miércoles, 16 de septiembre de 2015

Después se olvida el fuego, pero nunca la llama


"Con una cerilla, esto es, con la llama peligrosa, enciende uno un cigarrillo que arde y que se apaga después por la consunción de todos los peligros agotados, saboreados, arrojándolo aún vivo, cuando por el humo se sabe donde está el fuego. Todavía. Después se olvida el fuego, pero nunca la llama" (César González-Ruano).  

Fotografía: Santana de Yepes

Antiguamente, solía decirse que "los listos salían de la caja de mixtos" puesto que, en los laterales de las cajas de fósforos, venían dibujados retratos de todo tipo de personalidades: políticos, artistas, escritores y, por supuesto, toreros. Y es que los españoles, con su natural alegría, siempre supieron que es mejor encender una cerilla que maldecir en la oscuridad.


A mediados de los años 60, Ochaíta, Valerio y Solano compusieron La lumbre de tu cigarro, una rumba picarona acorde con la apertura social que atravesaba el país.

Ay, cógeme, cógeme,
cógeme en tus brazos,
creí que era una estrellita
la lumbre de tu cigarro.


"Cuántas veces nos quemamos los dedos, ambiciosos, viciosos, afilados como silbidos de la noche oscura..." (CGR).

No hay comentarios:

Publicar un comentario