lunes, 11 de noviembre de 2013

La fragua de Joselito y Belmonte


La exposición "Joselito y Belmonte, una revolución complementaria" conmemora, en Sevilla, el centenario de alternativa de estos dos colosos de la Tauromaquia, acaecidas en 1912 y 1913, respectivamente. En los próximos días, iré colgando en el blog varios fragmentos extraídos del catálogo de la muestra así como diversas fotos y dibujos que pueden verse en el Espacio Santa Clara hasta mediados de diciembre. Una visita muy recomendada.
 
Dibujo a plumilla realizado por José Villegas (1917)

La familia de los Gallo se había instalado, con el señor Fernando y la bailaora Gabriela Ortega al frente, en la Huerta El Algarrobo de Gelves, propiedad de la Casa de Alba, que gentilmente se la habían cedido. Allí nacieron los seis hijos del matrimonio. El 2 de agosto de 1897 muere el pater familias y la descendencia se ve obligada, sin apenas recursos económicos, a marcharse a la capital, una ciudad en la que proliferaban las casas de usura, se abusaba del trabajo infantil, sin apenas abastecimiento de agua y en  la que la prostitución encubierta y el incesto eran más que habituales.

José da sus primeros brincos y saltos, y ensaya sus primeras verónicas con los canes sin dueño, en los aledaños del campo denominado Marte, un lugar de maniobras para el Ejército, que se encontraba cerca de la estación de Plaza de Armas, en concreto en la calle Rábida nº7.
 
Joselito, con apenas tres años, jugando al toro con su hermano Fernando,
bajo la atenta mirada de su padre (1897)

En la calle, Joselito empieza a relacionarse con la chiquillería de la época. No muy lejos se encontraba la calle de Arjona, muy conocida porque en ella se ubica la fábrica de gas de Juan Lacave, luego convertida en Catalana de Gas, y a la que acudía una riada de personas en busca de trabajo, y si no eran seleccionados, buscaban cobijo en la fundición de hierro de la Portilla, que se encontraba a unos metros, calle abajo. En ese ambiente pobretón, pueblerino y sucio, el niño jugaba con su perrilla Diana, dando pases de pecho, naturales, derechazos, soñando con la gloria y las tardes de triunfo.

[...] No fue buen alumno el pequeño José. Sólo pensaba en que sonara el timbre para marcharse al barrio y jugar al toro con su minúsculo capotillo, con el que deslumbraba a todos los desocupados que hacían corro para verle mover el percal con muñecas angelicales. [...] Desde muy niño vistió un pulcro traje de luces, y no uno remendado, con el que se anunciaba en la famosa cuadrilla de Niños Toreros, junto a Limeño.
 
Cuadrilla de Niños Toreros comandada por Joselito (1910)

Una vez conseguido el éxito, fuera de los cosos taurinos, Belmonte se comportaba como un gentleman. El fenómenos hacía verdadera vida de muchacho de posición, sin acordarse para nada de su oficio. Belmonte no se ejercitaba, ni siquiera hacía gimnasia, ni correteaba o saltaba haciendo probaturas en la plaza, cosa que parecía obligada en los demás toreros. Como ha escrito Antonio de la Villa, "se pasaba la vida en los teatros, trasnochaba más de la cuenta y se perdía por los laberintos de las calles de Madrid en más de una ocasión". Vestía con zapatos de charol, chaqueta cruzada, corbatín y bombín. Y además, en la peluquería Almeida de Madrid, sita en la calla Sevilla, en el invierno de 1914 a 1915 tuvo la ocurrente osadía de cortarse la coleta natural, lo nunca visto en un matador de toros.

Belmonte junto a su esposa, Julia Cossío

[...] Ser torero para Juan Belmonte, después de estar en la tienda de quincalla de su padre, de haber ejercido como picapedrero en los trabajos de la Corta de Tablada y de haber probado fortuna como comerciante con su tío de Huelva, era un camino de salvación, arduo, espinoso, duro, mas la única alternativa. La casualidad quiso que en el fondo de su ser encontrase una afición al toreo insólita, que le llevó a conducirse conforme a unos principios éticos de extremada dureza, que sólo un exiguo número de privilegiados está en condiciones de cumplir, sin traicionar ninguno de los aspectos más fundamentales.

Belmonte, a hombros por el puente Triana (1910)
 

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