martes, 12 de febrero de 2013

Pechos que cotizan al alza

"Veo un yogur en una nevera y, ya puede poner la fecha que quiera, que yo me lo voy a comer" (Miguel Arias Cañete, ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente).

El Cañete ganadero firma este martes un convenio
de "Productos Lácteos Sostenibles".

El asunto de los lácteos se nos está yendo de las manos. Antes, cuando había hambre, todo era mucho más sencillo. Para empezar, los yogures "bio enriquecidos con multifruta" no existían, y para terminar, si por casualidad alguien hubiera encontrado uno, ¡ay, si se lo comía! Se zampaba hasta la tapa donde viene escrita la fecha de caducidad.


El pasado mes de enero falleció, con 97 años, Basilia Carral, una de las últimas amas de cría pasiegas. En 1937, abandonó su paupérrima Selaya natal, donde vivían su esposo y su bebé de dos meses, y emigró a Barcelona. En casa de los Ribero-Riviera, a cambio de amamantar al primogénito de la familia, recibía 11 pesetas al mes. Estuvo dándole el pecho dos años, tiempo en el que ahorró el dinero suficiente para regresar a Selaya y dar a luz a otros tres niños. Sobre 1947, volvió a emigrar, esta vez a Madrid, donde ejerció como ama de cría por 14 pesetas mensuales. Basilia llegó a tener siete hijos propios y en su pueblo aún la recuerdan como una mujer muy tímida y familiar.


Las nodrizas pasiegas -las más cotizadas- llegaron a tener tanta importancia durante los siglos XVIII, XIX y principios del XX que la Real Academia Española acuñó el término de “hermanos de leche” para vincular a los niños que habían sido alimentados por la misma ama de cría. Estas mujeres abandonaban su Valle del Pas justo después de haber parido, aprovechando el viaje de algún vendedor ambulante que las llevaba a la "gran" ciudad. Como los trayectos eran largos y duraban varios días, llevaban un perro cachorro para amamantarlo y así mantener el flujo de leche. En ciudades como Granada existía una Plaza de las Pasiegas donde, al igual que en un mercado, eran contratadas de inmediato por familias de la alta burguesía.

La figura de la nodriza se volvió imprescindible en la realeza española a partir del siglo XVIII (aunque, anteriormente, ya habían existido casos). Fernando VII contrató a un ama de cría, procedente de Peñacastillo, para ayudar a Isabel II de Borbón. Desde entonces, la elección de la mujer que amamantaría a los Infantes no era "Pecata Minuta". Estos eran los requisitos que los reyes exigían a las futuras nodrizas:
- Tener de 19 a 26 años.
- Estar criando el segundo o tercer hijo; es decir que habrá tenido otro u otros dos partos.
- Leche: lo máximo, noventa días.
- No haber criado hijos ajenos.
- Estar vacunada.
- Ni ella ni su marido, ni familiares de ambos, habrán padecido enfermedades de la piel.
- Será circunstancia preferente que la ocupación de su marido sea la del cultivo del campo.
- Complexión robusta y buena conducta moral.
"La leche de otras":
el hambre no ha sido patrimonio exclusivo de España.


¡Y dicen que las actuales entrevistas de trabajo son exigentes! Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, le tomó tal cariño a su nodriza que, en más de una ocasión, la mujer tuvo que viajar desde Cantabria hasta la Corte para confortar al monarca.


En España, de las pasiegas pasamos al Pelargón... y del Perlagón a "Mi primer Danone" caducado.

"Y echándole valentía
se fue pa´una vaca blanca
que estaba recién paría
en campos de Salamanca.
No embistas vaca bonita,
no embistas por cariá,
yo sólo quiero ordeñarte
que nadie lo va a notar.
Aquí no hay plaza ni nombre
ni traje tabaco y oro,
aquí hay un tío con más hambre
que los pavos de Bartolo.
En pisarme no repares
te concedo hasta el perdón,
dame leche por tu pare
porque ya no tengo mare
ni quien me dé Pelargón".
("Romance de valentía" según Emilio El Moro) 

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