lunes, 7 de septiembre de 2015

Ciudad con olor a cloro


Como si de un espejismo de tratara, a veces, restos de playa surgen en mitad de la ciudad. En septiembre, el paisaje urbano desprende luz y resplandece de un modo casi teatral, fundiéndose con la ropa, aún blanca e inmaculada, de las mujeres que pasean por las aceras. El artista californiano Kenton Nelson pintó a jóvenes urbanitas vestidas con bañador en las ciudades americanas de los años 50: cuerpos bronceados, piernas torneadas y melenas recogidas, todo envuelto en olor a cloro. Igual que Hopper, Nelson era un especialista en plasmar momentos apacibles; una serenidad dibujada con trazos limpios y la luz del final del verano.

1 comentario:

  1. La última pintura que aparece creo que revela un gesto de duda, un momento de femenina reflexión, y me recuerda a Gloria tras haber limpiado con la escoba toda su taberna, preguntándose si ha merecido el esfuerzo de mantener como una patena el entrañable rincón taurino donde cuatro tertulianos torpes jartitos de fumar y de tirar colillas al suelo, no habían sabido acertar qué persona existía detrás de estos versos:


    Ha tenido cogidas: una de ellas muy mala.
    Es amigo de Tapia y de Perez de Ayala..
    Le encanta hablar de letras con los intelectuales.
    Su nombre ha andado impreso por todos los diarios
    y ha ganado dinero por matar animales.
    Exactamente igual que los veterinarios.

    (Jardiel Poncela).


    Gloria se merece este regalo:


    ....y tengo miedo porque el toro sabe
    que no sé torear, que si toreo
    es porque no queda otra salida.
    Quiero que el espectáculo se acabe
    y, sin embargo, todo mi deseo
    es que nunca se acabe la corrida.

    (José Mª Fernández Nieto).

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