sábado, 22 de diciembre de 2012

Todos iguales ante la desgracia


El primer Gordo de la Navidad se sorteó en Cádiz hace exactamente dos siglos, en 1812, el año de La Pepa... y del hambre. Tras los enfrentamientos con los ingleses y los franceses, las epidemias y los vaivenes políticos, el país estaba canino y anhelante de fortuna. En sus orígenes, la mascota de la lotería fue un ser afrancesado, bajito, bastante feo y en sus carnes al que bautizaron El Enano Fanático.


El 18 de diciembre de 1812, un españolito tieso ganó el primer "gordo" -dotado con 8.000 reales- tras comprar una papeleta con el 03604. La progresiva retirada de las tropas de Napoleón provocó que el Enano Fanático expandiera sus fronteras y se instalase definitivamente en Madrid en 1814.

Lotera (1944) y cola delante de Doña Manolita (1943).
Fotografías de Santos Yubero

Los años y gobiernos iban pasando pero el reinado del Enano Fanático se vigorizaba cada Navidad. El martes 23 de diciembre de 1930, el ABC publicaba este poético pasaje titulado "El sorteo de las ilusiones": "Apoyada en el cañón de la estufa una joven de labios carmíneos y mirada anhelante es la estampa de la renovación. Es la rosa que crece entre las ruinas, la mariposa que revolotea sobre las heladas tumbas. Este rostro juvenil y primaveral aparece todos los años jubiloso y radiante, y al finalizar el sorteo se esfuma, todo chafado y despintado, entre la multitud descorazonada. Nada, que no toca. No hay que hacerse ilusiones (y si no toca, ¿cómo se ha jugado este año más que todos los anteriores?)".


Loteros en la Puerta del Sol (1913)


Público en la Puerta del Sol contemplando las pizarras donde
se escribían los números premiados en el sorteo (1915)
 

Niños de San Ildefonso (Foto: Santos Yubero)

"Porque aquí todos hacen lo mismo: el presidente, los guardias, los jóvenes, las viejas, hasta los periodistas, que ponen un ojo en las cuartillas y otro en la relación numérica de sus respetables ilusiones. Este es el salón de la verdadera igualdad, del comunismo integral. ¡Todos iguales ante la desgracia!".


En aquella duodécima página del ABC del 23 de diciembre de 1930, bajo el artículo "El sorteo de las ilusiones", había un anuncio... El grandes letras se leía: "La vieja manera de probar un aceite" y, a continuación, un texto: "Eche Ud. un pedacito de pan en la sartén -como hacía su abuela- al poner a calentar, en crudo, el Aceite Uca. Cuando esté dorado, cómalo y comprobará que este aceite no tiene ningún mal sabor que quitar. Es aceite puro, filtrado y refinado por procedimientos naturales. Crudo o frito, sabe siempre bien, a aceitunas maduras y escogidas. Se extrae de ellas por primera presión, y después de un filtrado cuidadoso, se guarda en trujales muy limpios, recubiertos de cristal. Comprando el Aceite Uca en su lata original, viene de la Fábrica a su mesa".

Si en 2013 tenemos para tostones de pan frito, ¡capitán general!

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