domingo, 28 de julio de 2013

La liebre de Las Ventas


Ese mito de que hay que ir todas las tardes a Las Ventas porque el día menos pensado salta la liebre, es cierto. Doy fe. Incluso en las novilladas infumables que Taurodelta nos programa en el mes de julio, contra todo pronóstico, suceden cosas. Los designios divinos son, de momento, más poderosos que los de Choperita, Matilla y el productor de arte. Este domingo, la liebre venteña se encarnó en un novillero de Albacete llamado Sergio Felipe Sánchez, Sergio Felipe en los carteles. Lo del nombre artístico admito que me mosquea. Suena a culebrón latinoamericano, no a torero. Antiguamente, las figuras de época se llamaban José, Juan, Manolo, Antonio... apelativos de andar por casa. No sé si Sergio Felipe, que hacía su presentación en Madrid, llegará a figura de época, pero sí le recomiendo que se rebautice y lo deje en Sergio Sánchez o Felipe Sánchez.


Salvando ese detale, el chico anda francamente bien y, albricias, tiene cara de torero. Posee un sentido natural del temple, muletea limpio y asentado, con las zapatillas bien plantadas sobre el albero y, sobre todo, calcula bien los tiempos, yendo a por el estoque cuando hay que ir, sin alargar tontamente las faenas. Rematados los pases de pecho y toreros los doblones por bajo. Clásico y fluido, sin retorcimientos ni moderneces. Habría cortado una oreja de su primero si no llega a pinchar y en el último, a pesar de matarlo decentemente (algo baja la espada), la presidencia decidió exhibir toda su cicatería con un novillero que el año pasado toreó cuatro tardes (dio una vuelta al ruedo). Espero que Taurodelta tenga a bien anunciarlo de nuevo.


Otra grata sorpresa fue el novillero de Béziers Cayetano Ortiz (nuevo también en Madrid), a quien ya  le echamos el ojo hace un par de temporadas. Además de elegir con acierto a sus picadores (este domingo se trajo a Las Ventas, nada más y nada menos, que a Paco María y Tito Sandoval), volvió a exhibir su buen corte. Lástima que su lote no diera más de sí. El novillo de la tarde se lo llevó Rafael Cerro en la que fue su cuarta (¿o quizás quinta?) comparecencia esta temporada en Madrid. Como viene siendo acostumbrado, se marchó sin desagradar, ni tampoco agradar, tras una faena demasiado eléctrica y un sainete con la espada.


Se lidiaron cuatro novillos de La Ventana del Puerto (procedencia El Pilar a través de Carlos Charro), sosos y de poca fuerza en líneas generales, salvo el quinto, que manseó en los dos primeros tercios y sacó casta en la muleta. El sexto fue rebrincado. Se devolvieron dos por inválidos (primero y tercero) y desenchiqueraron sendos sobreros de Julio García a punto de cumplir los cuatro años. Unos toritos. El primero noblón y el tercero con más gracia, sobre todo por el pitón izquierdo. La novillada duró casi tres horas, pero no se hizo larga. Tarde fresca en la que se guardó un minuto de silencio al romper el paseíllo en recuerdo de las víctimas del accidente ferroviario de Galicia.

1 comentario:

  1. Comparado con Lama de Gongora y Posada de Maravillas...

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