Tengo urgencia
de abriles este día.
Urgencia de su luz
sobre la mesa.
De tenerlo en las manos
como el agua
que, apenas nos
bendice, ya se aleja.
Ni siquiera nosotros lo
estrenamos,
siempre es el mismo
abril el que regresa.
No es distinta la luz,
hoy es entonces:
Al final de una calle,
veo la niebla
de un paso que se
acerca, pero aún tarda
y la bola de cera da
sus vueltas.
Una hilera de cirios en
el aire.
La túnica colgada de
una puerta.
En el contraluz verde
de la tarde,
contemplo a un
penitente que se acerca,
sus manos bien conocen
a las mías…
Es abril y es mi padre
que hoy regresan.
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