miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un libro y cinco toritos negros

Si Papá Noel ha pasado de largo ante su casa, es señal de que vive en un hogar castizo y con las tradiciones en su sitio. Los Reyes son quienes reparten el bacalao. Cuando apenas quedan diez días para comprar los regalos, si me lo permiten, voy a sugerirles un obsequio más valioso que el oro, el incienso y la mirra: un libro. Pero no un libro cualquiera, sino uno de los pilares de la cultura popular de nuestro país: "Rapsodia española", escrito por don Antonio Burgos, y que la Esfera de los Libros ha vuelto a editar. Desde 2005, esta Biblia recitada con la voz del pueblo vive en mi mesilla, siempre a mano, junto a obras como la biografía de Juan Belmonte firmada por Chaves Nogales, el "Viaje a los toros del Sol" de Navalón o "Historia de una taberna" de Cañabate. Lean las siguientes críticas y comprobarán que no exagero:
 
 
«No es un libro de poesía, sino de Historia de España» (José Luis Garci); «Un viaje a la memoria lleno de recovecos en los que detenerse» (Juan Ignacio García Garzón); «Un bellísimo y vertiginoso libro dedicado al amor por la poesía popular» (Alfonso Ussía); «Poesía popular que fue felicidad y cultura de esas masas que ciertos poetas remilgados y críticos soplacirios tanto desprecian» (Arturo Pérez-Reverte).
Manuel Benítez Carrasco con Lola Flores (1963)


Si tuviera que rescatar una perla entre el poemario seleccionado por Burgos, quizás elegiría los cinco toritos negros de Manuel Benítez Carrasco (1922-1999), "granadino del Albaycín, heredero universal de los grandes poetas populares españoles y también de los inolvidables rapsodas [...] Manuel Benítez Carrasco tenía el absoluto dominio de la palabra: al escribirla y la declamarla [...] Sus poemas tienen la fuerza dramática del propio teatro de la vida que describen, del amor al desamor, del dolor a la alegría. En cincuenta versos, Benítez Carrasco era capaz de declamar todos los sentimientos del hombre [...] Manuel Benítez Carrasco es el último de los grandes clásicos populares".

 
"Contra mis cinco sentíos,
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mi boca,
tu boca las hizo leño.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las prendió fuego.
Barreras puse a mis manos,
las hizo sombra tu pelo.
y puse barreras duras
de zarzamora a mi cuerpo,
y saltó sobre las zarzas
el tuyo, torito negro.
¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!
 Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo;
 tus ojos me perseguían
como dos toritos negros.
y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
... tu pelo se me enredaba
igual que un torito negro.
y luego junté mi boca
contra la cal de mi encierro;
... tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
y luego mordí mi almohada
para contener mi beso;
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
y luego arañé mi carne,
de tentación y deseo,
para que no gritara
que yo te estaba queriendo;
y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante mis ojos
igual que un torito negro".
 
"Tus cinco toritos negros", que comenzó siendo un extenso poema, el pueblo -con la inestimable ayuda del maestro Solano- la hizo copla. Fue estrenada por Rocío Jurado, que acentuó, si esto fuera posible, la sensualidad de sus versos.
 

Antonio Burgos saca de los chiqueros dijes como los toritos negros de Carrasco y muchos otros versos que un día fueron nuestros. Por eso, estos Reyes Magos no pido eau de toilette ni e-books, yo quiero rapsodia, "Rapsodia española".
 

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