Primero de septiembre y los
despertadores vuelven a sonar tras un mes de soñado silencio. Por
decreto de la rutina, quedan interrumpidas las mañanas de
holgazanería en la cama hasta bien entrado el mediodía; esas
mañanas de libros, periódicos, música en la radio, anillos de
humo, tazas de café -o lo que se terciase-, entre las sábanas
arrebujadas por el calor. Hoy, como llamadas al arma, todos
los despertadores suenan de nuevo para suspender la paz estival. Urge volver a la batalla.
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