martes, 9 de abril de 2013

La puta al río

"Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro
aprendieron a amar los estudiantes..."

Ayer, los salmantinos celebraron su tradicional "Lunes de Aguas".


- Oye, ¿y eso del "Lunes de Aguas" qué es?
- Celebramos que las putas volvieron a la ciudad. Y comemos hornazo.
- Eso me lo tienes que explicar mejor...


Con dieciséis tiernos abriles en la boca, Felipe II llegó a Salamanca para contraer matrimonio con su prima María Manuela de Portugal. Corría el año 1543. Durante cinco días, los salmantinos celebraron las bodas principescas con saraos de todo tipo, incluidas corridas de toros. A pesar de ser muy joven, al futuro monarca, que poseía un carácter severo y sobrio, profundamente religioso,  no le entraban en la cabeza semejantes excesos, ni que la señorial Salamanca, templo del saber, se hubiera convertido en un putiferio.
 
 
"Y es que Salamanca en aquellos años encierra en su seno a más de ocho mil estudiantes (sirva como dato esclarecedor que Madrid tenía once mil habitantes en el primer tercio del siglo XVI), entre los cuales hay becados, sopistas, señoritos de postín; y mueven a su alrededor un complejo mundo humano plagado de criados, mozos de cuadra, taberneros, curas corruptos, catedráticos rectos y catedráticos visionarios y ocultistas, prostitutas para todos los bolsillos y dones, rameras con más bachillerías que los propios estudiantes, lavanderas, amas de llaves, buhoneros y feriantes. De tal modo que Salamanca es la primera de las universidades destos reynos, la más rancia y antigua, y al mismo tiempo es el mayor burdel de Europa, la Sodoma y Gomorra Occidental".

"Como en los troncos vivos de los árboles
de las aulas así en los muertos troncos
grabó el Amor por manos juveniles
su eterna empresa.
[…] Allí Teresa, Soledad, Mercedes,
Carmen, Olalla, Concha, Bianca o Pura,
nombres que fueron miel para los labios,
brasa en el pecho".
(Miguel de Unamuno)
 
Antes de partir, Felipe II promulgó un edicto por el cual ordenaba que, durante la Cuaresma y la Semana Santa, quedaba terminantemente prohibido catar carne de cualquier tipo y, para alejar la tentación, mandó que las prostitutas fueran expulsadas de la ciudad y conducidas a la otra orilla del Tormes.
 
- ¿Y cómo le sentó esto al personal?
- Como un tiro. Te puedes imaginar. El Felipe II tuvo que pensar aquello de "o follamos todos, o la puta al río". Y no iba desencaminado...
 
 
Así, el segundo Lunes de Pascua, las rameras regresaban a Salamanca para regocijo de los estudiantes, que iban a recibirlas borrachos a la ribera del Tormes. Ellos mismos las cruzaban en barca hasta la ciudad, con alguna orgía a mitad de camino. La bacanal culminaba con un remojón colectivo, de ahí el nombre de "Lunes de Aguas".    
 
"De conducir a las meretrices y pupilas tanto a su exilio temporal, como a su aclamado regreso, se encargaba un pintoresco personaje. Un sacerdote picarón llamado Padre Lucas, y que por degeneración del término, era conocido por los estudiantes por el nombre de Padre Putas, el cual se encargaba de concertar el momento del advenimiento carnal de estudiantes y doctoras de la cátedra del placer".

 
En la actualidad, la carne de las prostitutas se ha sustituido por la que encierra el hornazo -una recia empanada elaborada con lomo de cerdo, chorizo y jamón- y la orgía estudiantil ha terminado siendo un "macro-botellón" junto al Puente Romano. Por supuesto, Salamanca tampoco da ya estudiantes como Luis de Góngora ni rectores como Miguel de Unamuno.
 
 
"Al pie de tus sillares, Salamanca,
de las cosechas del pensar tranquilo
que año tras año maduró en tus aulas,
duerme el recuerdo..."

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