donde se rematan y tienen fin todas las desventuras de la tierra".

“Y a Sancho le vino en voluntad de dejar caer las compuertas de los ojos, como él decía cuando quería dormir...".

martes, 21 de abril de 2015

Olor a sardinas asadas en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York

En el año 1940, mientras España se sumía en la miseria de la postguerra, Carmen Amaya y parte de su familia desembarcaron en Nueva York, con el apoyo del empresario Sol Hurok, quien consiguió que la compañía debutase en el cabaret Beachcomber. Carmen, aquella niña criada en las barracas del Somorrostro barcelonés, había puesto un pie en Estados Unidos y, desde entonces, su leyenda no haría más que crecer. Eclipsados por el talento de la bailaora, la prestigiosa revista Life le dedicó un extenso reportaje con fotografías de Gyon Mili. 

Reportaje para la revista "Life" (1940)

El año de su consagración americana fue 1942, cuando fue contratada en el Carnegie Hall de Nueva York con un espectáculo de trece números donde bailaba sinfonías de Albéniz, Turina o Falla combinadas con los palos flamencos más tradicionales. Un año después, en 1943, Carmen Amaya fue invitada a actuar en la Casa Blanca en el cumpleaños del presidente Roosevelt quien, en agradecimiento, le regaló una chaquetilla bolera bordada en brillantes. Cuando regresa al hotel, Carmen empuña unas tijeras y corta la chaquetilla en tantas partes como mujeres formaban parte de su compañía.


Grandes estrellas del cine también se entusiasmaron con la gitana. Orson Welles, quien quiso contratarla en una de sus películas, dijo: "Es la más artista de las bailarinas y la más genial de las artistas"; Charles Chaplin: "Es un volcán alumbrado por soberbios resplandores de música española"; y el bailarín Fred Astaire: "De Carmen hay mucho que ver, mucho que admirar... y mucho que aprender".

Carmen junto al actor Marlon Brando

Una anécdota, cuenta que, añorando la cocina española, el "volcán" Amaya y su gente decidieron asar unas sardinas en una suite del Hotel Waldorf Astoria, el más lujoso de Nueva York. Alguien de la compañía, utilizó como parrilla un somier metálico y, para prender el fuego, se rompieron un par de mesillas de noche. Dicen que todo el hotel olía a sardinas asadas y nadie comprendía lo que estaba sucediendo... Anteriormente, su madre, la Micaela, ya había utilizado la bañera de algún hotel para montar un infiernillo y cocinar cocido para la saga Amaya. 

El Waldorf Astoria, en la Quinta Avenida

Anécdotas aparte, Carmen eclipsó los Estados Unidos, llegando a grabar varias películas en la Meca del Cine. Regresó a España en 1947, convertida ya en una artista mundialmente consagrada.

domingo, 19 de abril de 2015

¡Vale un Perú!


Tiene cara de niño y cuerpo de hombre. A pesar de proceder de una acomodada familia limeña, para su debut en Las Ventas, no ha estrenado vestido de torear. Vive en Gerena, se arrima como un jabato y es la ilusión de su apoderado, José Antonio Campuzano. Se llama Andrés Roca Rey y este domingo ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas tras cortar dos orejas (una y una) a un lote complicado e incierto, formado por un novillo-toro de La Ventana del Puerto y un sobrero de José María López (procedencia Torrestrella). Desde 2011, ningún novillero salía en volandas hacia la calle de Alcalá. La hazaña le ha costado cara, pero podría haber sido peor: se lleva tres cornaditas, múltiples contusiones y su usado terno celeste y oro lleno de sangre. El peruano no dudó, Puerta Grande o enfermería, no existía más camino... y, al final, se juntaron ambas vías. Sus faenas también fueron una mezcla de olé y ay, enorme emoción en el ruedo y ni un parpadeo en los tendidos. ¡Así se viene a Madrid!


Guardadas en una maleta sin fondo, Roca Rey trajo desde Lima chicuelinas, tafalleras, caleserinas y enorme frescura. Sus faenas fueron una mezcla de determinación, improvisación y corazón. Un corazón a prueba de bomba tras ver los descomunales novillos -de la rama Aldeanueva- que los Fraile han lidiado en Madrid. Que tomen nota los figurones de Brihuega porque, como reza un refrán peruano, "jóvenes a la obra, viejos a la tumba". Y Roca Rey viene arreando, pues vale un Potosí. El maestro Campuzano tiene tan buen olfato como aquellos incansables buscadores de oro. Este torero con cara de niño y cuerpo de hombre es su nueva mina.


La novillada de La Ventana del Puerto, aunque excelentemente presentada, no salió buena, salvo el cuarto, "Niñoso", más noble y humillado. Al lote, en general, le faltó bravura, fijeza y romper para adelante. Los novilleros que completaban el cartel, Tomás Angulo y David de Miranda, anduvieron más que dignos con sus respectivas papeletas, matando bien; sin embargo, cierto sector del público los trató con excesiva dureza. Que afinen sus paladares de oro porque pocas novilladas vamos a ver esta temporada tan entretenidas como ésta.

Color moreno


Ya están las gitanas guapas, con sus delantales blancos de puntilla, haciendo buñuelos pa la feria. De color moreno ellas, como el chocolate. Ya están ahí, entre las calores del perol, cazando del aceite hirviendo las rosquillas fritas con sus varas de madera. Que en feria nunca falten unos buñuelos morenos a las claritas del día ni un bayón gitano, como aquel que Quintero, León y Quiroga compusieron para Luisa Ortega en 1954.


El clavito y la canela
con la menta y el limón,
rebujó en una cazuela
cierta noche el Faraón.

Y después de aquel guisao,
tras de mucho remové,
salió el coló aceitunao
natural de los calés.

Color moreno, casi tostao,
tienen los celos, tiene la zambra,
tiene el querer.
Color moreno, recetrinao,
Tiene, que tiene, ¡viva su mare!
quien yo me sé.

No le des vueltas al molinillo
porque nos vamos a mareá;
color moreno tiene el tanguillo,
color moreno, color moreno la soleá.

viernes, 17 de abril de 2015

Amante de abril y mayo en la Sala de Fitness

Entre abril y mayo llegan las primeras calores. Que la primavera altera la sangre es un dicho que se cumple tanto en los hombres como en las mujeres, principalmente entre las que andan por la cuarentena, hermosas y sin un amor (o con un marido, tanto da). De pronto, un buen día, estas señoras cambian de peinado y salen al zaguán a decir adioses a un niño tostado. O, en su defecto, se apuntan al gimnasio con el fin de arrimarse a su entrenador personal. 

 
Observo el modus operandi de estas mujeres en la Sala de Fitness. Todo comienza con un tirón ficticio, con una máquina que no funciona o con una duda sobre el plan de entrenamiento. Son señoras burguesas, de escudo y renta, todavía de buen ver, como la rosa de Peñaflor. Van al gimnasio con unos modelos meticulosamente estudiados -realzando las carnes en los puntos clave-, que relucen aún más gracias a los complementos: pendientes de perlas o pulseras de oro. Las alianzas de casadas quedan accidentalmente olvidadas dentro del joyero. 

 
Mientras el especialista en fitness acude cabalmente en ayuda de estas atléticas damas, venas adentro, corre un amor de mayo y abril. A veces, las vecinas -que también están apuntadas en el mismo gimnasio- hablan más de la cuenta: que si ella tiene cuarenta y que él sólo veintidos. Pero contra el viento de la comidilla y a pesar del tango de la edad, a las señoras con zarcillos de perlas les duelen los centros de tanto querer a su "entrenador de definición muscular".


Nada nuevo bajo el sol: en 1957, Rafael de León ya escribió Amante de abril y mayo para doña Concha Piquer. La misma historia... sólo que el especialista en fitness iba a caballo.
 

miércoles, 15 de abril de 2015

Marineros en la ciudad


Vuelve a ponerse de moda lo que ahora, las it girls, llaman estilo navy, que en castellano se traduce por marinero, es decir, las rayas horizontales (o rayas Breton) de toda la vida. Parece ser que las camisetas de rayas se remontan a comienzos del siglo XIX, cuando los pescadores del Canal de La Mancha las utilizaban bajo la ropa, para calentarse. Sin embargo, fue Gabrielle "Coco" Chanel la primera diseñadora en apostar por el estilo marinero en 1917, vistiendo de rayas a las mujeres de la burguesía parisina. A partir de entonces, y a lo largo de todo el siglo XX, otras figuras de la moda -como Yves Saint Laurent-, el arte -Picasso o Warhol- y el cine -Audrey Hepburn, Brigitte Bardot o James Dean- se convirtieron en abanderados del look navy, uno de los emblemas del chic francés.


Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.

(Luis Cernuda)